Las farolas no tienen ideología


Se lo escuché decir hace tiempo a un buen amigo, con experiencia y larga trayectoria en campañas electorales y estrategia política. Aunque nuestros políticos no lo crean, los ciudadanos lo único que queremos es que las cosas funcionen, necesitamos que las cosas funcionen. No entendemos de sus guerras, no nos importan, nos indignan. Y en cuestiones de política municipal, más todavía.
Hoy, el Pleno del Ayuntamiento de Sevilla, votará la moción de confianza activada tras el rechazo a los presupuestos. Todo apunta, a que no obtendrá la mayoría necesaria y empezará la cuenta atrás para que la oposición presente un candidato. Tampoco esto parece probable. De esta manera, en los primeros días de julio, cuando se constate que no hay alternativa, el alcalde se verá confirmado y los presupuestos aprobados, como ya ocurriera hace unas semanas en Barcelona.
Para este viaje no hacen falta alforjas. Es decir, si todos los partidos saben que los números no dan para plantear una alternativa, y que el marco legal beneficia al equipo de gobierno, que finalmente conseguirá tener aprobadas unas cuentas propias, ¿hay necesidad de estar medio ejercicio sin presupuesto?
Vox lleva meses denunciando el chantaje y la venta de España por siete votos, lo cual -dicho sea de paso-es absolutamente cierto, pero ahora, de alguna manera, provoca un chantaje parecido en el Ayuntamiento. La sensación de priorizar el acceso al poder a la estabilidad de la ciudad es absoluta y le lleva a votar en contra de cualquier medida que proponga el gobierno, sin importarle su contenido. Ni sus propios votantes pueden entender la actuación del partido en Sevilla.
Y, por otra parte, el PSOE, oponiéndose, incluso a los proyectos iniciados en su mandato. Aquel compromiso de lealtad manifestado por Muñoz en el debate de investidura parece haber sido sustituido por el bloqueo absoluto impuesto desde Madrid. Y mientras, la ciudad esperando.
Después de tantos años de inacción, Sevilla no está para peleas de niños. Seguimos sufriendo los barrios más pobres de España, padecemos un claro problema con la limpieza, una red de metro insuficiente, un turismo descontrolado, una gerencia de urbanismo obsoleta y una evidente necesidad de inversiones, por citar sólo algunos de los muchos retos que tenemos por delante. Entre los que quieren hacerse un Puigdemont con sus votos y los que han levantado un muro a la derecha siguiendo las indicaciones del nuevo escribano de la Moncloa, la ciudad está abandonada a la estrategia partidista.
Como decía mi amigo, las farolas no tienen ideología. Pónganse manos a la obra. Sevilla no funciona desde hace años y esos problemas no son de derecha ni de izquierda, son de falta de gestión. Intentar triquiñuelas para que el gobierno no pueda gobernar, retrata al que las hace y nada aporta al bien de la ciudad.
POR DERECHO
Abogado, socio-director Bufete Rodríguez Díaz. Profesor en la Universidad de Sevilla (US), Universidad Pablo de Olavide (UPO) y Loyola Andalucía.