
Periodista deportivo y creador de contenido en redes sociales. Mi objetivo es hacer del deporte algo accesible y divertido para todos. Porque aquí el tiempo extra siempre es emocionante.
No pudo ser. El Benito Villamarín, que venía de vivir noches inolvidables, se topó esta vez con la frustración de un empate que complica —aunque no entierra— el sueño de la Champions League. El Real Betis firmó un 1-1 ante Osasuna que sabe a poco. Más aún tras la victoria del Villarreal, que deja a los de Pellegrini a tres puntos con solo tres jornadas por disputarse. No es imposible, pero ya no depende solo de sí mismo.
Fue un partido raro, espeso, de ritmo lento y emociones contenidas, con un Betis algo plano en la primera mitad y un Osasuna sin grandes alardes, pero que supo resistir y sacar petróleo de un lance afortunado. Pellegrini, como era previsible tras el desgaste monumental ante la Fiorentina, optó por las rotaciones. En el once inicial destacó una medular con Altimira, William Carvalho y Lo Celso, mientras que Jesús Rodríguez y Abde ocuparon las bandas, con el Cucho Hernández en punta.
Isco, inspiración en medio del atasco
La primera parte fue pobre. El Betis se atascó sin la brújula de Isco, y Lo Celso volvió a pasar inadvertido. Apenas hubo ocasiones, más allá de una acción individual de Bryan Zaragoza que Adrián salvó con seguridad. El juego se espesó, las ideas no fluían y el estadio se impacientaba. Pellegrini no esperó más: al descanso metió artillería pesada.
Con Isco, Antony y Fornals sobre el césped, el Betis despertó. Isco volvió a ejercer de faro, y el gol llegó en una jugada marca de la casa: centro preciso del malagueño y cabezazo inapelable del Cucho, que sigue mostrando su olfato. El 1-0 pareció encarrilar el partido, pero la tranquilidad duró poco.
En un centro lateral mal defendido y tras varios rechaces, Budimir cazó un balón suelto para hacer el empate. Un golpe frío, inesperado, que cambió el tono del partido. El Betis quiso reaccionar, pero se topó con un rival ordenado y con el cansancio acumulado. Incluso Adrián tuvo que intervenir dos veces para evitar un disgusto mayor.
Un punto que sabe a poco
El empate deja al Betis en tierra de nadie en la pelea por la Champions. Está cerca, sí, pero el margen de error es mínimo y el calendario se agota. Quedan nueve puntos y el Villarreal no falla. La final de la Conference League aparece en el horizonte como una vía para sellar una temporada gloriosa, pero el equipo no se rinde en la Liga. Porque este Betis ha demostrado que puede pelear con todo.
Esta vez no fue suficiente. Faltó fútbol, faltó chispa, sobró cansancio. Pero también hubo compromiso, hubo corazón, y eso no es poco. El Villamarín despidió a los suyos con una ovación agridulce: de esas que no celebran el resultado, pero sí el camino.
Quedan tres partidos. Y queda vida. El Betis seguirá luchando, como siempre ha hecho. Porque el sueño de la Champions se complica… pero aún no está muerto.

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