Mujeres, hombres, personas y viceversa


Acabamos de celebrar el 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer. A primera hora de la mañana me lo comentó mi esposa, la felicité como la maravillosa mujer que es y apostilló: «Bueno, es el Día de la Mujer Trabajadora», mientras yo le subía el café del desayuno. Como siempre, tiene razón. Hoy celebramos el Día de la Mujer, pero empezó siendo el Día de la Mujer Trabajadora, conmemorando que el 8 de marzo de 1857, varios miles de trabajadoras textiles de Nueva York salieron a la calle para exigir mejoras laborales, reducción de la jornada laboral a 10 horas e igualdad de salario con los hombres. Defendían su dignidad. Fueron duramente reprimidas por la policía, muriendo más de 100 mujeres.
Hay un discurso portavoceado por hombres, sobre todo de derecha política, y algunas mujeres, que dicen: «¿Por qué no tenemos el Día Internacional del Hombre?» La pregunta se califica por sí sola de machista, ya que se decidió celebrar el Día de la Mujer porque han sido y son un grupo de personas disminuidas en sus derechos y sujetas al dominio de otro grupo de personas: los hombres. No es, y sobre todo no ha sido, lo mismo socialmente ser hombre o mujer respecto al desarrollo personal en la sociedad. Aunque hay avances en nuestra sociedad, hoy podemos observar situaciones evidentes de opresión en algunos países por el simple hecho de ser mujer: Afganistán, Arabia Saudita… Cultura patriarcal de la que procedemos todas las sociedades.
Que alguien se moleste porque se celebre el Día Internacional de la Mujer significa que quisiera que se mantenga esa situación de subordinación de la mujer bajo el hombre, ya que denunciar esa situación es el motivo de celebrarlo.
La ONU establece un santoral laico y señala días para conmemorar diferentes situaciones y valores: el 1 de mayo, el Día de los Trabajadores; el 28 de junio, el Día del Orgullo LGBT. Así se llama la atención sobre grupos de personas marginadas y fastidiadas por unos valores y reglas sociales que atentan contra los derechos humanos. Por eso tienen su día.
El día de todos es el Día Internacional de los Derechos Humanos, el 10 de diciembre. Es el día de las personas humanas, lo más universal e incluye a todas y todos: a jefes y subordinados, a homosexuales, heterosexuales, bisexuales, vaya usted a saber, infantes, ancianos, reyes, príncipes, princesas, mozas y mozos, ladrones, policías, etc. El Día de Defensa de los Derechos Humanos es la conmemoración total. Equivaldría a invertir en la investigación que me aconsejó un paciente psiquiátrico en urgencias: «Investiguen ustedes en una vacuna contra la muerte y déjense de perder el tiempo».
Para despedirme, quiero glosar lo que celebramos al día siguiente del de la mujer: el 9 de marzo es el Día de la Tortilla de Patatas, o tortilla española. Hay disputas sobre quién y dónde se inventó. La versión más contrastada por mí es que fue en Extremadura en 1798, en concreto en mi pueblo natal, Villanueva de la Serena, en Badajoz. Con ello hemos aportado un granito de felicidad al mundo, que no está mal, un derecho humano a defender.
Para concluir, el 8 de marzo recordamos la lucha por la igualdad de derechos y condiciones sociales, laborales y políticas con los hombres que las mujeres llevan exigiendo desde finales del siglo XIX. Sigue siendo necesario celebrarlo, aún no se ha conseguido esa igualdad deseada por muchos hombres y mujeres.
El Día de los Derechos Humanos es el de las personas, de todas y todos. También sigue siendo necesario porque siguen sin ser respetados, sobre todo en aquellos regímenes autoritarios y dictatoriales. En ellos, las mujeres lo tienen peor.
EL CIBERDIVÁN, LA OREJA DE FREUD.
Psiquiatra psicoanalista impulsó la reforma psiquiátrica “salta la tapia” en el hospital de Miraflores. Fue Director de la Unidad de Gestión Clínica (UGC) y Coordinador de la Unidad de Salud Mental Comunitaria del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla. Autor de numerosos artículos científicos. Tiene dos libros publicados: Psicoanálisis medicina y salud mental, y La religión en el diván.