Maricón de España

La verdad es que hubiera ido a verlo, pero he llegado lo menos treinta años tarde. Se llamaba Francisco Moreno García, más conocido como Paco España —Pionero del transformismo y amante de la copla española. A finales del pasado mes de enero falleció en su tierra, Las Palmas, olvidado por todos y en la más absoluta miseria. Aquellos que tuvieron la suerte de verlo en los escenarios de Madrid allá por los setenta, cuentan cómo se llamaba a sí mismo y a otros maricón, no gay ni homosexual. No los he vivido, pero me consta que eran otros tiempos. Y se apellidaba así en los carteles: España. Y con ese apellido guerreó, a su manera, contra los últimos coletazos de una oxidada dictadura.

No es fácil escribir sobre alguien al que no conoces, o conoces muy poco. Pero, desde que me enteré de la noticia, decidí dedicarle unas líneas a éste hombre que, cuando aún no se escuchaban ni leían panfletos demagógicos sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, ni ondeaban banderas de colorines en manifestaciones orquestadas por políticos a los que no hace mucho les importaba una mierda que un hombre fuera apaleado en un callejón por su condición sexual, se colocaba su bata de cola en el camerino, se maqueaba y ajustaba su peluca, cogía el abanico e imitando a su querida y admirada Lola Flores, taconeaba y bailaba en favor de una sociedad anquilosada y cohibida bajo una educación regida por la Iglesia y caducos militares.

Como os digo, poco sé de Paco España. Lo poco que sé es lo que he ido buscando y encontrando en diferentes medios desde que me enteré de su fallecimiento. Algunos videos colgados en redes sociales y algún que otro artículo de reconocidos articulistas que tuvieron la suerte de verlo actuar en el antro Gay Club de Madrid y quisieron rendirle homenaje. Y eso me quema. Me quema porque cada día soy más consciente de que no son pocos los años que llevo rodeado de tipos y tipas acomodados en un izquierdismo de parchís (me como una y cuento veinte), que tan sólo utilizan su mal llamada “memoria histórica” y su “lucha por las igualdades” para su propio beneficio.

Me gustaría haber estado sentado entre ese público que vitoreaba y aplaudía cuando Paco España salía al escenario gritando “Guerra pa mi cuerpo¨, o cuando cantaba eso de “No puedo con la gente que tiene hipocresía¨. Por aquellos días, Paco España encabezaba las salas de Madrid. Eran para él tiempos de trabajo y cariño por parte de un público deseoso de nuevos horizontes. Después, cuando ese público creyó entrever, e incluso algunos hasta llegar, a ese deseado horizonte, Paco España se vio engañado, arruinado y alcohólico. Abandonado por asociaciones de pitos y zambombas que tanto critican a los olvidadizos e hipócritas derechistas.

Paco España ya descansa en paz. Descansa y, probablemente, y si es cierto eso que algunos pregonan, esté por algún antro de los de por ahí arriba —en todo cielo existe su rinconcito de infierno—, taconeando y bailando, produciendo nuevamente carcajadas a un público que tuvo la suerte de disfrutarlo en sus años de gloria en Madrid.

 

Álvaro Jiménez Angulo

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