Por el Bulevar de los «cuentos» rotos

Efectivamente. Me he tomado la licencia de parafrasear a uno de los más grandes en mi humilde intento de valorar el momento que atraviesa el Sevilla FC y su complicado futuro a corto plazo. Hay que tener la cara muy dura. Maestro, espero que allá donde esté sepa perdonarme. El caso es que Joaquín Sabina escribió “Por el Boulevard de los sueños rotos” como homenaje a grandes figuras de la cultura mexicana como Chavela Vargas, Diego Rivera o Frida Kalho. Esto no tiene mucho que ver, el quid de la cuestión está en el título. Porque el Sevilla FC atraviesa un auténtico boulevard de CUENTOS rotos en forma de temporada que el pasado domingo en el Benito Villamarín mostró su cara más mediocre. Ya, ya sé que en realidad son sueños en vez de cuentos. El tema es que es que en la entidad nervionense nunca hubo de lo primero y sí mucho de lo segundo. Cuentos a mansalva, de todo tipo, mal contados y sin sentido. Evidentemente, cuentos que cada vez se cree menos gente.
La última de estas historias para no dormir se dio el domingo en el Benito Villamarín. El Sevilla FC volvió a perder un derbi en liga después de siete años. El fútbol es un juego en el que, en la gran mayoría de ocasiones, el que más calidad y empaque atesora se lleva la palma. Ahí no hay debate. Sin embargo, dejar pasar todo lo que conlleva este desenlace y como se dio no es estilo de un servidor. Después de años de latente superioridad sevillista, el cambio de ciclo es real y la plantilla verdiblanca ha pasado por la derecha a unos futbolistas que quedarán en la memoria por ser aquellos que confirmaron el nuevo control de la ciudad. En Heliópolis, las aspiraciones nervionenses se quedaron en un buen planteamiento inicial, con cierto sentido y que incluso comenzó a desarrollarse de la mejor manera posible. Claro que, si te tiran por tierra toda la preparación del partido por excelencia de la ciudad en menos de lo que canta un gallo, todo tipo de idea o intención se convierte en una cortina de humo sin recorrido ni éxito posible. Dos errores flagrantes echaron abajo un muro sevillista que, a decir verdad, lleva tiempo que en vez de ladrillos destaca por una estructura de paja ridícula.
A la plantilla le falta calidad, fondo de armario y recursos. Cualquiera que no vea eso es ciego o se hace el loco, no hay otra posibilidad. Eso sí, Pimienta tiene mucha culpa de que su Sevilla FC no sea capaz de afrontar un resultado adverso ni un contexto que no sea el que le favorece. En el partido por excelencia en la ciudad, en casa del eterno rival y por debajo en el marcador, el mayor susto bético en la segunda mitad llegó porque Adrián decidió darle emoción al tema. Si los de Pellegrini pisan el acelerador, la sangría hubiese quedado para la eternidad. ¿Por qué no pone Pimienta la doble punta? Quizás va en contra de su idiosincrasia cruyffista. Seguramente no acaba de verlo. Como si lo otro funcionase…¿Por qué da la sensación de que no había trabajado una situación que se iba a dar al 99%? Todo es improvisación, tirar piezas al tablero a ver si se alinean los astros y la papeleta se solventa .Su gestión de campo deja mucho que desear. Resulta dificilísimo acordarse de las veces que ha cambiado, para bien, el partido con los cambios. Cuentos y más cuentos.
Y, por supuesto, la historia interminable viene desde arriba. Los sevillistas, cada vez más preocupados por la situación, no paran de ver cómo su club forma el circo más bochornoso posible en un juego de tronos que lo único que hace es agrandar una herida que cada vez es más visible. Cuentos que tienen como protagonistas a la infalible regeneración, a los multimillonarios presupuestos, a la siempre apelable ilusión y al brillantísimo futuro que espera por delante. Cada vez son más las voces que ponen en entredicho la continuidad del entrenador. Que a nadie se le olvide que hace meses fue renovado como capitán general del proyecto. Los cimientos se tambalean. De Europa ni hablo. Hay que admitir que ese ha sido el mayor cuento de todos. Nunca me lo creí. Llegados a este punto y visto lo visto, me atrevería a decir que nadie se lo cree ¿Nadie, verdad? En fin, quedan nueve jornadas y tranquilos que, si suenan todas las flautas del mundo y se alinean todos los astros del universo, aquí estaré para decir sin ningún tipo de pudor «me equivoqué». Mientras tanto, cada vez es más complicado dejar atrás los cuentos rotos en base a los que vive la entidad y volver a construir esa fábrica de sueños que en su día era temida por todo aquel que se la cruzase.
