Otro Viernes negro

El pasado viernes se celebró el Black Friday, dicho en castizo un viernes de rebajas, día que no existía cuando aprobamos la Constitución Española en 1978. Viernes negro, que es lo que quiere decir Black Friday en cristiano, no me suena a rebajas, sino a algo chungo por eso del negro.
Como hay que estar con los tiempos que corren, me he puesto a investigar sobre este viernes. Viene de Estados Unidos, allí celebran el Día de Acción de Gracias el último jueves de noviembre. El día siguiente, el viernes, las tiendas ponían rebajas, y en Filadelfia, en 1961, la policía, como se armaba tal follón, un caos de tráfico y de gente por la calle, le llamó Black Friday.
Qué alivio que se le llame negro por algo chungo, esa coherencia ha reconfortado mi mente. Después, ha sido cosa de multinacionales, lo han promocionado para que las cuentas de resultados de las tiendas y las ventas aumenten, y lo promocionan con otro argumento. Se llama negro porque permite salir a los comercios de números rojos, de pérdidas, a números negros, ganancias. Lo que es cosa buena para ellos. Para los clientes, para nosotros, puede ser al revés, si no estamos mesurados en nuestras compras.
En 2010, la compañía Apple decidió importar esta tradición estadounidense a España, y ha ido cobrando cada vez más fuerza. El Black Friday en España es el evento más potente de venta por internet del año. Hay que tener cuidado, las asociaciones de defensa del consumidor nos informan que hay mucho fraude: suben antes los precios y después los bajan. En realidad, no hay rebaja, pero piensas que has ahorrado. Este asunto del ahorro en las rebajas demuestra la capacidad de los seres humanos de complacernos aunque sea con engaños. Verán por qué lo digo: un comprador de rebajas te dice muy contento que se ha ahorrado, por ejemplo, 30 euros: costaba 130 y ha pagado 100. Si lo vemos sin apasionamiento, en realidad ha gastado 100 euros; si no hubiera gastado nada en las rebajas, sí que habría ahorrado. Es una buena trampa de lenguaje cambiar gasto por ahorro.
Este viernes pasado también le podemos llamar negro por algunas cosas que han pasado: siguen muriendo gazatíes, entre ellos tres trabajadores de la ONG World Central Kitchen (WCK), cuyo vehículo fue atacado por un dron israelí en la ciudad de Jan Younis.
Viernes negro para Mazón, pues decenas de miles de valencianos, en manifestación, han vuelto a pedir su dimisión, pero no se entera.
Viernes negro en Ucrania, con su sistema eléctrico medio destruido por los rusos.
Viernes negro para Juan Lobato, que ha tenido que declarar en el Supremo sobre los correos del abogado del novio de la señora Ayuso y por qué los tenía.
Viernes negro, manchado desde el miércoles, cuando el joven diputado de Vox Manuel Mariscal definió en las Cortes la dictadura franquista como un periodo «de reconstrucción, de progreso y de reconciliación para lograr la unidad nacional». Se ha informado de ello, no en las bibliotecas ni en la bibliografía existente, ya que dijo en 2021: «Leer mucho seca el cerebro», sino en su red social. Afortunadamente, hay muchas más redes sociales que dicen otras cosas más ajustadas a la realidad de lo que fue un periodo negro para las libertades democráticas y la justicia social. La Constitución acabó con ese oscuro periodo.
El próximo viernes 6 celebramos el Día de la Constitución, un día alegre y luminoso. Se merece una próxima columna.
