
Periodista deportivo y creador de contenido en redes sociales. Mi objetivo es hacer del deporte algo accesible y divertido para todos. Porque aquí el tiempo extra siempre es emocionante.
En los últimos tiempos, el Real Betis Balompié ha dejado de ser un equipo que gana partidos para convertirse en un equipo que escribe capítulos. Que compone relatos. Que transforma lo cotidiano en inolvidable. Y en Cornellà, en una tarde en la que todo apuntaba a la derrota, el conjunto de Pellegrini volvió a hacer magia. Lo hizo con carácter, con orgullo… y con dos goles que ya forman parte del imaginario verdiblanco. Porque remontó el Betis con fútbol, sí, pero sobre todo con genio. Con dos obras de arte firmadas por Lo Celso y Antony que dejan al equipo más vivo que nunca en la carrera por la Champions y lanzado, emocionalmente, hacia la vuelta de la semifinal europea.
Una primera parte sin alma
La alineación sorprendió desde el principio. William Carvalho, Altimira y Lo Celso formaron el eje del centro del campo, dejando en el banquillo a nombres tan ilustres como Isco, Fornals o Johnny. Y aunque el arranque fue prometedor —con una gran ocasión de Lo Celso que sacó Joan García en modo felino—, el primer acto fue una losa. El Espanyol se adelantó con un tanto de Roberto tras un error grosero en la zaga entre Natan y Bartra, y a partir de ahí, el Betis desapareció. Fue un equipo apagado, sin fluidez, sin colmillo. Tan poco reconocible como frustrante. La sensación era de oportunidad perdida.
Pero este Betis tiene algo más. Tiene carácter. Y tiene fondo de armario. En la segunda mitad, Pellegrini agitó el árbol con cambios que dieron un giro completo al guion. Entraron Isco, Abde, Bakambu… y el Betis se transformó. Volvió a ser ese equipo que juega con el alma en los pies y la mirada en el horizonte. El Espanyol reculó y los verdiblancos comenzaron a arrollar. Joan García sostenía a los suyos con intervenciones milagrosas, pero la ola era ya demasiado grande.
Dos goles de otro planeta
Hasta que Lo Celso encendió la lámpara. El argentino necesitaba un gol así. Un gol de estrella. Recibió en campo propio, arrancó como si Maradona le susurrara al oído, dejó rivales por el camino con un slalom eléctrico, y con el exterior de su pie zurdo dibujó una parábola perfecta. Golazo. Imposible. Brutal. De los que cambian dinámicas. De los que reafirman que este Betis tiene verdaderos cracks en sus filas.
Y cuando el empate parecía ya suficiente, apareció Antony. El brasileño quiso dejar su rúbrica en el lienzo. En la esquina del área, sin ángulo ni lógica, soltó un disparo enroscado que se incrustó en la escuadra como si alguien lo hubiese colocado con la mano. Otro golazo, otro delirio. Otra remontada que no se explica sin el alma de un equipo que cree cuando otros dudan.
A un punto de Champions y lanzados a Europa
La victoria es vital. Porque deja al equipo a un punto del Villarreal en la pelea por la cuarta plaza. Porque mantiene la llama viva en LaLiga. Y, sobre todo, porque inyecta una dosis de euforia para el partido más importante del año: la vuelta de semifinales de la Conference League. En Florencia, el Betis se jugará la gloria europea. Y lo hará con la fe de quien ya ha demostrado que nunca se rinde. Con la energía de un grupo que ha aprendido a ganar en escenarios difíciles. Con el fútbol de Lo Celso, la inspiración de Antony, el liderazgo de Isco y la ambición de todo un vestuario.
Este Betis está tocado por algo especial. Y nadie se atreve ya a decir hasta dónde puede llegar.

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