La última Carca(jada)

España es un país al que le queda bien el exceso. Una patria enamorada de sí misma, a la que les gusta emborracharse de irresponsabilidades, morrearse en los espejos, parodiarse en sede parlamentaria. Reírse en la calle. Somos todos tan enemigos de nosotros mismos que necesitamos enemistarnos con los de enfrente. Somos todos tan sordos que acusamos de equidistante al que no se ha pronunciado. Nos gusta la marcha, pero también ponernos estupendos. Somos el equilibrismo de todas esas cosas que es imposible entender que estén de pie. Somos el céntimo que rueda cuando se cae, la botella de agua quedándose recta en el suelo, el borracho que encuentra la lucidez necesaria para no acabar en pelea. No somos un país de pandereta, somos la mano que toca la pandereta. Y cuando decidimos aporrearla, nadie lo hace como nosotros.

España es un niño travieso y un anciano con ganas de juerga, una peineta disimulada, un tercer cubata. España es una influencer polioperada, un catedrático sin cátedra, un delincuente con vocación de servicio público. España hace memes de cosas serias y se toma a pecho las gilipolleces. Aquí se rentabilizan los despropósitos y se disfruta con las desgracias. Aquí se tararea el himno si hay fútbol y se mira con desdén a la bandera. Aquí se ve Formula 1 mientras se buscan fórmulas para salvar el mundo desde la barra de un bar. Estamos hechos de motivos acrobáticos, de justificaciones deliberadas, de noches con sol. A la sombra que dan los molinos de viento nos tostamos el cerebro, hervimos el corazón, congelamos nuestro espíritu. Andamos cojeando, pero dormimos a pierna suelta,cocinamos nuestras prisas a fuego lento, somos ortodoncistas de caballos regalados. Si vemos que cortan las barbas de nuestro vecino ponemos garbanzos en remojo. Si notamos que la cosa está demasiado tranquila apedreamos nuestro tejado, si la vida nos da limones buscamos una herida sobre la que exprimirlos.

Protegemos lo nuestro, le damos el biberón a los enanos de nuestro circo, les compramos las balas a los monos con dos pistolas, jaleamos a los que ya se tocan las palmas ellos mismos. Somos la política a la medida del hombre, ah, y de la mujer, que no se nos olvide que aquí estuvo Doña Isabel La Católica. Nadie hace como nosotros los castings del surrealismo, somos los mejores productores de la industria. Tenemos al narcisista humilde, al gallego sudapolla, al culturista flojo. Contamos con la comunistade Disney Channel, con la feminista patriarcal, con su amiga del instituto. También está el independentista catalán que le ha cogido el punto a Madrid, el nene de la semana laboral de cuatro días y su antiguo compi de revolución que ha vuelto a cursar Comunicación Audiovisual. Una Liga llena de talento para la comedia que estaba liderada por el desvarío de los que dicen que en casa manda su mujer, del tarumbismo más rancio y pesetero, de los nacionalistas de sus ombligos. A España le quedan bien los excesos, pero no le gusta que se cuenten chistes malos. Y menos, en su nombre.

Santi Gigliotti
Twitter: @santigigliotti
Foto: J.B.
Clic hacia arriba