Lamine Yamal y el gallito con el pico cerrado


Con 16 años para 17 lo normal es morder bolis, escribir tu nombre en las páginas del libro de Lengua con letra de grafiti, haber dejado hace poco de frotar y esnifar los libros de Gerónimo Stilton, tener en la estantería los del Diario de Greg, hacerte tus botellones, reaccionar a stories de chavalas con fueguitos, jugarte un torneíto de Fifa y dártelas de chuleta sin haber empatado con nadie, llevar los calzoncillos por encima del bañador y tirarte de cabeza a la piscina. Eso es lo normal con 16 años para 17 siempre y cuando Messi no te diese un flete en la marmita de los genios, siempre que el hombre que vino a coger el relevo del barrilete cósmico no te bautizara en el barreño de la magia.
Si eso ocurre, y la pulga de lo distinto te pica y te bendice en la pila bautismal de los elegidos, entonces puede que tu equipo vaya perdiendo con toda una selección francesa en una semifinal de Eurocopa y decidas abrirle la boca al mundo y cerrarle el piquito a un gallito con miedo que intentó descentrarte con su charlatanería. Lamine Yamal cogió el balón y fue a retar en el campo a quien lo retó fuera, así hablan los fuera de serie, se perfiló delante de quien le pidió más cuando en realidad le imploraba menos, de quien creyó que un pibe casi quinceañero no aguantaría la presión del escenario. Un quiebro para allá, otro quiebro para acá. Y toma, Rabiot, un pase Vip para ti, una entrada front stage, para que lo contemples en un lugar preferente y hagas bien la digestión de tus palabras.
El esférico hizo la parábola del croissant, esa curva del bollito que si se pone en vertical pudiera parecer la asta de un toro, y dio en la cara amable de un poste duro como una baguette de ayer. Lavin, compaé, Yamal, qué golazo de época, de marco, de recordar. ¿Que cómo sonríen los jugones? En Brackets, con esa mueca del nene travieso que hace la trastada de lo que le sale natural y va a la banda a que le den en la cabeza y le desordenen el pelo brócoli. Hoy mismo debería entrar esa foto enmarcada del balón bajando ante la atenta mirada de la defensa gala por las puertas del Louvre.
Yamal desmenuzó con su inspiración las ansias de quien pegó primero, les bajó los humos a los franchutes, devolvió a la tortuga a su caparazón. Le pitaban a Cucurella, que ha puesto a bailar a media Europa, buscaban la banda de un Navas que con cartulina amarilla aguantaba los envites y los fogonazos bleus, como el general que sabe que es su última batalla. Y la Españita de los guajes y los chavalillos continuó con su cita con el destete de la gloria, y los niños que mamaron de la teta de la épica sudafricana le dieron el bibi y vacunaron a los franceses. Y para colmo, Olmo. Quién carajo le va a pedir peras a quien impregna el balón del almíbar de lo colosal. Un recorte dentro del área, acomodándose la bola con un empeine que es una cama elástica. Un fusilón al sitio donde si no entra, que la metan.
Nacho, siguiendo la estela del pitbull de Leganés, que ladraba desde la grada, se apoyó sobre la cabeza de uno de ellos como explicándole de qué iba la guerra, que el sitio donde les íbamos a mandar era la lona. Perros de presa, Arde Bogotá, y también de paso Notre Dame. El jabe o no pisando al ça va, los de los guiñoles sometidos ante los guiños del Cachorro que pusieron a toda España a emular al gitano y a mirar al cielo. Los de Versalles rendidos a Los Palacios y Villafranca.
El fútbol será pan y circo, pero es lo único que consigue aunar las fuerzas, la pasión y el amor de este país de agua y aceite, de azúcar y sales. El fútbol es el intérprete entre españoles, el verdadero pinganillo en el hemiciclo de nuestra felicidad. Tienen que llegar estas citas para recordarnos lo que podríamos ser si nos vertebráramos, si en vez de escupirnos fuéramos a una. Si nos dejáramos de Vitos Quiles (célebre tuit el suyo en el que decía que no le representaban Yamal y Williams) y Fonsis Loaiza (qué tío más pesado), si en vez de brochazos gordos nos dedicáramos a dar estos trazos de finura y elegancia que se nos dan tan bien, seríamos invencibles.
«Habla, habla», decía Yamal buscando la cámara, redondeando la faena de su alternativa en el Olimpo. Ya que estamos, que pase Inglaterra. Y así el domingo cerramos esto con Alcaraz ganando Wimbledon y con la España feliz y divertida de Luis de la Fuente levantando la Eurocopa. Sería lo suyo. Soy español, ¿a qué quieres que te gane?
EL POYETE
Sevilla, 2001. Caballo de carreras de fondo, escritor de distancias cortas. Periodista, bético, sevillano.