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Pilar Gasanz, residencia Nuestra Señora de Gracia: «No sólo basta el amor si se pasa frío»

Pilar Gasanz, residencia Nuestra Señora de Gracia: «No sólo basta el amor si se pasa frío»

Quien esto afirma es Pilar Gasanz, máxima responsable de la residencia Nuestra Señora de Gracia de la vecina localidad de La Puebla de Cazalla.

Esta residencia, que cuenta con 38 plazas fijas y 10 de unidad de día, tiene un promedio de edad de sus residentes de 91 años y todos son de la localidad, excepto 3 de Osuna y 2 de Marchena.

«Tras 52 años de vida, nos vamos adaptando constantemente a los nuevos tiempos y, por supuesto, a las nuevas normativas que van surgiendo», afirma Pilar. Se sincera cuando afirma que las personas de 90 años y, sobre todo, las que ya están encamadas, agradecerían que el frío se mitigase con edredones nórdicos, ya que el peso de las mantas llega a agobiarles.

Derrocha alegría en su conversación y presume de una residencia «de puertas abiertas» en la que los familiares de los residentes entran y salen constantemente sin ceñirse a un horario estricto y es que «somos y formamos una gran familia«.

«De las 38 plazas fijas, 10 son concertadas con la Junta de Andalucía, a quienes les hemos solicitado otras 4. Esperemos que nos las puedan conceder«, declara Pilar Gasanz.

Residencia Nuestra Señora de Gracia

El Instituto Secular de la Cruzada Evangélica abrió hace 52 años en La Puebla de Cazalla un comedor para atender a los familiares de los trabajadores del sector de la aceituna, tan arraigado en la localidad.

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En este pueblo que fue colaborador con este centro desde el principio hasta nuestros días, quienes regentaban el comedor empezaron a detectar nuevos hábitos y penurias, por lo que tuvieron que abrir 7 pequeñas habitaciones para los más necesitados.

Desde entonces hasta ahora, mucho ha cambiado ese local de la calle Cilla. Hoy son 27 los trabajadores que desempeñan su labor en este lúcido y cuidado centro que cuenta, nada más y nada menos, con 60 voluntarios, quienes con su desinteresada producción aumentan la familia cruzada morisca que encabeza un residente morisco de casi 101 años.

«Los voluntarios son esenciales en nuestra cotidianeidad y en nuestros eventos extraordinarios» y, como contraprestación a su ingente labor, «celebramos por todo lo alto el Día del voluntariado», se enorgullece Pilar, quien intenta aportar «calidad a la vida de los residentes, tanto humana como cristianamente».


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