Periódico digital, joven, libre e independiente.
Fundado el 24 de noviembre de 2006 en Osuna (Sevilla).
Padecía un fuerte regionalismo cerebral como el que padece de jaqueca pero grita de alegría en vez de contraerse por el dolor. Se había quedado a vivir en la región cerebral del encastillamiento, la más reducida, oscura y ruidosa de todas las estancias cerebrales. Se había encerrado por dentro. Había arrojado la llave por el sumidero del sistema nervioso central y había clausurado las ventanas que dan al mar anchuroso de la convivencia.
El Camp Nou fue una olla a presión para el guiso independentista: sobraba el himno, el rey, España, la copa, el título y hasta el fútbol. Hay guisos tan sumamente concentrados y espesos en su caldo que les sobra todo aderezo. Es mejor que hiervan solos. Así se define la esencia de los pueblos auténticos: no necesitan nada más ni a nadie más.
Cuando los nacionalismos históricos se vuelven nacionalismos histéricos pierden la razón y el crédito social que puedan tener. Silbatos, banderas y maleducados no son malos rudimentos para construir un Estado sólido y creíble. Azuzadores, paniaguados y abucheadores como chopos comportándose como niños no son malos ingredientes para hacer patria y edificar ciudadanía.
El nacionalismo es el tiempo sin memoria y una fortuna oculta en Suiza entre el cinismo y el olvido digna de un abucheo. La dirigencia nacionalista habla henchida de libertad de expresión (constitucional) cuando lo exacto es hablar de libertad de soplido o bramido (demencial). Uno de los grandes vicios seculares de la política es la perversión del lenguaje. Allá por 1932 Ortega y Gasset escribía: “la política es analfabetismo”. No han cambiado mucho las cosas. Bueno, ahora se hace más ruido, mucho ruido amplificado por los medios y abundan los parlanchines descomedidos con voz y mando.
Los expertos en neurociencias afirman que ahí fuera sólo hay energía y materia que nuestro cerebro percibe e interpreta. Hay cerebros que perciben e interpretan pitos y banderas: ruido y colores. Folclore político. Hay cerebros que percibieron e interpretaron libertades individuales y misiones pedagógicas: personas y cultura. Universalidad ilustrada. El cerebro humano es el resultado de 500 millones de años de evolución y está diseñado para captar e interpretar lo que nos venga en gana. Agua lleva el Nilo y agua lleva el Salado. Todo está dentro. Somos los propietarios absolutos de la “realidad”. El problema radica en imponerla como verdadera o como revelación suprema.
Francis López Guerrero

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