La unión hace la fuerza

“España no es sólo un grito pa cuando gana la selección”. Algunos lo recordareis. Así sonaba un tango del Carnaval de Cádiz, allá por los años noventa. No recuerdo bien el año ni el coro, pero se me quedó grabado. En este país, antes llamado España -como decía Fernando Vizcaíno Casas- sólo desempolvamos las banderas cuando gana la selección. El resto, es de fachas.
Viendo estos días jugar y ganar a los nuestros, se confirma que, cuando se trabaja en equipo y cada uno da lo mejor de sí mismo, las probabilidades de éxito aumentan. Unai Simón, Cucurella, Carvajal, Morata, Fabián, Pedri, Oyarzabal, Olmo, Merino, entre otros, unidos bajo un mismo escudo, representan la mejor diversidad de nuestra nación. Vascos, catalanes, madrileños, andaluces, navarros, canarios, reflejan la pluralidad unida por un mismo objetivo. Y por supuesto, Lamine Yamal y Nico Williams, que muestran la acogida de un país que en su día fue emigrante. No veo a ninguno de ellos reivindicando en el campo un absurdo nacionalismo, sino dando lo mejor para el triunfo colectivo. No hay guerras particulares sino una batalla común. El equipo por encima de todo, la nación por encima de localismos. Y al frente, un hombre sin complejos que no tiene miedo a dar testimonio de su fe y a exponer lo que significa en su vida.
Esta forma de llevar nuestra bandera a lo más alto contrasta con una clase política sin altura de miras, antítesis total de los valores que hemos disfrutado estas semanas. El objetivo era ser campeones y están a un paso de alcanzarlo.
No soy especialmente defensor de los futbolistas, muchos de ellos despistados por la fama y por contratos disparatados, pero la realidad es que cuando se trata de representar a España, sitúan ante su propio espejo a unos políticos incapaces de anteponer el bien del país a sus legítimas diferencias. Esta selección, como en su día la de Luis Aragonés o Vicente del Bosque, confirma que el éxito sólo se alcanza desde la unidad.
La identificación de la sociedad con el futbol es casi total. Con la clase política casi nula. Cada domingo, la mayoría de los españoles siente un pellizco cuando los suyos saltan al campo. La selección nos une bajo una misma bandera y hasta consideramos nuestros a los jugadores del eterno rival, con las barbaridades que les decimos el resto del año… Todos vamos en el mismo barco.
España no es sólo una bandera que llevar a los mítines o una pulserita de la que presumir. No es un concepto discutido y discutible. Es una gran nación que necesita del compromiso de todos. Si el esfuerzo común y la solidaridad nos están dando resultado estos días en Alemania, no estaría de más que nuestros políticos tomaran nota de la receta.
