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¡Que bote San Arcadio!

¡Que bote San Arcadio!

El verano pasado acompañé a unos amigos hasta Las Canteras de Osuna. Quería que se empaparan de Historia de mi pueblo. No pudo ser. Estaban cerradas al público. Solo perros había. 
«Aquí en lo alto el solano se las trae», «Cuando el Lorenzo aprieta para que te cuento», «Tampoco es un negocio rentable…». Escuché por los alrededores.
En su día me pareció fantástico que Raphael, José Merce, Vargas Llosas… dejaran la impronta artística y cultural. Ahora la actividad (según cuentan) se limita a alguna que otra ceremonia y convites de bodas esporádicos.
Igualmente felicito que se abran (según leo) dos salas de museos aprovechando la repercusión mundial de «Juegos de Tronos» a su paso por Osuna ¡Claro que sí!  Hay que potenciar el turismo.
¡Que bote la alcaldesa!
Los lectores se preguntarán: ¿A qué viene esto? 
Pues viene porque, sin ser pescador ni venir de familia de pescadores, de vez en cuando me gusta lanzar un anzuelo a ver que pesco en Osuna.  
El día veintidós me ubiqué prontito con la caña en el río de gente en la calle Espartero. Y no se hizo esperar. Al cebo picó una buena «pieza», un buen hilo argumental.
Ahí había gente eufóricas y radiantes de una felicidad que compartí en la distancia con las personas conocidas y familiares agraciados.
Admito que a mi no me ha tocado la lotería. Y afirmo que nunca se apoderó de mi un nivel de euforia más allá del que produce el premio de una pedrea.
Unos días en Osuna casi nunca me dieron para todo lo que quise, ya fuera entre cirios y saetas, degustando rebujitos en la Feria o escondido del sol de agosto que castiga sin piedad y el mundo se detiene con el infatigable canto de las chicharras. 
Ahora ya no. Ahora las redes sociales acercan ipso-facto los acontecimientos y diagnostican con rapidez la temperatura ambiental estés donde estés. 
Para contar lo que sigue he esperado, por un lado, la cercanía del día del Patrón y rendir tributo a las gachas que solía saborear en cualquier día y mes del año.
¡Por dios! Nunca olvidaré el punto sabroso de mi madre y la generosidad para complacerme cada vez que iba a verla. 
Por otra parte, debía esperar al sorteo del Niño, no fuera que San Arcadio la liara otra vez. La leyenda urbana se habría derrumbado, más que huevos gordos, nuestro Patrón los tendría cuadrados. 
Ocurre que la sensación de alegría (euforia) tiene varias lecturas, no se exterioriza por un igual como cuando se consigue el dinero fácil.
Me parece lógico que los afortunados, entre frases entrecortadas por la emoción, anécdotas y pataitas por bulerias incluidas, pidieran compartir la alegría con el Patrón en agradecimiento: ¡Que bote San Arcadio! ¡Que bote San Arcadio!
La mayoría de expresiones resultaron ser tan simples como el mecanismo de un chupe. Del todo comprensible. Otras no tanto. 
Ahí va una: «Ésto es lo más grande que le ha ocurrido a este pueblo desde la concesión del hospital». Y con ironía trillada recalcó: «Si no llega ser por el hospital el pueblo estaría cerrado». ¡Ahí va…! 
No seré yo, ni nadie con dos dedos de frente, quien ponga en duda que la llegada del Hospital a Osuna no fue un logro importante para  la calidad de vida ursaonense, ¡faltaría más! Pero el antónimo de cerrado es abierto.
En el año setenta y tres, pongamos por caso, Osuna no era un pueblo cerrado de persianas bajadas. Con el puñetero solano, en ocasiones, lo parecía. Osuna tenía tanta vida que sobraba. Si bien era un pueblo confinado al campo y, en menor volumen, al sector servicios en pleno siglo XX. 
Osuna era un pueblo rácano en cuestiones de apoyo emprendedor a quienes no compartían la condición miserable de encerrarse en la rutina sin contar con las posibilidades.
Es verdad que hoy nadie va a misa cogido de la mano, hoy es cristiano quien le da la gana, pero tampoco veo que Osuna sea el paradigma del cambio. Pienso que ahí crece una idiosincrasia autóctona. 
Mis inquietudes por mi origen me viene desde que me fui. Allí dejé amigos, una gran familia y un pueblo con 17.800 habitantes, más o menos. A día de hoy a muchos de los amigos los perdí de vista y, lamentablemente, la familia ya no es tanta.
No ocurre lo mismo con la cuantía de habitantes empadronados. Cuarenta y dos años después el censo poco o nada ha variado; Osuna no alcanza los 18.000 habitantes a pesar de las expectativas del hospital. Un estancamiento que no se ha producido en localidades cercanas. 
¡Que bote San Arcadio!
Y ahora ¿qué? ¿Será la lluvia de millones el revulsivo para el despegue emprendedor tantas veces reclamado en Osuna? ¿Será el pelotazo de Navidad la coyuntura para que la sociedad haga piña y los ursaonenses sientan apegos entre sí…?
«Junts fen país» dicen los catalanes.
El escritor y diplomático Octavio Paz dijo: «Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas le ha inyectado el veneno del miedo… el miedo al cambio». 
Añado: también las inoculadas de pasotísmo y escasa predisposición.
Está bien que nuestro Patrón bote de alegría, pero no el de Écija. En Osuna no hay cine. 
¿Tendrá San Arcadio los «santos cojones» de reconvertir al votante de izquierdas (por ejemplo) que sin rubor responde al perfil conformista, al antihéroe feliz de alcaparrones, tagarninas y  triquiñuelas para pasar el día?
Los guiños para cobrar el Per, o que la paguita por una minusvalía en «entredicho» esté exenta de ser investigada, no dice mucho en favor de un pueblo abierto.   
¡A ver!: El Patrón tiene los huevos gordos no cuadrados. 
¡Que bote San Arcadio! Aunque la cultura de base y la educación de principios en Osuna a muchos les importe un pepino y sea una asignatura pendiente. 
Sería fantástico ver y oír  a escolares en excursión pidiendo que bote el Sr. Francisco Valdivia (Por ejemplo) ante su escultura maravillosa que engrandece el rico patrimonio de Osuna en Las Canteras.
¡Ah! Las Canteras es una propiedad privada… ¡Vaya!
La Historia y el arte de mi pueblo seguirá custodiado por una jauría de perros. ¡Que boten los socialistas!
¡Ah, no! ¡Que bote San Arcadio! El patrón de los huevos gordos para alegría de los huevones. No es lo mismo.
¡Feliz día de San Arcadio!
 
Antonio Moreno Pérez

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