Manuel Cuevas, cantaor: “Tengo nostalgia de un sitio en el que físicamente no he estado, pero en el que mis antepasados han disfrutado”

- El reconocido artista ursaonense cantará por primera vez sobre las tablas del Teatro Álvarez Quintero, de Osuna, con un espectáculo de fusión

2013 fue el año en el que el gran público conoció al cantaor Manuel Cuevas (Osuna, 1977) tras una portentosa saeta a la Macarena en plena Campana. El poderío, la fuerza y una técnica encomiables del saetero pudieron solapar al gran cantaor si no fuera porque ya llevaba 15 años dedicándose al flamenco, donde, entre otros premios, ya contaba con la prestigiosa Lámpara Minera del prestigioso Concurso Internacional de Cante de Las Minas de La Unión desde 2002.
El sábado 8 de febrero presentará una propuesta única en el Teatro Álvarez Quintero de Osuna, donde tendrá la posibilidad de volver a conmover a quien allí acuda, con una voz que trasciende, que va más allá.
En sus venas confluye sangre de cantaores y de bailaores, y su arte ha traspasado balcones, escenarios, pueblos y ciudades de Andalucía y España. Gracias a Turismo Andaluz desplegó su arte por toda Francia y por prácticamente toda Italia.
Ha compartido escenario, entre otros, con José Merced, Aurora Vargas, Pansequito, Chano Lobato, Poveda o Morente y ha estado acompañado a la guitarra por Vicente Amigo, Diego del Morao, Jesús Zarrias, Manuel Silveria o Manuel Cadenas “El Chino”.
A través de osunacultura.sacatuentrada.es se podrán adquirir unas entradas para escuchar a un cantaor que tiene a la Niña de los Peines como su gran referente, a Antonio Mairena como fundamental para los cantes básicos y a Manolo Caracol como ejemplo de interpretación.
Hablamos con Manuel Cuevas, un cantaor conocido y, a la vez, desconocido para muchos.
Te estrenas este cercano 8 de febrero en un lugar cuyas tablas no has pisado, el recientemente restaurado Teatro Álvarez Quintero de Osuna.
Mi abuelo Antonio Cuevas Aguilar, muy buen cantaor y aficionado, me hablaba mucho del teatro cuando venían las compañías. Me contaba que cuando, por ejemplo, venían Valderrama y su mujer lo hacían en un camión y sus músicas venían en la parte de atrás, como en un remolque. También me decían que siempre metían a alguien para cantar por delante del artista. Si era bueno, lo aguantaban, pero como fuera regular, lo echaban del escenario. Una vez, no recuerdo si fue Canalejas o Palanca, uno le faltó al otro el respeto con la letra de un fandango y el otro cogió la guitarra y se la puso de collar de un guitarrazo.
Yo siento que tengo nostalgia de un sitio en el que físicamente no he estado, pero en el que mis antepasados han disfrutado. Le tengo afecto al Teatro Álvarez Quintero como también se lo tengo por ejemplo al Coto Las Canteras, es algo nuestro.
Tienes seguidores fieles que han ido a todos tus espectáculos, pero imagino que también te hará ilusión ver a gente que aún no te conoce o gente de otras localidades.
Esa fidelidad me da mucha alegría. Pero también me enorgullece lo que me pasó en el anterior espectáculo en el que celebraba mis primeros 25 años de cantaor, al que acudieron muchísimos jóvenes del gimnasio al que yo voy. Son personas totalmente alejadas del mundo del flamenco que me decían a la semana siguiente que no se esperaban que les gustase tanto, porque nunca se habían parado a escucharlo.
Eso es fruto de cuidar las letras, del hilo conductor de todo el espectáculo, de la intención, que exprese algo… Y cuando todo esto se da, gusta a todo el mundo. Siempre hay algún tema que te llega.
¿Qué estás preparando para la actuación en tu pueblo?
Un espectáculo de flamenco muy cuidado en el que estamos teniendo en cuenta muchos matices y en el que me acompañarán palmeros, músicos percusionistas, un cello y dos guitarristas. De esta manera no voy tan encajonado y el espectáculo se enriquece con otros tercios y con detalles de otras músicas.
¿Cómo consigues equilibrar la tradición del flamenco con la posibilidad de innovación en este arte?
He sido siempre una persona muy inquieta e inconformista. No me bastaba con interpretar solo lo que había mamado desde pequeño. Eso habría sido lo más cómodo. Mi guitarrista y yo. Los dos solos. Pero me propuse enriquecer mi música, algo que no es nuevo, porque Morente y Camarón ya lo hicieron, ampliando este mundo del flamenco en el que los aficionados somos muy cerrados. Entonces, hace ya más de diez años, quise engrandecer mis raíces cogiendo otras cosas que surgen cuando vas en el coche escuchando la radio, en el campo dando un paseo con mis galgos o mi yegua y otras que van saliendo también en los ensayos. Por ejemplo, en un cante por soleá me gusta integrar el polo, la caña, la bambera, que más o menos tienen la misma métrica y, en vez de hacer un palo exclusivo, cuando te das cuenta, has metido medio árbol genealógico del cante flamenco.
En una de tus redes sociales dices que “el flamenco es como la vida misma”.
Por supuesto, para los que somos flamencos, lo vivimos y nos hemos criado con él, es nuestra forma de expresión, está en nuestro ADN. Dependiendo de tu estado de ánimo, te apetece cantar un palo u otro. Hay días que no tienes ni ganas de escuchar nada y otros días te sale todo y nada más que quieres seguir cantando. Es como la pastillita que nos cura.
¿Qué sientes cuando algo alguien que no conoces de nada te dice que se ha emocionado o conmovido con tu música?
Se me ponen los pelos tiesos. Para este espectáculo vendrá gente de Montoro (Córdoba) expresamente porque les gustó mi actuación este verano, mientras estaban de paso con familiares.
Con la saeta pasa lo mismo. Que te paren por la calle y se hagan fotos para mandárselas a sus abuelas o a sus madres, que se emocionan y ponen mis canciones, es algo único.
Yo canto porque es mi medio de vida, pero tenemos una ventaja que no tienen otros trabajos. Nosotros tenemos la sensación de llegar al alma de otras personas y eso lo sentimos y lo percibimos y nos llega muchísimo.
¿La saeta te ha encumbrado o te ha encasillado?
Mi suerte en la saeta fue que ya tenía un recorrido grande en el flamenco. A mí han seguido llamándome para hacer festivales, ir a las peñas y a hacer espectáculos en teatros.
Es verdad que hay otros compañeros que son buenos saeteros que no hacen nada de flamenco porque no han tenido un empuje de un premio grande como el que me concedieron de la Lámpara Minera. En mi caso, la saeta no ha tapado al flamenco. Los organizadores y los aficionados saben mi otro camino en el flamenco.
He tenido la oportunidad y el privilegio de estar en sitios muy buenos cantando saetas, pero es verdad que fue a partir de 2013, tras la saeta a la Macarena, cuando se me conoció mucho más. Ahí ya llevaba yo 14 años cantando flamenco.
Un crítico dijo en un medio que “la saeta a La Macarena de Manuel Cuevas en La Campana fue de otro tiempo. A la altura de los saeteros míticos”. ¿Te sientes como tal?
(Tras una pausa larga) Te voy a decir la verdad. Yo no tengo falsa modestia. Es un palo que se me da muy bien, que lo he mamado y eso lo sé transmitir, porque lo llevo dentro. Pero me da lástima que saeteros tan grandes y tan potentes no tengan el mismo “título”.
Considero que la saeta vivió un auge en los 80 con Kiki de Castilblanco, que para mí ha sido el número uno, Jehová Sierra, Rubito de Pará, Enrique Castillo, la Piíta de Mairena… y no son conocidos. A mí me gusta que me halaguen, pero también está esta otra parte que me da lástima porque yo me considero como ellos.
Yo no he escuchado ninguna grabación en un balcón ni de Chacón, de Manuel Torre, ni de Centeno… Estoy hablando en un balcón. Puede haber grabaciones en una cinta, pero en un balcón abierto, no. Entonces no me puedo sentir mítico como ellos, porque no sé si ellos han sido así. Mis míticos son los que yo he escuchado, como el Paleto de Cabra, que es la voz más potente que yo he escuchado en mi vida. Era un hombre chiquitito, jorobadito, que se tenía que agarrar al balcón, porque no se sostenía de pie. Jamás he escuchado una voz como esa. Es que no le conocen. Entonces eso me da mucha lástima.
En esta generación, me considero como ellos, como los que te mencionado. Y para mí es un privilegio. Así que mítico, no.
¿Te veremos pronto nuevamente con algún espectáculo propio en la Bienal de Flamenco de Sevilla?
De eso se trata. Al espectáculo de Osuna van a acudir organizadores de la Bienal y esperemos que vean el cariño con el que está preparado.
Al ser a principios de año, pensamos que puede abrir otras puertas.
Vamos a incluir cosas diferentes y prefiero hacerlo en Osuna, con mi familia y mis amigos, más tranquilo.
Y por supuesto me gustaría darle las gracias al Ayuntamiento de Osuna por cederme el Teatro Álvarez Quintero y por apoyarme como lo está haciendo. También a mi pueblo y a mi público, por supuesto. Será un espectáculo que estamos preparando con todo el cariño y todo el corazón del mundo. Espero que se aprecie todo el trabajo que hay detrás. No sé si será una noche mejor o peor, porque el flamenco es así. Esto no es una radio. Pero sí es verdad que las ganas van a ser las mismas de siempre.