Mirada atrás
Suena la música y sus ondas se dispersan en todas direcciones llevándola, en ocasiones, a otros tiempos y a otros lugares, así como a personas bienquistas, y, enfundadas en sus ecos, nos devuelven rebotes de recuerdos teñidos de sentimientos.
52, cuyo resultado es una melodía que crea emoción y produce deleite, en tanto que el sentimiento de amistad o amor hacia personas y lugares tienen su razón en la afectividad que nace de la empatía, y que compartimos desinteresadamente con ellos.
Existe, pues, una relación entre música y afectos que se revela en el hecho de que ambas pueden inspirarse recíprocamente. Una melodía , al oírla, nos relaciona con espacios o personas a los que se conecta por vivencias ligadas a los mismos, o por inspiración, en tanto que el contacto con esas mismas personas o espacios, o su recuerdo, pueden infundirnos una melodía.
Es frecuente que la música traiga a la memoria recuerdos de situaciones en las que se vivieron experiencias ligadas con objetos y seres queridos, con afectos que nunca murieron y que siguen vivos en nuestra memoria y en nuestros corazones. . Esto suele ocurrir cuando el tiempo ha pasado dejando atrás una larga estela cuajada de acontecimientos habidos en la vida y cuando ésta se alarga hasta la senectud.
La vida nace en un mundo inundado de brillante y esplendorosa luz; de un colorido que se multiplica en infinitos y refulgentes matices, y en el que los seres humanos crecemos y gozamos aferrándonos al presente como a algo que poseemos y que se nos permite disfrutar; y al futuro como una aspiración que convertirá en realidad nuestras sueños sin pensar en lo que dejamos atrás, que atrás quedó sin que ello nos preocupe lo más mínimo, porque creemos que la vida continuará concediéndonos sus dádivas sin límite de tiempo. Pero cuando los años cubren con sombras nuestras ilusiones y colorean en tonos grises nuestro horizonte vital, es que vienen a hacernos entender que el limite existe, y que es llegado el tiempo de sentir su mordedura en nuestras potencias arrebatándonos gradualmente vigor físico y mental, aunque dejándonos salvos nuestros recuerdos y afectos. Es entonces cuando algunas melodías nos hacen presente imágenes que fueron experiencias reales en nuestras vidas.
Y abandonando el campo de lo hipotético, nos vamos al dominio de lo real y personal, en el que yo cotidianamente me muevo .
En poco o nada son mis veladas diferentes a las de cualquier otra persona. Poco aficionado a ver TV, las dedico, parte a la lectura, parte a oír música. Y haciendo realidad la tesis antes expuesta, algunas de las composiciones me llevan como en volandas envíándome a tiempos ya perdidos, pero devolviéndome resonancias de afectos y bienquerencias de amigos y familia, de muchos lejanos y cercanos lugares, pueblos y ciudades por donde mi existencia ha ido llenándose de bellas rememoraciones.
Nota. Junto a las imágenes que aporto en el vídeo que adjunto, suenan melodías que son sujetos de recuerdos, y una de esas melodías en particular originó uno de ellos en Madrid, que después generó una extraña, pero firme ligazón con Osuna, dando lugar a una curiosa dualidad que me propongo explicar en otra ocasión.
Antonio Palop Serrano
Amante de las letras, la enseñanza, la tecnología y, sobre todo, de Osuna.
Nacido en 1929 en El Saucejo (Sevilla) es el columnista con más experiencia vital que posee El Pespunte. Ha dedicado su vida a la enseñanza de EGB en distintas localidades andaluzas y su pasión por la informática le llevó a aprender a editar vídeo y audio y, por devoción, a no alejarse de Osuna.