Peña Sevillista. Cincuentenario
La coincidencia es un fenómeno que se da con más frecuencia de lo que uno cree. Este año 2019 se están celebrando –qué casualidad- dos cincuentenarios en Osuna.
No hace mucho me cupo el privilegio de escribir en este medio, por cortesía de sus gestores, particularmente de Álvaro Reina, sobre el 50 aniversario de la fundación del Colegio Rodríguez Marín, y miren que en pocas semanas me entero de que en este mismo año se conmemora otro cincuentenario: el de la Peña Cultural Sevillista. Colegio y Peña, dos instituciones muy significadas en Osuna.
Desconozco absolutamente las interioridades de la Peña por lo que para hacer una reseña histórica de la misma, tendría que husmear por páginas específicas en internet y trasladar la información a este lugar, tarea siempre al alcance de todos. Tampoco he entrado nunca en los entresijos del equipo sevillano. En consecuencia, para éste, escojo la vía de la experiencia personal contenida en la memoria, limitando al mínimo indispensable referencias externas.
Por una de estas referencias he sabido que el color elegido para la camiseta fue en un principio el blanco con rayas rojas, pero parece ser que tal vez debido a la dificultad en la época de conseguir esta combinación, se decidió finalmente por el blanco en solitario. No obstante, el rojo se ha conservado como color alternativo del equipo.
Mis primeros recuerdos del equipo se remontan al primer lustro de los cuarenta. Era en el colegio de la calle Hornillo y, posteriormente, en el de Los Padres Carmelita, en el patio de recreo, donde los chiquillos intercambiábamos los cromos de los jugadores. Era la época de la delantera Stuka, así llamada por su rapidez, arrojo y versatilidad..
Eso ya no está en la memoria viva porque la edad ha pasado, pero seguro que los buenos aficionados son conocedores de la historia del club y pueden recitar aquella memorable alineación. Para los de memoria infiel, se la recuerdo aquí: Busto – Joaquín, Villalonga -Alconero, Félix, Mateo – López, Pepillo, Campanal, Raimundo, Berrocal. Sin olvidar a Juanito Arza, Antúnez…
Es cierto que el equipo sevillista no tiene un palmarés de resultados exitosos demasiado extenso, pero no puede negarse que es un club con solera, notorio y relevante en la liga española y con grandes éxitos en competiciones internacionales. Su trayectoria deportiva lo sitúa entre los grandes de España, Europa y el mundo.
Yo he tenido mala suerte en mis dos únicas asistencias a sendos partidos del equipo: Un partido en Chamartín -casi seguro en 1952- que perdió frente al Valencia, y un partido en Nervión contra el español –probablemente en 1957/8- que también perdió, dejándome un regustillo amargo que me sigue acompañando en el recuerdo (escribo de memoria, así que si he cometido algún error que me perdonen ustedes).
Mi predilección no ha sido solamente por el Sevilla, y tengo que decirlo aún a riesgo de ser objeto de desaprobación, pero siempre es preferible que disimular y mentir.
Mi afición fue apagándose paulatinamente en los siguientes decenios para reaparecer muy atenuada tiempo después y, simultáneamente, mi interés balompédico se extendió a otros dos clubes que son leyenda asimismo en la tradición futbolera. En el presente mi afición se envuelve en los colores rojo, verde y azul, correspondientes a tres equipos con el color blanco compartido. Dos con olor a azahar y uno con sabor a choco.
Quizá no pueda entenderse en algunos círculos, pero para mí, la rivalidad entre equipos debe sustentarse en la deportividad y no prolongarse fuera del campo de juego. En mis sentimientos por los colores sevillanos se hace realidad el “Tanto monta, monta tanto”.
Y cómo olvidar a otro más pequeñito, también rojo. Pequeñito, sí, pero tan grande que nos colmaba de gozo y orgullo cuando, en las alternancias domingueras, acudíamos a Pinichi a contemplar con entusiasmo las evoluciones de su juego, culmen de brío, dedicación y abnegación.
Para muchas personas, hinchas de este club, es sobradamente conocido que Arcadio y Manuel Palop, sobrinos míos, fueron jugadores del equipo, pero seguro que nadie que cuente menos de 80 años, recuerda que Curro Jiménez Tusset, un buen amigo, jugó igualmente en nuestro simpático y entrañable Bote.
¿Y qué del cincuentenario? Pues que es un acontecimiento que merece ser celebrado por todo lo alto, al que me uno enviando mi felicitación y afectuoso saludo a todos los aficionados socios de esa peña.
Antonio Palop Serrano
Fotos obtenidas en los enlaces que siguen.
https://www.sevillafc.es/el-club/historia/plantillas?field_hist_decade_target_id=All&page=15
http://elrincondelrecuerdodeelpespunte.blogspot.com.es
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Amante de las letras, la enseñanza, la tecnología y, sobre todo, de Osuna.
Nacido en 1929 en El Saucejo (Sevilla) es el columnista con más experiencia vital que posee El Pespunte. Ha dedicado su vida a la enseñanza de EGB en distintas localidades andaluzas y su pasión por la informática le llevó a aprender a editar vídeo y audio y, por devoción, a no alejarse de Osuna.