Miguel Caballo Orozco: Una jubilación llena de recuerdos
En un cálido día de junio de 2023 -sí hace ya casi un año- Miguel Caballo Orozco cerró un capítulo importante de su vida. Tras más de medio siglo dedicado a múltiples oficios y pasiones, este hombre incansable decidió poner fin a su vida laboral, dejando tras de sí una estela de recuerdos y experiencias que han marcado a todo un pueblo. Su historia es un testimonio de cómo la perseverancia y la dedicación pueden convertir cualquier obstáculo en una oportunidad para crecer y ayudar a los demás.
Entrar en su bazar en la plaza del bacalao de Osuna, era como meterse en un cofre de los tesoros. El local de proporciones reducidas cuenta con tres plantas. La planta baja era la tienda, la oficina, la sala de reuniones, la fuente de inspiración, la cueva de los secretos… Tú hablabas con Miguel mientras te miraba el por aquel entonces Príncipe de Asturias desde algunos de los múltiples marcos de fotos que vendía. Fue pionero en Osuna y supo antes que muchos que el turismo era una fiable fuente de negocios y era fácil encontrar recuerdos de la localidad ursaonense en un escaparate que robaba las miradas de los forasteros. Pero la magia no estaba ahí, sino en la segunda y en la tercera planta de su tienda. En la trastienda. Era clave. Subir la escalera de madera, era como retroceder en el tiempo. Cada escalón era una década menos y allí arriba, cajas y cajas, meticulosamente clasificadas se encontraban periódicos, revistas y fotografías, sobre todo fotografías, de Osuna, de los dos últimos siglos.
Allí, Miguel tenía el don del equilibrio entre la generosidad y el celo, entre la ilusión y la pasión. Con todos compartía fotos y páginas de periódicos antiguos de Osuna, pero ha sido capaz de seguir teniendo fotografías inéditas sin publicar. Miguel, no tiene un “no” por respuesta y es fácil ver en multitud de revistas fotografías de su archivo, conservadas, documentadas y clasificadas por él en un trabajo impagable, silencioso, pero tremendamente valioso y necesario para el pueblo de Osuna y su historia.
Hijo de Antonio y Natividad, Miguel nació el 5 de mayo de 1957 en una humilde casa de vecinos en la calle Teniente Saborido (hoy calle Las Prensas), siendo el tercero de siete hermanos. Desde temprana edad, la vida le enseñó el valor del esfuerzo y la dedicación. “Mi madre con siete hijos era una santa”, comenta con el brillo en los ojos que le caracteriza por ser especialmente sensible, recordando con cariño su infancia en una casa compartida con varias familias, sin las comodidades básicas como el agua corriente y con un pozo ciego en el corral como retrete. Sin embargo, estos desafíos no impedían que los recuerdos de su infancia fueran felices.
Desde que ingresó en el colegio el 8 de enero de 1963, fecha que recuerda a la perfección, Miguel se encontró en una micro-escuela, común durante el Régimen de Franco, compuesta por tres casitas con dos colegios cada una. A pesar de la timidez que dice aparentar, disfrutaba mucho leyendo y jugando al fútbol durante el recreo, donde solía ser el portero.
En 1969-1970, pasó a la escuela Rodríguez Marín, donde el profesor Don Manuel Bernal se convirtió en una figura referente para Miguel. Durante esos años, se ausentó tres meses para ayudar a su padre a recolectar aceitunas. “Con 13 y 14 años que todos tus amigos jugaban partidillos de fútbol y yo me iba a trabajar al campo”, recuerda. “En esa época se trabajaba a destajo porque mientras más aceitunas recogieras más ganabas. Se empezaba con los primeros rayos del sol y se terminaba cuando se dejaba de ver”. Observando a los trabajadores mayores, que parecían pasitas comidos por el sol y la lluvia, comenzó a tener inquietudes y a decirse: “Me veo capaz de otra cosa”.
El verano del 1971 marcó un antes y un después en su vida cuando le llamaron de los Juveniles del Osuna Bote Club, donde estuvo de portero hasta los 18 o 19 años. Su pasión por el fútbol le llevó a formar parte de este club, donde jugó como portero hasta los 25 años y luego sirvió como directivo del equipo.
El deseo de superación de Miguel nunca cesó. Trabajó en múltiples oficios, desde la construcción hasta como pinche de laboratorio en la fábrica Saliza, pasando por ser cobrador y vendedor de seguros. Cada trabajo le enseñó algo nuevo y le permitió desarrollar habilidades, aunque “intenté hacerlo por libre pero como no tenía el dinero y mi padre me dijo que tenía que seguir yendo a coger aceitunas no pude seguir estudiando“, lamenta sobre su intento de continuar sus estudios formales.
El 8 de mayo de 1983 se convertiría en uno de los días más importantes de su vida, el día que se casó con su mujer, Mari Ángeles Aranda, la que lo ha acompañado en toda su trayectoria. La llegada de su hijo, Miguel Ángel, el 6 de julio de 1985, argumenta que fue el momento que marcó un antes y un después en su vida. “¡Fue la alegría más grande que he tenido en mi vida! Ser padre le dio una razón aún más grande para seguir construyendo su historia de vida. “El 24 de marzo del año siguiente, se hace una Cooperativa en Osuna, Granadillo, donde se iban a construir unas 76 casas en la parte del Granadillo. Todo el que podía se apuntaba para coger una casa ya que, además, podías entrar como trabajador para construir estas casas. Yo me apunté y estuve trabajando hasta último de año”.
En 1988, Miguel decidió emprender por cuenta propia y abrió un pequeño puesto en la Plaza de Abastos, denominado “Regalos y Decoración“. “Me lo pensé un montón de días, pero al final me dije: es la ocasión de trabajar por mi cuenta, de ser autónomo y no tener que depender de nadie”. “En fin, me lancé y probé”, comenta con una mezcla de orgullo y humildad. Esta decisión fue un hito en su vida. Años después, junto a su esposa Mari Ángeles, inauguró “Bazar Miguel“, que más tarde se convertiría en “Regalos Miguel Ángel“.
Durante los años 1989 a 1991, Miguel no solo continuó con su negocio en la Plaza de Abastos, sino que también se desempeñó como subagente de seguros en Santa Lucía. “La verdad es que hice unos 500 o 600 seguros. Fue una burrada”. Cada cliente era una nueva oportunidad para demostrar el compromiso y capacidad que este hombre muestra a diario.
Más allá de sus logros empresariales, ha sido un pilar en su pueblo, contribuyendo a la vida cultural de Osuna. En 2002, fue nombrado presidente de la Sociedad Cultural Usûna, donde organizó innumerables conferencias, viajes y exposiciones. “En Osuna, el turismo va más allá”, asegura. Para Miguel, organizar eventos culturales y colaborar con el turismo le ha permitido ofrecer a su pueblo muchos de sus conocimientos.
Su amor por la historia y el deporte local también lo llevó a escribir varios libros, como “El origen del fútbol en Osuna” y “Un pueblo en imágenes”. Además, ha colaborado con numerosas revistas y programas de televisión, documentando la rica historia de su amada localidad.
Hoy, Miguel Caballo no solo es recordado por sus múltiples facetas como emprendedor, árbitro, entrenador y líder cultural, sino también por su dedicación y amor por su gente. Su historia es una inspiración, un recordatorio de que con esfuerzo, pasión y un profundo sentido de responsabilidad hacia los demás, es posible superar cualquier adversidad y dejar un legado duradero.
Miguel sigue activo incluso en su jubilación. En Facebook, dirige el grupo “Amigos de Osuna”, donde comparte fotografías y noticias locales, manteniendo conectados a los emigrantes con su tierra natal. “Tengo una gran alegría con el grupo porque hay muchísimos emigrantes que están disfrutando con el grupo”, comenta emocionado.
Miguel Caballo: aficionado del Betis, de la feria, de la Semana Santa, del Rocío, de la cultura, del deporte, del humor, del carnaval, de la fotografía, de la lectura… y la escritura, pero sobre todo de Osuna y su gente. Una vida dedicada a convertir cada desafío en una oportunidad para crecer, aprender y compartir momentos con los demás. Este relato de Miguel Caballo, basado en sus propias palabras y experiencias, nos muestra que el verdadero éxito no se mide solo en logros materiales, sino en la huella que uno deja en la vida.
Redacción de El Pespunte.