Las lágrimas de San Lorenzo
La noche traía ese sopor turbio y caluroso de Agosto donde los cuerpos se aletargan y las mentes se despiertan. Sobre nosotros, el cielo cobraba una dimensión desconocida mientras que por nuestras espaldas, desde el cerro que lindaba con Cantalejos, una leve brisa nos llegaba con aromas de tomillos y romero. Pero no fueron las fragancias las que despertaron nuestros ojos, sino el susurro del follaje y los matojos salidos de la nada, de aquella nada profunda e inquietante, bóveda rota por el titilar de las estrellas, escenario cuidadosamente mimado en el que mi padre, señalando al Zenit, desgranaba secretos y constelaciones.
– ¡Un ovni papá!, un ovni!- gritamos.
Su voz se tornó misteriosa, sus gestos intrigantes, las horas avanzaban y como quien sabe lo que hace, emprendió el relato del martirio de San Lorenzo. Sólo recuerdo aquello de “Volvedme al otro lado que de éste ya estoy asado”, porque la esquina imprevisible donde los dioses y la realidad alcanzan su dimensión desconocida hicieron acto de presencia, y no fue un ovni, ni dos, ni tres… ¡Un ejército de ovnis! Ráfagas luminiscentes a modos de luciérnagas siderales, estelas fulgurando hacia abajo, rastros encendidos que me dejaron el alma colgando de ese hilo que marca eternamente, eran las Lágrimas de San Lorenzo.
Inma Valdivia©
Periódico joven, libre e independiente.
Fundado el 24 de noviembre de 2006 en Osuna (Sevilla).