Las smash burgers de Federico
Se han puesto muy de moda los locales de hamburguesas “smash”. No, no tienen nada que ver con el rock psicodélico, las smash burgers vienen a ser hamburguesas normales con la diferencia de que los discos de carne son más finos y se aplastan en la plancha a fuego alto para que se cree una costra crujiente. Están buenas, pero no dejan de ser una americanada que algunos tratan de vender como si hubieran descubierto la pólvora, y lo peor es que lo están consiguiendo. Echando cálculos creo que como se asiente la tendencia, en un par de meses puede haber casi el mismo número de locales de hamburguesas que de “La Casa de las Carcasas”. Inquietante sitio éste, siempre vacío. Algo deben tener en las trastiendas, un club de salsa clandestino o un grupo de tik tokers secuestrados condenados a grabar bailes en bucle. No es normal que haya tantos locales y tan pocos clientes.
Las hamburguesas chamuscadas van ganando terreno y fama. Parecen fáciles de hacer, pero tienen su misterio y, según los hamburguesólogos que sigo, hay infinidad de matices entre los de una cadena u otra. Es importante utilizar una buena materia prima, unos utensilios adecuados y que el cocinero sea un tipo experimentado en el apachurre del material. Esta semana en Madrid ha abierto una cadena buenísima que solo atiende por “delivery radiofónico”. La experiencia es un poco extraña porque en realidad nadie las ha probado, solo hemos podido ver como las cocinan, pero es una auténtica delicia. Una de las claves es la carne que utilizan, piezas seleccionadas que fueron picadas y boleadas por Macarena Olona y que ahora son aplastadas contra la parrilla con la exquisita furia de Federico Jiménez Losantos. Una combinación imbatible.
Creo que el verbo ‘padrear’ se inventó para las soberanas palizas que le ha dado Federico a Vox esta semana. Él es el Mike Tyson de la palabra, un señor que cuando cafrea a tus enemigos lo quieres más que a gente de tu familia y que cuando decide sepultar a los tuyos con ocurrencias de lo más geniales lo quieres matar con tus propias manos. En definitiva, un genio. Un provocador cum laude. Un inventor compulsivo de motes insuperables. Diría que de los últimos hombres en España a los que querría tener de enemigo, no solo por su facilidad para colgarte apodos definitorios, también por lo insistente y seguido que llega a ser cuando algo se le mete entre ceja y ceja.
Desde verano Vox ha cometido uno de los errores más flagrantes en los que una persona o una organización puede caer: elegir mal a sus enemigos. Dice mucho del partido y de su cúpula que la mejor estrategia que hayan encontrado sea la de declararle la guerra, primero, a Macarena Olona, una de sus más valoradas figuras, y, ahora, a Federico Jiménez Losantos, uno de sus únicos apoyos mediáticos. Toda la soberbia y el infantilismo que llevaba años escondido en la calle Bambú, se ha desparramado de golpe. Vox se pegó un tiro en el pie izquierdo y ahora se lo ha pegado en el derecho. El “todos están contra nosotros” es un argumento que se deshace, y el atacar a dos personas que de una manera u otra han estado dentro de tu proyecto es una estrategia abocada al fracaso. Olona trituró la carne, Federico la está estrujando contra la plancha, los dos saben exactamente bajo qué alfombra se guardan las pelusas, conocen el secreto de lo que hay en la trastienda de La Casa de las Carcasas.
EL POYETE
Sevilla, 2001. Caballo de carreras de fondo, escritor de distancias cortas. Periodista, bético, sevillano.
Triste que se aproveche un artículo para criticar a la casa de las carcasas. Para no haber nadie ha facturado 180M € en 2022. Un poquito de cultura económica y empresarial por favor.