María Santísima en su Soledad y Amargura presidió la Misa por los Fieles Difuntos en el cementerio
La mañana del 2 de diciembre aparecía nublada y algo más fresca que los casi veraniegos días anteriores. Puntual, a las 9:30 horas, las campanas de la Iglesia de San Carlos doblaban a difunto. El ambiente no podía ser más apropiado para recordar en ese día a nuestros familiares y amigos fallecidos.
El cortejo fúnebre, presidido por la cruz parroquial con enagüilla negra, era seguido por sendas largas filas de hermanos y devotos con velas que acompañaba a la imagen de María Santísima en su Soledad y Amargura. Era la viva estampa de una familia unida que arropaba a su Madre, cuando visita el cementerio para orar allí por los que descansan en espera de la Resurrección de Jesucristo.
La tenue luz del día permitía apreciar mejor la pálida policromía de la Virgen, cuya belleza quedaba resaltada a pesar de la rotundidez de su atuendo, de luto severo. En esta ocasión única, la imagen estrenaba una diadema de metal plateado y bajo sus pies se encontraba la media luna de la Virgen del Rosario. Rosas, nardos y coles ornamentales blancas perfumaban su Soledad y Amargura.
También se recuperaron seis antiguos faroles de hierro negro, de mano, que se portaban delante de la Virgen.
Momentos bellos y novedosos nos ha dejado este traslado: el discurrir ante la monumental fachada del Palacio del Marqués de la Gomera, ante la antigua Audiencia, el Arco de la Pastora y el camino de cipreses antes de entrar al cementerio. Destacar la entrada al Campo Santo, cuando las andas de la Virgen en su Soledad y Amargura tuvo que ser bajada casi a la altura del suelo para poder atravesar la cancela mientras la campana doblada a muerto. Y por supuesto todo el discurrir por sus calles, entre gran recogimiento y emoción. La Santa Misa se celebró en el segundo patio, siendo seguida por muchísimas personas.
El regreso de la Virgen dejó otras tantas bellas estampas, como por la calle Écija con el cielo entre cortado dejando ver su color azul. Al pasar por la puerta de la Parroquia de la Victoria, dos miembros del grupo joven de la Hermandad. de la Quinta Angustia con varas esperaban el cortejo. María Santísima en su Soledad y Amargura fue girada hacia la puerta y recibió una ofrenda floral. Mientras, el Ilmo. Sr. Vicario P. Manuel Sánchez dirigió una oración por el alma de los feligreses fallecidos de dicha Parroquia. En todo momento, las puertas de la Parroquia de la Victoria permanecieron cerradas.
Sin duda, un traslado que ya ha hecho historia en la Hermandad. del Santo Entierro, no por el traslado en sí, sino por la seriedad y el cuidado de tantos detalles: desde las corbatas negras u oscuras de sus hermanos hasta la rosa blanca en la mano de la Virgen símbolo de la Resurrección del Señor.
En el mes de diciembre continuarán los actos del I Aniversario de la bendición de esta imagen.
Fotos: Manuel Núñez Torrejón