Osuna, tierra con luces

Si por algo es conocido nuestro pueblo, y mal que haya a quien le pese, es por ser un lugar que no deja indiferente a extraños, y lo que es mejor, a propios. Tierra de extremos, donde los términos medios son escasos. Tierra donde das una patada al suelo y no brota agua – por más que haya quien lo crea y por más que lo desees – , pero donde manan a borbotones la creatividad, la originalidad, la diferencia. Tierra de artistillas, artistazos y artistas con mayúsculas. Osuna, allí donde la luna brinda con el sol a la salud del ingenio sin par. Y es fácil y grato comprobarlo con cualquier trivialidad…

Hace poco. Viniendo desde Sevilla. Una experiencia mística. Entrada por la antigua nacional. A la altura de la también antigua piscina de Cuevas (se podría trabajar por hacer allí un apeadero de ese AVE que no va a venir, total la vía y los locales ya están). Cae la noche. Sorpresa sin par. Pude comprobar lo que es sentirse actor de una película. Tuve la inmensa suerte de sentirme como el E.T. de Spielberg cuando, al señalar una luna radiante, pronunciaba aquello de “mi casa”… Lo mío fue igual, pero más mundano, algo cutre y nada trascendente, lo admito: no había luna, sólo estaban los focos del campo de fútbol. Dos grandiosos haces de luz que me abducían deslumbrantes, radiantes, que me llenaban y que hurgaban en mi alma. A un tris estuve de echar mano a mis gafas de sol para evitar semejante visión. Sentí algo parecido a lo que creo que deben sentir la bruja Lola o uno de esos místicos cuando se sienten llenos de divinidad.

Pasado el efecto místico, mi natural me llevó de entrada a pensar en negativo… ¡Qué derroche! ¡Qué nivel de contaminación lumínica! ¡Qué despilfarro! … En fin, tonterías y paparruchas… Pero lo admito, después de E.T., Míster Strumchpf ocupó mi alma también sólo por un momento… Rápidamente mis neuronas entendieron que no era cuestión de derroche ni de contaminación, sino que se trataba de incidir en lo dicho al principio: Osuna, tierra de sensaciones, de experiencias ultrasensoriales, tierra de misticismos reveladores… Y para ello nada mejor que luz y más luz y que no falte la luz…Me quito el sombrero…

Y entonces, se hizo la luz en mis neuronas (las cuales andan apagadas normalmente). Y mi reconocimiento por el uso ese uso creativo del derroche lumínico no hizo sino transmutarse en admiración, pues me dio por visualizar esa fachada del Ayuntamiento iluminada a más no poder. Lo dicho, es que damos para ser genios, sin más. Si no, piensen ustedes: ese Ayuntamiento, iluminado cual bosque navideño, una noche cerrada de invierno, escasa visibilidad…¿lo ven como yo lo veo?… Exacto, lo han adivinado… el recurso creativo de nuestro genio ingenioso para evitar accidentes, facilitando la seguridad a la par que evitando el desgaste de los faros de nuestros propios vehículos… Lo dicho, no me negarán que no somos creativos… ¡Qué poderío! Y lo mejor, sin que lo parezca, sin hacer gala de ello, sin intenciones
aviesas y ocultas… De nuevo me quito el sombrero.

Y si del estupor lumínico pasé a la admiración luminosa, y sin tenerlo previsto, entré de lleno en un éxtasis luminiscente cuando mis neuronas dirigieron mis pensamientos a ese otro hito creativo que puentea entre la Rehoya, la Farfana y Caldenegros. Mi primer pensamiento, de nuevo un tanto pueblerino, fue proponer que se regalen gafas antirreflejos cuando se vaya a ir por allí, total servirían tanto de día como de noche; de nuevo Osuna velando por la salud y la seguridad de propios y extraños. Pero de inmediato se hizo la luz sobre las tinieblas y vislumbré el verdadero sentido de tanta exhuberancia… Efectivamente, ese mismo… Se trata de un medio, sutil, como nos gusta a nosotros, a los de aquí de toda la vida, para incentivar la puesta en marcha de veladas literarias nocturnas en un entorno histórico y artístico… ¡Una nueva Arcadia local, modesta, sin grandezas, pero ambiciosa! Otro acierto: un potente foco cultural para las noches estivales… ¡Freebook ursonight edition!… Y aquí ya el sombrero hasta lo
perdí…

Y desde el simple estupor, pasando por la admiración y el fervor, llega uno a un luminoso delirio cuando las neuronas te sitúan ante esa Casa de la Juventud… De nuevo, lo primero mi natural racionalista y jacobino, acabar de raíz con ese despilfarro, regular, con firmeza y cueste lo que cueste, el consumo de la luz para evitar el derroche y la contaminación – uno tiene un primer pronto algo radical, lo admito. Pero de nuevo dije luz y la luz liberó mi mente de las tinieblas donde se hallaba. Ya está, de nuevo lo han intuido ustedes, se está planteando hacer de esta zona una zona de expansión lúdica de calidad para las noches de estío… Al modo de Dubai, Qatar y Le Mans, pero con un aire más de Sanlúcar, por aquello de ser pueblo del Sur… Exacto, “The Solano’s Doma Tour”… No me dirán ustedes que un circuito nocturno en la zona comprendida entre Casa de la Juventud, OCA, Edificio de la Universidad y Residencia, no es algo que se debe estar barajando… Pero no carreras de autos locos, que esas ya se dan allí a diario, sino de algo más de nosotros, algo más de aquí: carreras de burros, sería todo un homenaje a las profesiones tradicionales que han desparecido, y además estarían menos vistas, incidiríamos en lo creativo, que es lo nuestro. Además, los burros corren menos que los coches que deambulan por allí a grandes velocidades y además no contaminan (producen menos metano que las vacas); y, es evidente, se daría un uso genial a tanta luminaria allí presente… Coste cero, que siempre es algo importante…

Y como no quiero cansarlos, ni tampoco evitarles que sigan desarrollando su ingenio, piensen también en esa fachada del Centro Cívico de la Mohedana, que no es faro, sino antorcha sin par, que alumbra y relumbra, dando candela luminiscente a toda la zona que le da nombre…

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Lo dicho, y por terminar, una suerte contar con tantas luces en esta nuestra villa de dragones ursinos. Una suerte contar con tanto genio de las lámparas y de la bombilla…

En Osuna, paraíso de la luz, 9 de septiembre de 2017

Manuel Martín Santillana

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