Los liberales


Los lectores de estos artículos recordarán el dedicado a Francisco García Pavón (Tomelloso, 1919 – Madrid, 1986) hace pocas semanas. Había leído un par de libros suyos y me encontraba impresionado por la calidad de su obra, sobre todo por el volumen de cuentos titulado La guerra de los dos mil años (Destino, 1967). Poco después de aquello, hurgando en los anaqueles de una librería de viejo, encontré otro suyo titulado Los liberales (Destino, 1965) y me lo llevé sin dudar. También está compuesto de cuentos muy relacionados entre sí, como formando parte de un mundo completamente acabado, valido por sí mismo. Los personajes se repiten y el escenario siempre es el mismo. Los liberales cuenta en primera persona historias del Tomelloso que vivió el autor durante su infancia y su adolescencia. Los personajes principales son sus familiares, sobre todo su abuelo, dueño de un taller de carpintería, y doña Nati, vecina de su casa, mujer de mucho carácter cuya muerte, ocurrida por causas naturales en 1939, abre y cierra el libro. Pero lo que más admirable resulta de la obra es el protagonismo que poseen el pueblo en sí, Tomelloso, y esa tercera España de la que tan poco se habla y tan valiosa resulta, esa alejada de extremismos e integrada por personas buenas, inclinadas a favorecer a los desvalidos y a encontrar la concordia entre todos. El uso de un vocabulario muy rico y de sabor popular es otro de los distintivos de este libro, como también lo es de Las hermanas coloradas. Sonia García Soubriet, hija del autor, filóloga y profesora, como su padre, nos ha dejado un necesario Diccionario de Francisco García Pavón. Este es difícil de encontrar. Por ahora no he podido consultarlo, pero sí he tenido acceso a una página de la Consejería de Cultura de Castilla-La Mancha que recoge unas cincuenta entradas del diccionario. Entre ellas figuran algunas tan peculiares como ademanario —«conjunto de gestos y actitudes de una persona»—, verdó —«juego de botella de agua y vaso para la mesilla de noche»— o recalcá —«se dice de personas de cierta edad que han perdido el cuerpo de la juventud»—. Lo que García Pavón, según todos los indicios, hace en estos textos suyos es dedicarse a conservar muchas de las palabras que escuchaba en su infancia a las personas que lo rodeaban, dejando para la posteridad de esa manera un impagable tesoro del léxico propio de Tomelloso. Todos los pueblos debían tener autores así. La pasión por el lenguaje es algo que nadie inocula de manera consciente, pero es un hecho que algunas personas la poseen desde muy pequeñas y van a vivir toda su vida dominadas por ella. Son necesarias. Pero en la obra de García Pavón hay mucho más. El autor realiza una visión de conjunto y desprejuiciada de la sociedad tomellosera. Gracias a su sensibilidad es capaz de entrar en los corazones de personas que viven en los ambientes más distintos. Hay relatos realmente entrañables, como el titulado Donde se trazan las parejas de José Requinto y Nicolás Nicolavich, con la Sagrario y la Pepa, respectivamente, mozas ambas de la Puerta del Segura, provincia de Jaén, o aquel otro, también de título largo, llamado Efemérides de la resurrección del miliciano Cijes Salmerón y de sus declaraciones sobre lo que vio en el otro mundo, en este caso una actualización del mito de la Cueva de Montesinos. Porque, eso sí, García Pavón, como buen español y manchego, mientras escribe tiene muy presente la obra cervantina, que a todos sus lectores deja maravillados para siempre. Los títulos de estos cuentos son una buena muestra de ello. También llaman la atención los capítulos dedicados a la tauromaquia. Nadie que quiera contar la historia de nuestros pueblos puede prescindir de ella. De este ramo destacan dos, titulados, respectivamente, Ahora se relata el raro destino de los toros para la corrida del 19 de julio de 1936, con algunas disquisiciones y recuerdos, y Acerca de la traída del cuerpo muerto del oficial miliciano José Mª Cuadrado y desfosación de los huesos del Cunill II, novillero del Maestrazgo. En el primero es muy fácil reconocer el ambiente que se vivía, y aún se vive, los días de corrida en las poblaciones españolas. Y en el segundo se encuentra una maravillosa panorámica de la España más barroca, con su memento mori, esa ineludible consciencia de la presencia de la muerte que tanto nos diferencia de los animales y puede acongojar nuestro espíritu en ratos de soledad. En definitiva, un autor que merece una recuperación editorial que nos ayudará a saber de dónde venimos y a tener más asentados los pies en la tierra.
CUADERNO DEL SUR
(Madrid, 1961). Novelista y narrador en general, ha visto publicados también ensayos históricos y artículos periodísticos y de investigación. Poco amante de academias y universidades, se licenció en Filología Hispánica y se dedica a escribir. Cree con firmeza en los beneficios del conocimiento libre de imposiciones y en el poder de la lectura.