Los jóvenes de la Hermandad de Fátima de Osuna: lo que la lluvia borró, el corazón restauró
La noche cayó sobre Osuna con la amenaza latente de tormenta, pero la pasión y el compromiso de un grupo de jóvenes no se dejó amedrentar. El Grupo Joven de la Hermandad de Fátima, en un gesto que refleja el compromiso que tienen estos niños con su hermandad, dedicó en la pasada noche, largas horas a confeccionar una alfombra de sal en la Plaza Mayor, con motivo de la salida procesional de la Virgen de Consolación, que este año celebra sus 400 años como Patrona de la Villa de Osuna.
Según nos comentan, durante unas cinco intensas horas aproximadamente, los jóvenes se afanaron en crear un diseño detallado que no solo honraba a la Virgen, sino que también embellecía el recorrido de la procesión, poniendo en relieve una tradición centenaria. Pintaron la sal, la esparcieron con mimo, y con manos firmes, dieron forma a un verdadero tapiz efímero que debía brillar bajo los pasos de la Patrona.
Pero la naturaleza tenía otros planes. La madrugada trajo consigo un diluvio inesperado que, como un velo implacable, borró cada rastro de esa obra de arte. El agua se llevó consigo no solo la sal, sino también las horas de trabajo y el esfuerzo de estos jóvenes. Sin embargo, lejos de desanimarse, los jóvenes de la Hermandad de Fátima mostraron lo que significa verdaderamente la palabra compromiso.
Al amanecer, cuando la plaza despertaba, ellos ya estaban maquinando la nueva alfombra de sal. Enfrentando el desafío con determinación, volvieron a empezar. Como si la lluvia nunca hubiera caído, decidieron, con las manos aún cansadas y el cuerpo agotado, rehacer lo que la tormenta deshizo. En apenas unas horas, a contrarreloj, levantaron de nuevo una alfombra de sal, esta vez con más amor, con más fe. Y lo lograron.
Este acto, aparentemente sencillo, encierra una lección profunda: la vida, como esas alfombras de sal, a menudo se desmorona bajo los golpes imprevistos, pero siempre tenemos la oportunidad de reconstruir, de volver a empezar. Los jóvenes de la Hermandad de Fátima lo han demostrado. No es solo el amor por la Virgen de Consolación lo que los impulsa, sino también el valor de levantarse tras cada adversidad, de trabajar en equipo y de transformar la fe en acción.
Con su esfuerzo, estos jóvenes han dejado un mensaje claro a su pueblo: la devoción no es solo cuestión de actos solemnes, sino también de perseverancia y sacrificio. En una sociedad que a veces parece olvidar el valor del esfuerzo altruista, ellos han sido un faro de esperanza, recordando que las tradiciones no solo se mantienen, sino que se renuevan con la fuerza y la ilusión de las nuevas generaciones.
Redactor de El Pespunte