Manuel Triguero, el carmonense que ha conquistado el Monte Ararat de más de 5.000 metros de altura

“Antes de subir, pregúntale a la montaña: ¿puedo subirte?”
Manuel comienza con esta frase su relato sobre la aventura que acaba de vivir, alcanzar la cima del Monte Ararat (5.137 metros) en Turquía.
Se queda con esta frase pronunciada por su guía y, según cuenta, “a partir de ahí, ha sido todo un sueño. Aún estamos asimilando toda la experiencia porque ha habido momentos duros y felices”.
Al hablar de la experiencia, Triguero ha relatado para El Pespunte que, “tuvimos que cambiar los planes por la climatología, ascender sin aclimatación, bajar de urgencia, pelearnos con la nieve suelta, pero ver el amanecer a 4.500 metros de altura, las risas, los compañeros… ha sido una tras otra y ha sido un cúmulo de momentos que no los cambiaría por nada. Espero seguir con mi gente y a por más objetivos”
Para emprender este tipo de escalada, la preparación es crucial. Manuel ha detallado la exigencia física necesaria, destacando la importancia de entrenar los desniveles y enfrentarse a muchos kilómetros de ascenso. Sin embargo, según cuenta, aunque esta ruta no era muy técnica, el verdadero desafío era el mal de altura.
Manuel ha señalado que “una cosa muy importante, a la que le doy más importancia, es la mente. Si no tienes fuerza mental, lo vas a pasar muy mal porque la montaña es muy traicionera, lo mismo te da mucho que te lo quita todo”.
Para Manuel, alcanzar la cima del Ararat representaba mucho más que un logro deportivo: “Era un reto personal inalcanzable, un 5.000… Y poco a poco, montaña a montaña, hasta que lo conseguí. Aún no me lo creo, pero sí, es un sueño cumplido. Y, cumplido este sueño, a por más”.
Triguero manda un mensaje claro: “A toda la gente le diría que si quieres, puedes. Yo era una persona nada deportista, fumador, y si te lo propones y quieres, se consigue. El camino no es fácil, pero se conseguirá”.
Al preguntarle con qué momento se queda de la experiencia, Manuel no ha dudado en mencionar a sus amigos afirmando que “sin ellos no se podría haber hecho nada de esto”. Además a lo anterior añade: “Y el momento de ver el amanecer en la mitad de la montaña, bajar por una lengua de nieve”.
No todo fue fácil en esta aventura, según ha señalado “la lucha con la tormenta que tuvimos, con temperaturas de -20 grados y la aclimatación” fue de los momentos más difíciles de la expedición.
De cara al futuro, Triguero ha señalado que “uno siempre tiene ideas, pero la que más fuerte está y más consolidada es el Kilimanjaro (5.895 m). Sería otro sueño”
