La Señora Pop, la cafetería de la Alameda en Sevilla donde puedes comer tarta, mientras escuchas a Triana rodeado de dibujos animados


Cuando entro en la Señora Pop, el calor sofocante de la Alameda y el bullicio de la calle Barco quedan relegados a un segundo plano. Allí, me reciben Vicente y Julio, entre los clientes que toman uno de los famosos batidos de la cafetería. Me siento junto a la barra decorada por las imágenes de dibujos animados y miro los muñecos colocados de forma estratégica en una balda, que hacen honor al nombre del establecimiento. De fondo, la música de Triana nos recuerda el lugar de donde los dos socios y amigos provienen.
¿Cómo empezó esta aventura de la Señora Pop?
«Aquí antes había un bar de la época, el Utopía. Ese bar estuvo cerrado un tiempecito y nosotros dos, junto a un tercer compañero, estábamos trabajando en Perro Viejo. Decidimos que era el momento de montar un negocio. Entonces, estuvimos buscando por la zona y este nos gustó bastante. Lo cogimos y teníamos la intención de salir un poco de la hostelería de bar de tapas en la que estábamos en ese momento y montar una cafetería y bar de copas. Así que, nada, cogimos el local, montamos eso y, al poco tiempo, que teníamos la idea de que no fuera sólo una cafetería en sí, empezamos a introducir los eventos, conciertos y una serie de cosas. Y con ello acabamos teniendo lo que tenemos a día de hoy», nos cuenta Vicente.
¿Y en qué año fue eso?
«Eso fue en 2015» interviene Julio y luego continúa: «Lo que pasa es que, como nosotros abrimos un 17 de diciembre, de 2015 nada más estuvimos quince días».
¿Cómo es el tipo de público que suele venir aquí?
«Nosotros, al principio, más que el tipo de público que queríamos, teníamos unos cuantos conceptos, y uno de ellos era que la persona que viniera pudiera venir sola. Parece que siempre tienes que quedar con alguien para salir o te da cosa salir solo y entonces ahí comprobamos que, haciendo eventos tipo poesía, hemos hecho el bar un poco en base a lo que a la gente suele gustarle mucho. Aunque tampoco todo lo hemos propuesto nosotros, también hay que decirlo, pero sí es verdad que el bar lo ha creado más la gente que nosotros. Nuestro lema principal era nunca decir que no, dentro de nuestras posibilidades. Hemos dado con muy buenas personas, porque Vicente y yo no podemos saber de todo. Nos propusieron hacer algo de poesía y así han salido muchos eventos. Y entonces, claro, al final hemos tenido muchos clientes habituales, porque si tú vienes a un evento de poesía, vienes porque te gusta. Al final, vienes y ya estás en un círculo en el que te mueves porque te gusta, tanto teatro, como poesía o la música. Aquí se ha conocido muchísima gente, han formado grupos y se han hecho amigos. Pero no buscábamos un perfil concreto, sino que todo el mundo se sintiera a gusto y tuviera su espacio», afirma Julio, que le da la palabra a Vicente: «Y creo que lo hemos conseguido porque, depende del día y depende de la hora, el público cambia muchísimo. A lo mejor un sábado o un domingo por la tarde tenemos mucha gente joven, muchas familias, gente merendando y tal; después por la noche podemos tener más gente a la que le interesa el mundo de la cultura y la música, un público más alternativo. Solemos tener un público muy variado y diferente», a lo que Julio hace un inciso: «Hemos tenido hasta a funcionarios desayunando, que no se esperaban qué es lo que había por la noche. A lo mejor han llegado una vez por la mañana con esto en silencio, con los desayunos y oliendo a tostadas, con la música muy relajada y por la noche dicen: Hostia, ¿esto qué es?».
¿Y cuál creéis que es el evento que más triunfa aquí en la Señora Pop?
Julio afirma: «No me mojaría por ninguno. De hecho, tengo treinta y ocho años, y he aprendido un montón en ese tema. O sea, te das cuenta de que no es más popular lo que a ti te gusta o donde tú te mueves. Yo me muevo en unos ámbitos donde sé que hay gente, pero hay otros que no tenía ni idea. Entonces, no descartaría ninguno porque es verdad que, cuando lo haces con ganas y te lo propones, se llena. Siempre, cuando una persona ha llegado y ha confiado en su evento, funciona. Ya te digo, nosotros hemos tenido aquí, que a mí me gustaba mucho, charlas filosofales y no entraba la gente o tenían que salir por los que entraban. O hemos tenido un festival de cortos, vamos, un día de cortos, y a rabiar». Y añade Vicente: «Poesía la tenemos una hora al mes y se llena muchísimo. Nosotros tenemos un micro abierto, tenemos la jam session, tenemos los conciertos, tenemos el teatro de improvisación y, por suerte, todos los eventos tienen muchísimo público, con sus subidas y sus bajadas, porque no todo el año es bueno, pero sí que es cierto que se llenan todos bastantes. Así que estamos bastante contentos con ello. Como dice Julio, no nos mojamos por ninguno, porque todos tienen algo. No hay uno que sea nuestro evento franquicia».
La duda que siempre he tenido. ¿Por qué se llama Señora Pop y a quién se le ocurrió el nombre?
A ello nos contesta Vicente: «En el momento que estábamos montando la idea de la cafetería, éramos nosotros tres y nuestras tres parejas. Además, tú le cuentas tu proyecto a tus amigos y, claro, todo el mundo empieza a opinar. Se dieron muchísimos nombres, todo el mundo daba un nombre diferente, había nombres que eran más serios, que no iban con el concepto que queríamos. Entonces, se nos ocurrió la Señora Pop por hacer un juego de palabras entre la tetera de la Bella y la Bestia y con la cultura popular. Nosotros queríamos que este sitio fuese, por decirlo de alguna manera, de estética pop contemporánea, de cultura pop. Lo que ocurre es que al final muchas veces a las personas como nosotros que no venimos con un capital grande a la hora de montar un negocio, pues, claro, hay ciertas cosas que se te escapan del presupuesto y otras que tienes que acoplarte. Por lo tanto, cuando nosotros creamos a la muñeca, la montamos con esa premisa, como si fuese una mujer que ha vivido bastante, pero que tiene un espíritu muy joven, que sigue estando a la última, que ha estado en todas las movidas y las que le quedan. Y, por cierto, la creamos mucho más macarra, con tatuajes en el cuello, sin gafas, pero me hicieron cambiarla. Al principio, la estética no fue tan pop como queríamos, pero acabó acompañando y la cuestión es que al principio nos chirriaba mucho el nombre de la Señora Pop, pero llegó un momento que, como hablábamos tanto del proyecto, al final no decíamos la cafetería, sino la Señora Pop y, al final, se nos acabó quedando el nombre a todo el mundo. Cuando llegó el instante de decidir qué nombre le poníamos, fue unánime decir: la Señora Pop. Y yo creo que los nombres muchas veces dependen de la personalidad que tengas y del tiempo en usarlo, me explico: los nombres hay que ganárselos y la Señora Pop puede ser un nombre que no te gusta nada, pero, una vez que tiene imagen, que tiene personalidad, finalmente la gente se acostumbra y es un nombre que gusta. Entonces, viene del juego de palabras entre esas dos cosas. Descartamos un montón de nombres: Galaxia 4, Servillano, que era de ser malo y de ser sevillano, y la decoración iba a ser con figuras y tal. Julio quería ponerle Mordor para decir: ¿Adónde has ido a tomarte una copa? Allí a Mordor; ven pa’acá, al lao de Mordor; he quedado con una tía en Mordor. Eran un montón los nombres que teníamos y al final pues se quedó ese y creo que acertamos. Porque Galaxia 4 hubiera cambiado totalmente la estética y el Servillano también hubiese cambiado el concepto. Es más, como anécdota, me vino un día un tío muy borracho por la noche, que estaba yo aquí solo y me dice: Oye, dile a tu jefe, no me dijo que era un analfabeto, pero era algo parecido, que Señora Pop no se escribe así, como en la Bella y la Bestia, se escribe Potts, no sé qué. Y le enseñé la carta y le digo: Pues mire usted: Este es el personaje principal de aquí de la casa, es nuestro logotipo y nuestra mascota, y entonces el nombre hace alusión a esto y es un juego de palabras entre esto y lo otro, y por lo tanto no hace alusión a la tetera de la Señora Potts. Y el tío dice: Ah, muchas gracias, hasta luego. Y cogió y se fue».
¿Qué creéis que tiene la Señora Pop que no tengan otros bares de la zona?
Julio responde sin dudarlo: «Yo creo que lo principal es que siempre estamos uno de los dos. Es raro que tú llegues y no estemos uno de los dos. Entonces, escuchamos mucho al cliente, lo que quiere y lo que pide, qué es lo que solicita o en qué podemos mejorar o incluso qué estamos haciendo mal». Y continúa Vicente: «El trato con el cliente es importante y después también tenemos un horario muy extenso en el que, como te comento, el bar cambia muchísimo dependiendo de la hora y de lo que estemos haciendo y del día y de la época del año incluso. Entonces yo creo que eso hace que cualquier persona se sienta aquí cómoda. Pero lo que quiere decir Julio es que lo que nos hacía diferente al principio es eso, lo que pasa es que eso llevarlo en el tiempo es muy complicado, pero nosotros estamos aquí todo el día. Entonces, los primeros clientes que tuvimos fueron nuestros excompañeros de Perro Viejo, gente de los bares de alrededor y personas solitarias que empezaron a entrar aquí y se sentaban ahí en la barra; no hablaban con nosotros, pero se encontraban cómodos. Al final, nos hicimos familia de esas personas porque nos reíamos todos los días, hablábamos con ellos todos los días y es lo que dice Julio. Nosotros teníamos un grupo aquí de personas que no se conocían entre ellas, se acabaron conociendo por nosotros y crearon un grupo maravilloso. Entonces, eso llevártelo en el tiempo es muy complicado, porque tampoco podemos estar aquí todo el día nosotros siempre juntos, no podemos echar tantas horas como quisiéramos, pero sí que al principio teníamos ese trato. Eso nos hacía muy diferentes, después el hecho de que aunamos conceptos como el tipo merienda, coctelería y eventos, eso también creo que es un atractivo que no tienen otros sitios. Tú vas a un restaurante o a un bar de tapas, y vas a tapear y punto; vas a un sitio a tomarte una tarta o un cóctel tipo cafetería y vas a eso. Ahora, que puedas cambiar y tomarte a lo mejor tu tarta escuchando un evento, eso hace que sea bastante diferente. Como dice Julio, nuestro lema es no decir que no; entonces, cualquier persona puede acoplar aquí algo que le apetezca hacer. Tú vas a otro sitio y te ponen sus condiciones, te ponen sus precios y tú tiras adelante o no. Nosotros intentamos acoplarnos aquí a lo que vienen proponiéndonos. Gracias a eso, hemos tenido muchos eventos y hemos hecho muchas cosas que incluso a nosotros nos han gustado bastante o hemos disfrutado mucho». Acto seguido, interviene Julio: «Mira, como anécdota bonita que yo haya vivido aquí, a nosotros nos propusieron hace un vídeo de una postboda, porque se conocieron aquí. Y entonces se acordaba el chaval y pusieron la música que escucharon ese día».
¿Crees que ese es el principal motivo por el que la gente viene aquí?
«El sitio es fundamental también», prosigue Julio, antes de continuar. «Igual lo monto en un barrio y viene más gente del barrio. Estamos en la Alameda y todo influye, hay mucha gente de paso, pero sí, yo diría que es ese toque cercano que se está perdiendo a lo mejor con las franquicias». Justo después, comenta Vicente: «Y es más, un inciso y sin nombrar a nadie, pero nos consta, porque han venido los propios dueños a hablarlo con nosotros, y estamos hablando de tres establecimientos diferentes, nos consta que hay personas en los alrededores o un poquito más lejos que, en un momento determinado de su vida, han estado aquí porque les ha gustado el sitio y tenían pensamiento de montar algo y la base de lo que han montado ha sido el concepto este. Y han montado bares, no te voy a decir idénticos porque no lo son, pero sí bares cuyo concepto y otras cositas sí son las que tenemos nosotros. Y ellos han estado aquí para decirnos: Oye, a nosotros nos gustaba muchísimo esto y lo cogimos como referente para montar nuestro negocio».
¿Y eso os molesta u os halaga?
«Nos halaga. Igual que los eventos. Muchas veces dices: el evento lo tengo yo, pero el evento lo monta una persona y a lo mejor se dedica a ello: el que se dedica a la música, pues a la música; el que se dedica a escribir, pues a escribir. Y entonces esto es como un trampolín y nosotros encantadísimos. Y la gente que viene a cantar, que triunfe; gente que viene a escribir, que triunfe», nos explica Julio.
Veo las figuritas y los muñecos que están sobre esa balda. ¿Son vuestras?
«Son donaciones de los clientes», comenta Julio. «Eso empezó, como todo, como un juego, que sí es verdad que ahora se ha parado. Ahí lo que había eran vinos y copas, se ve en fotos, y te puedo decir los primeros que estuvieron ahí. Y, bueno, es verdad que Vicente es un gran coleccionista de muñecos, es una de sus pasiones y le encanta, y al principio empezó como un juego y la gente nos preguntaba: Oye, ¿eso lo vendéis? Y nosotros: No, no. Ya cada cliente traía uno personal, aunque hay algunos nuestros de coleccionismo y eso, pero el 95% nos lo han traído, en plan: Mirad, este muñeco lo tenía en mi casa y me gustaría que estuviera aquí y, cuando vengo, lo veo. O también nos lo daban para que nos dieran suerte. Era también una atracción para los niños que entran y los miran. Y todo el mundo nos pregunta que cómo se limpia», apunta entre risas. Y sigue Vicente: «A un amigo nuestro le dije, cuando estaban de moda los Funko Pop, que me consiguiera el Funko de la Señora Potts de la Bella y la Bestia para ponerlo aquí. Entonces, él me consiguió este Funko y fue de los primeros que pusimos. Y también, como nosotros estamos aquí todo el día, entonces date cuenta que, para comer, comíamos de alrededores, y había incluso algunos días que Cristian traía del McDonald’s los típicos muñequitos. Entonces, entre los Funkos, el muñequito del McDonald’s y eso, ahí fue como empezamos. Y los compañeros del bar donde trabajábamos empezaron a traernos muñecos como regalos y hasta hoy».
¿Alguno al que le tengáis especial cariño?
«Sí, claro», responde Vicente, señalando la parte alta de la balda. «Mira, por ejemplo, yo por mi parte y creo que Julio también, le tenemos mucho cariño a los dos caballos esos de ahí arriba, que se llaman Alpiste y Adobo. Nos los regaló Fede, que era el guarda de la obra del hotel de aquí al lado, ¿vale? Él era un hombre mayor que vivía con su madre y tenía cosas muy antiguas y lo queríamos una barbaridad. Esas cuadrigas romanas nos las trajeron de Roma, tenemos un Olentzero, que es el Papá Noel vasco, de una chica que trabajaba aquí que era del País Vasco y nos lo trajo, después teníamos una llama que nos trajeron también de Perú y que no la veo ahora, pero tiene que estar por ahí. Esos de ahí son de una colección de gasolinera que nos trajo un conocido nuestro de aquí del bar, este camarero de aquí nos lo trajo mi madre, el hipopótamo ese lo compramos para una cosa que no salió bien y aquí acabó, y a la Betty Boop la verdad es que le tengo cariño, porque vino en la obra del año pasado y ha sido una buena adquisición». Y añade: «Ah, y esos luchadores mexicanos vienen de México, de otra compañera que tuvimos aquí. En fin, casi todos tienen algo».
¿Qué proyectos tenéis a corto y largo plazo?
Julio nos contesta: «Este año, es verdad que todo el mundo está haciendo más eventos y entonces queríamos meter más cosas variadas y sorpresas». Después, continúa Vicente: «Estamos inventando un nuevo evento, porque es cierto que las personas que están haciendo aquí micro abierto, teatro de improvisación y tal han tenido la suerte de que han venido dueños de otros bares y se los han llevado a hacer eso mismo en otro sitio. Claro, nosotros entendemos que no tenemos la potestad de decirles a ellos si pueden o no trabajar en otro sitio, porque obviamente necesitan facturar más. No podemos tenerlos en exclusividad. Entonces, como por ahí se está haciendo lo mismo que nosotros, ya estamos inventando cosas nuevas, que un ejemplo de ello es un curso de cantautores, aunque ya lo hicimos el año pasado, pero corriendo y tal. Como el de La voz, pero más chiquitito, y eso queremos mejorarlo para el año que viene. Entonces queremos hacer cosas como esa, que no hay en ningún sitio y que ya veremos si de aquí a unos años nos la copian también».
Y seguirán estando los tacos de César, ¿no?
«Por supuesto. Es más, César lleva tiempo diciendo de hacer otras cosas y mejores, que incluso tendremos que ver si hacer una carta mejor o no», afirma Vicente.
¿Los dibujos de la pared son obra vuestra?
«Sí, aunque el mural este no, pero el que está alrededor de la pared es de un amigo nuestro», dice Julio, a lo que Vicente matiza: «Es que hubo un momento que teníamos tal batiburrillo, que quisimos unificar el concepto del bar. Y queríamos algo fresco, algo que fuese amplio, y a Julio se le ocurrió hacer la parte selva, la parte verde. Entonces ligaba muy bien con las maderas que teníamos. Y ahora que hemos quitado las maderas, sobre todo por limpieza y por darle un cambio y tal, los colores que hemos elegido son muy parecidos a los de las paredes. Y ese rincón y las columnas los vamos a hacer ahora en verano. En las columnas ya hemos empezado con los dibujos y eso va con doce dibujos de diseño de típicas películas y series de los ochenta, y aquel va con un skyline de Sevilla».
Para terminar, ¿hay Señora Pop para rato?
«Hombre, nosotros esperamos que sí», contestan ambos. «Por nuestra parte, sí». Y Julio añade: «De hecho, ya te digo, siempre nos intentamos renovar y, si queremos hacer cosas nuevas, es porque queremos que haya más para rato». Acto seguido, Vicente comenta: «Para nosotros, en un futuro sería maravilloso poder franquiciarla, porque es carne de cañón para franquicia y nosotros nos morimos por hacerlo». Para concluir, Julio nos da una primicia: «Vamos a sacar una marca con la Señora Pop, de camisetas y más cositas, pero con un diseño chulo y propio».

SEVILLA A TRAVÉS DEL TIEMPO
(Sevilla, 1992). Graduado en Sociología, escribe desde que tiene uso de razón, o incluso antes. Ha ejercido el periodismo en diversos medios de comunicación, como Sevilla Actualidad y Canal Sur Radio. Autor de la novela El Pez Globo, compagina la literatura con los hilos sobre Sevilla que realiza en Twitter/X, y que gozan de gran popularidad.