La transformación

 

Como quiera que sigue habiendo más de mil entradas en los artículos dedicados a nuestro convento de la Merced y como lo prometido es deuda, vamos a completar con la transformación habida en el edificio, Iglesia y Convento en el último cuarto del siglo XVIII, bajo la dirección de Ruiz de Florindo. Digo completar pues lo que corresponde a la fundación y vida de la Hermandad de Jesús Caído y Nuestra Sra. de los Dolores en el convento Mercedario, lo ha estudiado de forma muy brillante su capataz D. Javier Rodríguez Jiménez y desde aquí le invito para que lo publique en “El Pespunte” para general conocimiento en la seguridad de que muchos se lo agradeceremos.

En enero de 1609 la reforma mercedaria tiene en su poder las oportunas licencias para fundar la decimotercera casa en España y la séptima en Andalucía, tan anheladas por los frailes. Hemos visto en la publicación anterior las vicisitudes vividas por los mercedarios hasta febrero de 1637 año en el que logran afincarse definitivamente en el lugar conocido como plazoleta del Dr. Serrano. Este convento debió ser reducido, pues las obras para una nueva edificación se inician el 4 de Octubre de 1662. Con el paso del tiempo la ruina se adueño de él y el siglo XVIII fue el de enriquecimiento de la Iglesia y terminación de nuevas obras.

Gracias a un manuscrito conservado en la Universidad de Sevilla sabemos que fray Miguel de San José, natural de Osuna, General de los descalzos y después provincial de Andalucía, impulsó las obras que en los años sesenta y setenta del siglo XVIII construyeron y embellecieron convento e Iglesia, pues el templo se dedicó nuevamente el 12 de Mayo de 1.775.

El autor del edificio parece ser el maestro Antonio Ruiz de Florindo, conocedor de las formas decorativas y sistemas compositivos usuales en el barroco de la campiña Sevillana, y que aporta como novedad emplear ladrillo cortado limpio y moldeado como si fueran yeserías. A el se debe la torre de cuatro cuerpos y capitel, concluida entre 1.768-1.775. La portada principal, a los pies, se resuelve con pilastras cajeadas que soportan un frontón curvo y partido con una hornacina vacía. La antigua Iglesia, de una nave, se cubre con bóveda de medio cañón y el crucero mediante cúpula sobre pechinas, de profundas yeserias, estando constituida por nueve capillas y un coro alto.

La ocupación francesa de la villa ducal en 1.812 utilizó el convento como hospital, recuperándolo los mercedarios al año siguiente, aunque nuevamente lo suprimen las Cortes en 1.820, trienio liberal, con devolución posterior hasta 1.835 que supone la pérdida definitiva del convento por efecto de la desamortización. No se tienen noticias de los efectos de la desamortización sobre el conjunto. Parece que no se enajenó nada, lo que en cierta manera resulta lógico dado que era un lugar históricamente degradado y de cara a los inversores tendría poco interés para operaciones inmobiliarias. Quiero decir que no se trataba del claustro dominico de la Carrera (hoy peña Sevillista) o la huerta de las Clarisas (hoy Urb. Santa Clara), por poner algunos ejemplos. Actualmente el templo esta desacralizado y sus obras dispersas conservándose pinturas murales en arcos y cornisa así como hornacinas sin decoración alguna, siendo de interés el claustro de planta cuadrada con arcos de ladrillo sobre columnas de piedra en la zona alta y sobre pilastras en la baja, así como el panteón para la comunidad.

Antonio Ruiz de Florindo hermano menor de Alonso y de Cristóbal, nace en Fuentes de Andalucía en 1.746, hijo del maestro albañil Juan Ruiz Florindo y de Marina Fernández del Corral. El acta del examen gremial lo describe en su juventud como delgado, de color trigueño claro, pelo y ojos negros y lampiño. Por edad forma parte de una generación posterior a la de sus hermanos, perdiendo a su padre cuando sólo cuenta siete años por lo que no pudo recibir sus enseñanzas, teniéndolo que aprender bajo la tutela de su hermano Alonso y Cristóbal además del carpintero García Fernández Caño con cuya hermana se casa en 1.776. Con ello se garantiza la continuidad estilística, si bien, son ataduras de las que pudo desprenderse con su alejamiento de su pueblo natal en el que gracias a su trabajo en la construcción de las casas capitulares y en la reforma de la Iglesia parroquial, obtiene su titulo de maestro el 18 de Agosto de 1.771. Antonio destaca en la fontanería, aspecto de su carrera profesional que termina condicionando su futuro.

En estos momentos ya llevaba algunos años construyéndose la Iglesia de la Merced o de San Pedro Nolasco, aunque todavía no ha empezado la obra de la cilla. Trabajó en ambos edificios y cualquiera pudo ser el motivo de su traslado a la villa, aunque sería por la del cabildo iniciada en 1.773, sin descartar que el llamamiento viniera de los mercedarios, aunque lo probable es que se incorporara a la obra en 1.772-1.773, ya que la venta de su casa de Fuentes se produce en 1.772, fecha que habría que tomar para su traslado a Osuna. Lo que si resulta sorprendente es la acumulación de trabajo que tiene en Osuna, habida cuenta de su escasa experiencia, pues no olvidemos que su titulo de maestro lo adquiere en 1.771.

La novedad creativa aportada por Antonio se produce en el cambio de materiales, si su experiencia previa se produce en el ladrillo cortado y limpio y el merodeado de yeseras, ahora debe trabajar en piedra, lo que comportó algunos cambios conceptuales. En efecto, el traslado de Antonio a Osuna, le permitió actualizar sus conocimientos con otra línea evolutiva del barroco tardío caracterizado por las fachadas escenografitas. Contribuye este nuevo espíritu a dinamizar su arquitectura, a crear sensación de movilidad en el plano de las portadas de sus edificios, con el empleo de las medias columnas o pilastras sesgadas.

En cuanto a su participación desde el principio en la obra de la merced, queda descartada por un problema de fechas. El período señalado para la obra de 1.768-1.775, resulta muy amplio para asegurar la presencia de Antonio, pues hasta 1.771 no esta en condiciones de dirigir obra alguna al carecer de titulacion suficiente. Es posible que la obra la iniciara algún arquitecto afín y luego le cediera su lugar, no siendo descabellado que se tratara de su hermano Alonso. Los planos debieron trazarse antes o durante de 1.768, a no ser que el titubeo que acompaña a las grandes obras, fuese demasiado largo, siendo lo prudente descartar a Antonio de su paternidad.

Como resumen de este baile de fechas, 1.775 identifica el momento de la incorporación de Antonio al proceso constructivo, encargándose de las partes más representativas del edificio, fachada y torre, sujetos a una amplia tarea compositiva y ornamental. Esta interpretación permite organizar una secuencia más lógica de la actividad de Antonio en Osuna, en la que la cilla es primero, y la Merced después.

Saludos a los lectores/as de “El Pespunte” y como siempre quiero terminar con mi agradecimiento a D. Francisco Ledesma Gámez, Coordinador del Aula de la Experiencia de la Universidad de Osuna, por tutelar este trabajo y poner en mis manos la bibliografía necesaria para entresacar estos apuntes. 

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