Miércoles Santo de silencio y recogimiento

miercoles-santoEl tiempo fue clemente otro Miércoles Santo, la lluvia no estuvo presente, lo que sí nos acompañó fue un vecino un tanto molesto de Osuna, el solano. El cual no permitió a la Cofradía del Santísimo Cristo de la Misericordia mostrar  toda la grandiosidad de su cortejo procesional.

El viento hizo que tanto los hachones del paso como los cirios de los nazarenos lucieran sin la luz a las que estamos acostumbrados y el comienzo de la Estación de Penitencia se llevó a cabo en la que fue, sin duda, la noche más oscura en que sólo la luna alumbraba las calles constituyen el recorrido de la hermandad de los estudiantes.

Cuando la Cruz de guía custodiada por dos parejas de faroles a cada lado abandonaba el paseo de Manuel Rodríguez Buzón y se adentraba en el barrio de la rehoya el viento de solano desapareció de modo que una a una y conforme pasaban junto a los vecinos de este singular barrio que mostraban incididas unas velas que de motu proprio prepararon, los cirios comenzaron a iluminar el camino del Santísimo Cristo de la Misericordia desde la Cruz de guía hasta los ciriales portados por los acólitos lucerarios y por último, aunque más importante, los hachones del paso.

El momento más esperado, como cada año fue la bajada por la cuesta del mesón. Sobrecogedor ese instante en el  que los ciriales aparecían entre la oscuridad y la tenuemente iluminada arboleda de este hermoso tramo de nuestra villa ducal envueltos entre la nube de incienso que nacía de los acólitos turiferarios y que junto al silencio respetuoso preparaba el camino del Cristo que descansa en la Insigne Iglesia Colegial y que cada año sale con puntualidad inglesa atravesando nuestro pueblo al ritmo del toque de tambor. El Cristo de la Misericordia, bajaba majestuoso la cuesta del mesón del duque amparado por la luz de sus hachones y por la que se reflejaba en los ojos de un público expectante que este año no fue tan numeroso como años anteriores, pero que acogió con cariño a la siempre imponente imagen de Juan de Mesa.

Sobre las dos de la madrugada, el paso rodeaba la plaza Mayor. Este año el número de espectadores era menor  a de otros años.

A medida que subía el Señor de la Misericordia, retornaba el viento que volvió a apagar las únicas luces que iluminan esa noche.

La cruz de guía entró en la Insigne Iglesia Colegial a las cuatro menos cuarto y aproximadamente media hora después a las cuatro y diez minutos de la madrugada finalizaba la estación de penitencia.

Pedro Díaz Cruz

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Fotos: José Manuel Fernández Herrera

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