Noche flamenca interminable en La Puebla de Cazalla
- El cante jondo sigue teniendo su esencia en la Reunión de Cante morisca que en su 55º edición no brilló como en otras ocasiones, pero sigue siendo reducto de la pureza

Todavía no se había hecho de noche cuando a las 22.00 horas, con una puntualidad exquisita dio comienzo la 55º Reunión de Cante Jondo de La Puebla de Cazalla. Tan puntual que casi la mitad del público, que al final casi llena el patio de la Fuenlonguilla, no se había acomodado aún en sus sillas de madera, con almohadillas desde hace ya varios años porque cualquiera aguanta casi siete horas de madrugada sin ese deseado objeto bajo las nalgas. Y sin ser de noche el primero de los artistas, el guitarrista Niño Seve, abrió la velada con un toque por soleá como es costumbre en La Puebla.
El primero de los cantaores fue el morisco Raúl Montesinos, certificando que atrás quedó la costumbre no escrita de que sea un artista local el que cierre al menos alguna de las partes. Montesinos estuvo correcto sin destacar en demasía, pero una vez más demostró su saber hacer, su ortodoxia, y lo bien que tiene estudiado el cante. Tientos, polo y malagueña rematada por cante de Juan Breva compusieron su repertorio, que finalizó por seguiriya precedida por unas lágrimas del cantaor tras dedicarlas a tres fallecidos muy queridos por Raúl, entre los que estaban Pepe la Barbarita, cantaor aficionado que en cierto modo fue su mentor, o su propio padre.
Tras el morisco llegó el turno de Cancanilla de Málaga, o de Marbella, o de Estepona, como él mismo se presentó. El cantaor logró levantar al público con las bulerías finales que no solo cantó, sino que bailó con unas pataítas con mucho arte, y es que al malagueño se le veía casi con más ganas de bailar que de cantar. No en vano anunció su baile con insistencia durante su actuación.
En el primero de los bailes, el Junco acompañado del cante de Reyes Martín y “El Mati”, tuvo un comienzo por alegrías algo caótico, con fallos en el sonido que el bailaor supo resolver con gestos cómplices hacia el público. El gaditano demostró sobre el escenario su depurada técnica y gustó mucho, pero acabó la actuación con un innecesario monólogo con el que quiso poner en valor el arte flamenco, e incluso cerró recitando un cante homenajeando a las que considera sus fuentes flamencas.
La segunda parte se abrió de nuevo con la guitarra de el Niño Seve, que dio paso a la decepción de la noche. La cantaora Inés Bacán quizás no estuvo a la altura de lo que se espera en este tipo de actos flamencos. Los cantes que eligió, fandango, seguiriya y bulería, los interpretó de la misma forma, plana y sin destacar en nada, y solo sirvió para alargar la velada que a esas horas empezaba a tornarse ya fría.
El Pele se presentó en el escenario con su inconfundible outfit, a lo Samuel L Jackson en Jackie Brown con la gorra Kangol. El cordobés no defraudó, hizo lo que se espera de él. Dedicó una malagueña a Encarna, la esposa del difunto cantaor morisco Menese, y acabó por bulería con pataíta incluida.
Cerró la noche antes de la ronda de tonás y el fin de fiesta, la bailaora Lucía Álvarez La Piñona, acompañada por el cante de “El Mati”, Jesús Corbacho y Manuel Pajares. Lucía bailó muy bien y gustó al público, pero su puesta en escena hizo que se luciesen más los cantaores que le acompañaban que ella misma.
La ronda de tonás sobrecogió como siempre con su puesta en escena, en la que solo se aprecian las siluetas de los cantaores en el escenario, y el fin de fiesta fue rácano, pero es que se estaba llegando ya las 4.30 de la madrugada, más de la mitad del público había “picado billete”, y todos estaban ya pensando en acabar cuando antes, que hacía mucho frío. Tan solo El Pele y Cancanilla se arrancaron a cantar y bailar en pareja, muy graciosos que estuvieron sobre el escenario, y La Piñona también hizo lo propio.
Los guitarristas encargados de poner música en la velada fueron Antonio Carrión, que acompañó a Raúl Montesinos, Chaparro de Málaga con Cancanilla, Antonio Moya con Inés Bacán, y el ya mencionado Niño Seve acompañando a El Pele. El baile contó con la guitarra de Ramón Amador.
Una larga Reunión de Cante que no tuvo ni un solo recuerdo por parte de la organización a Francisco Moreno Galván, alma máter de esta Reunión, ni a Dolores Jiménez Álcantara, la Niña de La Puebla, de los que en este 2024 se cumplen veinticinco años de su fallecimiento. Tan solo Raúl Montesinos se acordó de estos dedicándole su actuación. Presentó el acto Juan Vergillos.
Galería fotográfica de Juan Gutiérrez (Juani Diablo):
