Los Téllez-Girón y los inicios de la fotografía (2)


El protagonismo de los Téllez-Girón en la introducción de este adelanto en Cuba no acaba con la autoría de la primera fotografía tomada en la isla: el príncipe de Anglona concedió licencias para el ejercicio y la difusión de este nuevo y revolucionario invento. Existe constancia de su autorización a dos fotógrafos profesionales (George Washington Halsey y Federico Mialhe) para explotar la nueva técnica de manera comercial. El 16 de diciembre de 1840, Anglona había autorizado expresamente al primero de ellos a publicitar una «máquina de hacer retratos y paisajes». Halsey, además, había inaugurado el 3 de enero de 1841 en la azotea de un centro docente de la ciudad, el Colegio Cubano de Conocimientos Útiles, una «galería para hacer retratos al daguerrotipo», la segunda, según parece, de toda la historia. La primera también fue americana, estadounidense. A pesar de ser europeo el invento, en Europa no comenzaría a funcionar ninguna galería hasta el mes de marzo de ese año, en Londres.
El hijo primogénito del príncipe de Anglona, Pedro Téllez-Girón y Fernández de Santillán, el primer fotógrafo cubano, es otro de los miembros de la casa de Osuna poco conocidos a pesar de sus méritos. El influjo de los refinados ambientes vividos en las casas de su abuela —la célebre condesa-duquesa de Benavente— y de sus padres cristalizó en una clara vocación artística. Durante la estancia de la familia en Paris anterior a la salida hacia Cuba debió entablar amistad con Federico de Madrazo y Kuntz, coetáneo suyo. Ambos, como muchos parisinos curiosos, asistieron admirados al nacimiento del daguerrotipo. El célebre pintor español escribe a su padre el 18 de enero de 1839 desde París: «Estos días no se habla aquí más que del gran descubrimiento hecho por el pintor Daguerre. Parece ser que ha salido con su empeño (hace muchos años que ha estado buscando este resultado) de hacer que por medio de la composición de un papel se reproduzca en él por medio de la luz, en la cámara oscura, cualquier objeto, y en muy poco tiempo, y si hay sol y algo fuerte, se reproduce en su papel en menos de 6 minutos cualquier vista etc. etc. El célebre Arago ha dado ya su dictamen acerca de este prodigioso descubrimiento y se trata de pedir ahora a estas Cámaras un premio para el pintor que consiste en una pensión de 20.000 francos anuales».
Más adelante, en la misma carta, el joven Madrazo profetiza la desaparición del grabado y la litografía, entonces actividades pujantes y lucrativas. No he podido consultar fuente primaria alguna que lo documente, pero parece cierto, realmente era probable, que el primogénito de Anglona y Madrazo, jóvenes de edades y gustos parecidos, se frecuentasen en París y compartieran la pasión por ese nuevo invento. Madrazo admiraba el daguerrotipo pero lo percibió desde el primer momento como el competidor que llegaría a ser para los retratistas; Pedro Téllez-Girón y Fernández de Santillán, por su parte, partía de distinta situación económica y lo vio sobre todo como una nueva herramienta de expresión artística. Ese mismo verano de 1839 se presentó públicamente el invento en la Academia de Ciencias parisina. El joven Téllez-Girón, enfrascado en los preparativos del inminente viaje de la familia a Cuba, no pudo asistir al acto, pero sí su amigo Madrazo, encargado por el primogénito de Anglona de hacerle llegar a La Habana un equipo de daguerrotipo cuando se comercializara.
Investigaciones nuevas sitúan en los años siguientes a Pedro Téllez-Girón y Fernández de Santillán entre los integrantes de una floreciente, y muy vital, sociedad artística que giraba alrededor del «Caffé Greco», en Via Condotti, muy cerca de la Piazza di Spagna, en Roma. Se le cita entre los miembros de la escuela romana de fotografía que practicaban el calotipo, primera e importantísima evolución del daguerrotipo, capaz de democratizar, dentro de lo posible, el nuevo invento.
(Continuará).
