Los crucifijos ocultan lo importante

A raíz de toda la polémica que se empieza a reabrir en torno al tema de los crucifijos en las aulas educativas de nuestro país, me gustaría como persona libre dar mi punto de vista en este sentido.

Creo que una vez más en nuestra sociedad el debate está mal enfocado, se habla de los crucifijos en las aulas como si realmente eso implicara mucho en el proceso de aprendizaje y en los valores que van a recibir el alumnado. Yo preguntaría a los alumnos si hay uno en sus aulas y seguramente que muchos dirían que no se han fijado en ello o que tampoco eso es lo importante.

Hasta aquí yo creo que el debate se desvirtúa, pues considero que lo importante y lo que debe preocupar a la sociedad actual es que el modelo educativo no es para nada igualitario ni justo. Me explicaré. En primer lugar los centros concertados obtienen sus fondos económicos del gobierno o Comunidades Autónomas correspondientes (impuestos de cada uno) y ellos utilizan los mismos fondos (menores que en el caso de la enseñanza pública lo que justifica su existencia para la Administración) en contratar a su profesorado y gestionar los centros. Bien. La contratación de estos profesores se hace a dedo y no se realizan ningún tipo de prueba para ver si están capacitados para la docencia. No creo que esto sea bueno para la calidad ni para la justicia social del sistema educativo. Se imaginan que existieran dos cuerpos de policías nacionales, uno público y otro concertado, este último pudiendo seleccionar libremente y sin control alguno a sus empleados. Yo creo que la sociedad se echarían a la calle y lo prohibiría terminantemente. Pues algo muy similar al ejemplo ocurre en la enseñanza privada y concertada de este país. ¿Cuántos inmigrantes o discapacitados cursan sus estudios en este tipo de centros, financiados por todos? ¿Es lógico que se paguen unos honorarios o que los requisitos de admisión sean complejos para evitar la igualdad de clases en la propia aula?

Éstas son dos simples reflexiones sobre el tema en cuestión. Algo que afecta directamente en Osuna y que yo considero como algo innato a nuestro pueblo y al sentimiento de desapego y de cierta mirada sucia entre las diferentes clases sociales. Lo peor es que se está fomentando desde los servicios públicos y financiados por el dinero de todos que se ve como algo normal y tradicional, como los pastelistos de Santo Domingo.

No creo que ayude a la calidad formativa de los alumnos, la formación en valores humanos (igualdad de oportunidades y justicia) ni tampoco que Jesucristo y el crucifijo eclesiástico que lo representa estuvieran a favor de todo esto. En la biblia se cita algo así como “dejad que los niños se acerquen a mí”. Creo que se refería a todos: blancos, chinos, gitanos, ricos, pobres, discapacitados o con cualquier minusvalía. La doble moral no sirve en este caso, ¿no creen ustedes?

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Ricardo Dabadría

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