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Luis de Molina 42

Luis de Molina 42

Irene echa la vela del patio de esta casa. Otro día de trajín comienza. El sobrino Luis regresa tempranito a Madrid igual que vino, en una moto de 600cc. Ella le dice adiós desde el quicio de la puerta: “En cuantito llegue nos llama”. ¡Qué valor!

Mi mujer se levanta, se asea y como todos los días que llevamos aquí, va ancá “la Chari” a por el papelón de jeringos (ni churros, ni calentitos). Un hábito que agradezco: ¡toda la cama para mí! Me abrazo a la almohada y sueño despierto con aquello pasado en una casa que dejé: la parra, el cubo del pozo, las perillas de la luz, los ladrillos que se movían al pisar…

Entre sorbos de café, tasmean el menú del día en la cocina: «Hoy toca arroz con pollo y verdura que a casi todos les gusta. Al que no, huevos fritos con morcillas o chorizos del «Catala» o del “Sillero”.

María Luisa “La Lechuguita”, se ha colado hasta la cocina. La puerta de la calle está abierta. Ella es muy graciosa, yo no lo sabía. El tono de voz sobresaliente me aleja de los recuerdos que almaceno y mientras me afeito la oigo: “¡Qué alegría de verte Irene! -¡Uy, esta cara me suena! ¿Quién es?”

 “Es mi cuñá, la mujer del Antonio”.

«¡Ah, la del “Lole!”

“A tu marío lo conozco desde que era así» (debió colocar la mano a medio metro del suelo)

“Cómo va a ser eso María (salta Irene): si eres más chica que él lo menos cinco años… Venga, abre el bolso que tú no vienes con las manos vacías”. Pulseras, collares, cadenitas, perfumes… ¡Qué de cosas vende María Luisa!

Paco deja caer 10 kilos de chumbos encima de la mesa. Salió con la fresquita a la carretera del Puerto de la Encina; él peina muy bien la zona.

“Y sin espinas”, recalca.

“Seguro que has ido en coche, para no variar. Tendrías que andotear Paco, así no conseguirás ponerte nunca la camisa de Álvaro Moreno”. Irene está en todo, y con todo puede. Ella no descansa ni el día que viene Rosario a limpiar la casa…

¡Tú te crees tito, se pone a hacer la faena a la par que ella!” comenta resignada la otra Irene, su hija, que acaba de llegar de su media (y partida) jornada.

“La cosa de trabajo está durilla en el pueblo pero al menos hago lo que me gusta» -“Resiste, que vales mucho”. Le digo.

«¡Tita ya ha llegado mi novio de Madrid!” Mari Carmen (chulapona de Vicálvaro) lo esperaba en el sardiné. Os lo presento: “aquí Sergio”. Al muchacho le ha sorprendido la villa de Osuna y quiere conocerla. Desde el corral hay buenas vistas, se oye.

El de menos años de la casa, Adrián, tiene gracia para poner un puesto.  “Ahí mismamente, en el corral, maté una bicha de más de un metro la semana pasada… je, je”

¡Calla bruto! Me lo cuenta sin respirar:

«Tito, una hora para acabar con la cabrona; cómo se resistió, y qué escandalera se formó a las tres de la madrugá. Las monjas asomadas a las ventanas, tope asustá, decían: “¡Virgencita de la Merced qué noche nos está dando, acaba pronto!”.

¡Niñaaa, los alcaparrones!, vocea José “El Chúa” que los vende por encargo: “Son diez euros. ¡Qué menúos son!”. “Es que no es la época y son los últimos que me quedan. ¡Ea, qué malage, oye!”.

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“Creo que el año pasado me dijo lo mismo este hombre, no sé….” refunfuña la que me soporta.

 Ochenta y tres años de buena persona se ríen sentados en el patio. No le duele nada. Mi tío Manolo se desliza sin achaques por el tobogán de la vejez. La situación política le atribula; Rajoy no es de los suyos.

¿Cómo ves a esta tribu de políticos, sobrino? Nada le digo de brotes verdes ni luz al final del túnel…. al grano: “Ve al tanto tito, administra la pensión, es la única promesa por incumplir que les queda a la banda de gaviotas”. Una cervecita nos baja por la garganta.

 “¡Ay Luna que brilla en los mares!» cantó Camarón. Y en la Tierra, ésta sobrina que es una réplica piconera de Julio Romero de Torres. Dos besazos le da al señor “Raspao” (así me llama, la guasona). En la taberna del mismo mote se han quedado sin hielo. Allá que va.

¡Qué calor! Agosto hace justicia con las hojas del calendario en Osuna. El “Lobillo” se abanica con los cupones de la M.A.E. ¡Cuánto sudor para ganarse la vida!

“Deja las tiras de siempre, yo te las pago. Irene está ocupada con María José». El tiempo se ha parado; nada más le importa que su hermana: ella es sus piernas, su pensamiento, su alma… Irene es un compendio de virtudes heredadas.

Así es, y así lo cuento.

¡Dios bendiga esta casa!

 

Antonio Moreno Pérez

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