Las líneas amarillas
Desde hace un par de meses e incluso más tiempo llevo observando que las aceras de nuestro pueblo están tomando un color muy amarillo, un color carnavalesco e incluso parece que por momentos de cachondeo hacia el ciudadano.
Les explico lo que sucede para el poco observador. Muchos de nuestros vecinos, desconozco si con la ley de su parte o con ayuda de los políticos locales, han decidido pintar las aceras que están justo enfrente de sus cocheras de amarillo. El objetivo como se desprende no es otro que poder meter los coches en las cocheras más fácilmente o incluso permitirse la reserva. Hasta aquí todo perfecto. Es decir, si la legislación lo permite y el que pinta la acera de su vecino de un color amarillo paga sus impuestos y cumple los requisitos pues perfecto. Ahora bien, observo como en mi propia calle, Aguilar, se ha pintado y despintado dicho color amarillo.
Entiendo que los vecinos pintaron la acera, sin permiso y sin pagar impuestos y el propio Ayuntamiento de Osuna volvió a pintarlas de su color habitual. Pero es que en otras calles, las aceras siguen pintadas de color amarillo. ¡Pues habrán pagado sus impuestos! Sí, es una posibilidad, pero les aseguro que mis vecinos de la calle Aguilar estarían dispuestos a pagarlos si se lo permitieran. Claro que a uno que le da por pensar, piensa que si la legislación lo permite, todos los vecinos de la calle Aguilar con cochera o dificultades para acceder a ellas, pagarían y pintarían la acera de enfrente para poder maniobrar con más comodidad. En este caso, ¿qué podría ocurrir?
Entre que hay cocheras en un lado y líneas amarillas en otro, nos vamos a aparcar al aparcamiento del Ayuntamiento. Ah, no perdón, que ese es sólo para los coches de los políticos, el cual pagamos todos con nuestros impuestos.
Ricardo Dadabria
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