Han pasado años de aquellos delicados discos de Hilario Camacho, productos de una extraordinaria sensibilidad musical.

Han pasado años de aquellos delicados discos de Hilario Camacho, productos de una extraordinaria sensibilidad musical.
En este artículo volvemos a Antón Chéjov (1860-1904), autor ruso de gran emotividad y profundidad de pensamiento del que ya hablamos el pasado uno de marzo con motivo de sus cuentos. Ahora nos acercamos a su teatro.
Las cosas que perdimos en el fuego es un libro de relatos fascinante, sobrecogedor.
Sur cuenta la vida de varios malagueños durante un día de agosto de un año sin determinar pero reciente, de principios de siglo XXI.
Escrita en 1829 y en Dinamarca, El párroco de Vejlby puede parecer de entrada una aburrida y lejana antigualla. Sería un error.
Madrid, 1952. Aún quedan varias horas para que amanezca y ya está encendida la luz del comedor en casa de la familia Ramón Moliner.
Sara Mesa, escritora nacida en Madrid en 1976 pero criada en Sevilla, nos cuenta en Cara de pan una historia de amistad entre personas muy distintas. Tanto es así que su relación puede ser malinterpretada por los demás, a menudo incapaces, por una percepción deformada —siempre negativa— de la realidad, de verla de forma sana.
No ha pasado ni media hora desde que acabé esta novela. Mientras tecleo en el ordenador, el ejemplar, prestado, reposa sobre la mesa a escasos centímetros de mi mano izquierda. Miro su cubierta de una forma muy distinta a como la miraba cuando me lo prestaron recomendándomelo: he pasado de la pereza y la indiferencia del primer momento a la fuerte impresión producida por su lectura. Recordaba su adaptación cinematográfica —The reader (Estados Unidos, 2008)— como algo aburrido y demasiado largo. Una muestra más de cómo las adaptaciones cinematográficas de buenas novelas suelen ser fallidas.
Sigo con la labor de divulgación literaria, beneficiosa en cualquier época pero más que nunca ahora, cuando el confinamiento por el Covid-19 ha vuelto el arte y su disfrute más necesarios que nunca. Cineastas, actores, pintores, músicos, escritores, etc., nos ayudan a sobrellevar esta penosa y extraordinaria situación.
Uno de los principales dramas vividos en Andalucía durante la segunda mitad del siglo XX fue la emigración. Lo sabemos todos. Los más jóvenes pueden comprobarlo mirando las estadísticas de población, las de Osuna, por ejemplo, y recordando a esos familiares que tienen en Cataluña o el País Vasco. Los que pasamos de los cincuenta lo recordamos perfectamente. El pueblo, de pronto, empezó a vaciarse. Cada año, al comienzo del curso, vivíamos la desaparición de compañeros que se habían ido con sus padres, sobre todo a Cataluña. Sus caras se han diluido ya en las brumas del tiempo. Sus apellidos han quedado, sí, pero desparejados, simples sonidos pronunciados por labios infantiles en los recreos de la SAFA. Están allí, en Cataluña, seguro, muchos vivirán, no son viejos todavía.
Se trata de una selección de relatos escritos por Chéjov entre 1886 y 1903, justo al final de su corta vida. Los relatos aparecen por orden cronológico de escritura y precedidos de una introducción. Esta resulta muy interesante por contener claves del estilo de Chéjov así como otras observaciones valiosas.
La calle Roldana de Sevilla es corta y estrecha, como buena calle de centro histórico.
Hoy quiero hablarles de Ejercicios de castellano, un delicioso librito escrito por José Martínez Ruiz, Azorín, cuando había cumplido ya ochenta y seis años.
Mi amigo E. R. ha sido un lector voraz desde la infancia y, a pesar de haber recibido una educación muy tradicional y estar a punto de cumplir noventa años —o quizá por esto último—, tiene una de las mentes más abiertas que conozco. Abierta y activa. E. R. me recomienda novelas y no falla nunca, parece que sepa mis gustos incluso mejor que yo. Hace unos meses me sorprendió con la fascinante Balada de Caín (1987) de Manuel Vicent, y ahora ha vuelto a hacerlo con esta enternecedora novela.
Hoy les traigo una nueva y apasionante novela de Joyce Carol Oates (1938)