Naufragio del Lunes Santo en Sevilla


No es fácil escribir una crónica de Semana Santa el día que sale tu hermandad. Y menos cuando estás vestido con tu túnica de nazareno codo a codo con tus hermanos en tu fila, en tu tramo, para acompañar a tus sagrados titulares. Es el día de la salida de tu cofradía, una jornada diferente a las demás porque la fe se vive y comparte en familia y en hermandad, y salir de ahí es complicado, porque es un cordón que ata, fuerte. Así es y tiene que ser. Esta es la célula madre de la Semana Santa exterior que intentamos contar en estas líneas. A pesar de todo, aquí van unas impresiones apresuradas entre la túnica y el cíngulo, la oración y el calor de los hermanos de como fue este Lunes Santo en Sevilla.
De San Pablo a San Gonzalo
Se celebraba la misa ante el paso del Traslado al Sepulcro en San Andrés cuando ponía su cruz de guía en la calle, una de las más airosas y voluminosas de Sevilla, la hermandad del Cautivo de San Pablo. Una formación de la U.M.E. rindió honores en la puerta a su patrona, la Virgen del Rosario. Los dos pasos lucían exornos con flores variadas que sobresalían de las andas, en tonos morados el Señor y asalmonado el palio. La dolorosa vestía el manto azul de la hermandad de San Benito, bordado por Leopoldo Padilla. Esta hermandad había cambiado las cuatro bandas de música que le acompañaban. Y de estilo en el Cautivo, donde eran novedad las agrupaciones musicales Santa María Magdalena de Arahal (a la ida) y Virgen de los Reyes (a la vuelta), y las bandas de música tras la Virgen de las Nieves de Olivares (a la ida) y de La Puebla del Río (a la vuelta). Caminó a buen son su largo recorrido desde el barrio de calles de toreros, cineastas y cantes flamencos hasta llegar al centro de la ciudad. Pero ahí se truncó la historia.


Y poco de después del mediodía hacía lo mismo la hermandad de Santa Genoveva. Cautivo y Mercedes, nombres que atan lo viejo con lo nuevo de nuestra fiesta sagrada. Imponente el Cautivo con túnica morada lisa caminando con decidida elegancia hacia la Campana. ¿Por qué no andan más pasos así? La devoción camina detrás con la fidelidad y verdad de la Semana Santa. La Virgen de las Mercedes, con preciosas flores blancas, estrenaba la candelería de plata realizada por los Hermanos Delgado. El Carmen de Salteras puso los sones adecuados al clásico paso de la Virgen. La del Tiro de Línea, esa columna vertebral y ejemplar de las hermandades de barrio.
Lucía el sol en la plaza de la iglesia de Santiago cuando empezó a salir la hermandad de la Redención. El Señor, túnica blanca bordada y flores moradas abundantes que también caían del canasto. Y muy generoso el olivo del huerto, tras el que se escondían los discípulos. La Virgen del Rocío lucía diadema, en espera de recibir la corona en la coronación canónica prevista para el próximo 5 de julio. El saetero Manuel Cuevas le cantó a la salida una saeta alusiva a este gran acontecimiento que vivirá la hermandad. Y sonó la marcha “Rocío” en la Campana por la banda de la Cruz Roja hasta entrar en Sierpes.

Poco después de las tres de la tarde la hermandad de San Gonzalo ponía en marcha su larguísimo cortejo nazareno que llenaría completamente desde Reyes Católicos hasta el barrio León. Cinco décadas se cumplían de la llegada a San Gonzalo de la imagen actual de Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder realizada por Ortega Bru. Estrenaba el Señor una túnica en tejido blanco bordada en oro por Joaquín Salcedo según diseño en estilo oriental de Sánchez de los Reyes. Junto a las flores de un morado suave que adornaban, daban a las andas un colorido pastel, como para suavizar el dramático y crucial momento de la Pasión que representa este misterio. El paso del Señor realizó un amplio saludo a la hermandad de la Estrella, entrando en la capilla. La Virgen de la Salud, sencillamente elegante en todo su recorrido, flores también en tonos violáceos, completaba su ajuar bordado con el estreno de la toca de sobremanto bordada en oro y sedas, dibujo de Sánchez de los Reyes y realizada por Jesús Rosado en Écija
Se rompe la tarde
Pero sobre las dieciocho horas la jornada se truncó. La hermandad de Santa Marta anunciaba que no saldría a realizar la estación de penitencia, sustituyéndola por un acto religioso en el interior del templo. Aunque no estaba totalmente nublado en ese momento, se preveían lluvias para las próximas horas. El paso del Traslado al Sepulcro no se levantó de la nueva ubicación, en el presbiterio de la parroquia. Lirios, rosa, azul en la cera, todo quedó quieto. Doblaban las campanas de San Andrés cuando los nazarenos volvían de regreso a sus casas. Setenta y cinco años se cumplirán en julio de la imagen de Santa Marta, obra cumbre de Sebastián Santos, sobre la que prendió de inmediato la llama de la devoción popular tras su bendición entonces en la parroquia de San Bartolomé.

La hermandad de Vera Cruz anunció al poco que tampoco saldría, privándonos de la silenciosa severidad del Crucificado y la belleza de las Tristezas de la Virgen, un contrasentido solo comprendido en Sevilla. El lábaro del Dulce Nombre de Jesús y el pendón de San Fernando eran estrenos este año.
La hermandad de las Aguas, que había comenzado a salir, incluso sacó el paso de la Virgen de Guadalupe a la plaza exterior, ante este primera lluvia decidió regresar a su capilla del Rosario. El Cristo de las Aguas, que se encontraba en el Arenal, se volvió entre los nazarenos. Se estrenaban los respiraderos del paso de palio, obra en plata de Ramón León, en un estilo detallista y preciosista. En septiembre, Triana recibirá de nuevo a las imágenes del Cristo de las Aguas y la Virgen del Mayor Dolor para celebrar su 275 aniversario en la iglesia de San Jacinto.
Tampoco salió la hermandad de las Penas de San Vicente. Una lástima no ver sus preciosos pasos en la calle, y al Señor de las Penas buscarnos con su mirada tras su impecable restauración por Fernando Aguado. El majestuoso paso de la Virgen de los Dolores llevaba este año la cera de la candelería pintada con motivos alusivos a hermandades e instituciones vinculadas a la hermandad, con motivo de su ciento cincuenta aniversario fundacional, recuerdo vivo de la Orden del Carmen en Sevilla, adonde en noviembre irá el Señor hermosamente caído para recordarnos su origen.
Y, por último, la hermandad del Museo tampoco saldría. Los pasos lucían los exornos florales más atrevidos del gran florista Javi Grado. En tonos rojizos el Cristo de la Expiración y las famosas “aves del paraíso” que ya luciera en los años sesenta, la Virgen de las Aguas. No debe ser nada fácil colocar así de bien como estaban puestas estas flores, maestría floral de Grado. En noviembre la hermandad irá a la Catedral con los dos titulares en un solo paso formando el Stabat Mater.
Noche de agua
Sobre las nueve y media llovió con más fuerza. Poco antes, la hermandad del Polígono de San Pablo decidió refugiarse en el santuario de la hermandad de los Gitanos donde permanece en espera de regresar en los próximos días a su parroquia.

La de la Redención, que al salir de la Catedral había cubierto al Señor y a Judas con un capote conjunto y protegido el manto de la Virgen del Rocío, aunque aligeró algo el paso, se mojó el palio en las últimas calles de su recorrido, siendo la única hermandad de la jornada en completar su estación penitencial.
Santa Genoveva recibió la primera agua por los palcos de la plaza de San Francisco, quedó un tiempo en la Catedral, de donde luego salió para refugiarse de nuevo en el rectorado de la Universidad. Regresó a Santa Genoveva en la madrugada ya del martes santo. San Gonzalo decidió quedarse en la Catedral, y volverá a su barrio en los próximos días.
Llovía fuerte cuando se cerraron las puertas de San Andrés y los hermanos de Santa Marta compartían los últimos momentos junto al misterio del Traslado al Sepulcro. No había podido ser este año, pero hay muchos más. Tristeza de los cirios sin encender, de las cruces sin repartir, pero, ¿qué es una estación de penitencia en el océano de la historia de una hermandad? Todo quedó resumido en la saeta que recibió el Señor de la Caridad, todos los ojos fijos en Él:
“No lloréis a Cristo más
y en el Sepulcro ponedle,
porque aunque sin vida va,
pronto tenéis que verle
glorioso resucitar”
Unas no zarparon, otras se refugiaron en puerto seguro, alguna sufrió el temporal pero llegó a su destino. Este fue el resumen del naufragio en que se convirtió el Lunes Santo de 2025.
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