La Reina del maestrante albero
En el día de ayer fue coronada canónicamente la imagen de la Virgen de la Piedad de la Hermandad del Baratillo, la Reina del Maestrante albero.
Una coronación canónica es un acto que va mucho más allá de una mera imposición de una corona a una imagen que luego procesiona por las calles en loor de multitud, acompañada de múltiples marchas procesionales.
Es un rito litúrgico, instituido en el siglo XVII e incorporado a la liturgia romana en el siglo XIX, para resaltar la devoción por una advocación de la Santísima Virgen.
El origen se sitúa en el siglo XVI, cuando los hermanos capuchinos, al culminar las misiones evangelizadoras, recogían joyas como signo de conversión y desprendimiento y las fundían para hacer una corona para la Virgen.
El conde de Borgonovo, Don Alejandro Sforza, dispuso en su testamento que buena parte de sus bienes fueran a parar a la Reverenda Fábrica de San Pedro de la ciudad de Roma para que se promoviera la coronación de las imágenes de María Santísima más veneradas por todo el mundo.
La primera que fue coronada fue la Madonna de la Febbre del Vaticano en el año 1631.
En España la primera noticia de una coronación canónica es la de Nuestra Señora de la Veruela, Patrona del Moncayo, en Vera del Moncayo ( Zaragoza) el 31 de julio de 1881. El 13 de octubre de 1889 fue coronada Nuestra Señora de la Candelaria, patrona de las Islas Canarias. Después vinieron muchas otras, destacando que la única coronación canónica realizada por un Papa en España fue la de la Nuestra Señora de los Milagros, Patrona de Palos de la Frontera (Huelva) que fue coronada por el Papa San Juan Pablo II en el Monasterio de La Rábida el 14 de junio de 1993.
La Virgen de la Piedad tiene su morada en la Capilla del Baratillo.
Miguel de Cervantes ubica en el mercado del Malbaratillo una de las escenas de su novela ejemplar “Rinconete y Cortadillo”.
En ese mercado Pedro del Rincón (Rinconete) y Diego Cortado (Cortadillo), recién llegados a Sevilla venden unas camisas que habían robado a un francés.
“Habiánse despedido, antes de que el salto hiciesen , de los que allí lo habían sustentado; y otro día vendieron las camisas en el malbaratillo que se hace fuera del Arenaly de ellas hicieron veinte reales. Hecho esto se fueron a ver la ciudad”.
El Baratillo, como habitualmente se le conocía se encontraba en el Arenal, cerca de la puerta del mismo nombre. En este mercado se vendían todo tipo de ropa, menudencias y artilugios para una clientela formada por los marineros que llegaban a la ciudad principal puerto de España en el siglo XVI. Allí trapicheaban los pícaros con sus mercancías robadas, la mezcla de lo mercantil y lo bullicioso hacían del lugar un sitio especial.
El nombre del mercado le venía del monte en el que estaba ubicado, que se utilizaba como vertedero de Sevilla.
Además del mercado en la zona había un cementerio donde fueron enterradas las victimas de la epidemia de peste que asoló Sevilla en 1649.
Los enterramientos eran presididos por una cruz de forja sobre peana de ladrillos. Los vecinos de la zona rezaban por los difuntos y daban culto ala Cruz. Tanto creció la devoción a esa Cruz que los vecinos deciden erigirse en Hermandad de Gloria, naciendo la Hermandad de la Cruz del Baratillo. La originaria Cruz corona y preside la actual capilla del Baratillo.
Existe también una Cruz en la confluencia de las calles Adriano y Gracia Fernández Palacios que conmemora lo relatado anteriormente, pero que no es la original. En su base puede leerse lo siguiente:
“En el siglo XVI, Sevilla, centro de confluencia mundial y puerta de entrada de las riquezas que subían por el curso del Guadalquivir, fue punto de partida de la hazaña marítima más importante de la historia del hombre: la primera vuelta al mundo. En 1649 quedaron enterrados en este entorno, llamado Monte del Baratillo, marineros, pescadores y vecinos del Arenal que perecieron debido a una epidemia de peste. Existía en él esta cruz que se conmemora, convirtiéndose en un lugar de culto y devoción que dio origen a la Hermandad de la Cruz del Baratillo”.
La relación de la Hermandad del Baratillo con el mundo del toro se remonta a la figura de Pepe Hillo, que el 17 de marzo de 1794 regaló a la Hermandad del Baratillo la imagen de San José – titular de la Corporación – que sigue recibiendo culto. Iba muchas veces a rezar a la capilla. La última vez que lo hizo fue justo antes de emprender viaje a Madrid y de fallecer en esa localidad el 11 de mayo de 1801, tras recibir una cogida del toro “Barbudo” de la ganadería salmantina de Rodriguez Sanjuán. Cogida de la que Goya, que dicen se encontraba en la plaza realizó varios grabados y que fue presenciada por la reina Maria Luisa de Borbón-Parma, esposa de Carlos IV quién relata la cogida de manera detallada en una carta dirigida a Manuel Godoy, con el que mantenía especial relación.
Las coplas populares cantaron aquello de:
¡Que pena me ha dado ver a Hillo,
rezando en la capilla del Baratillo!
Desde Pepe Hillo muchos han sido los toreros que han sido hermanos de la Hermandad. Desde 1939 la Virgen de la Caridad es patrona de la Asociación de la Vejez del Toreo, una iniciativa social de la entonces llamada Junta de Banderilleros cuyos fundadores fueron Francisco Perlacia, Rojito, Capillé y Bombita IV, todos ellos subalternos de categoría.
Un gran número de diestros se detienen antes de entrar a la Plaza para rezar a la Virgen y finalizado el curso taurino la Hermandad celebra una misa de acción de gracias a la que asiste todo el mundo taurino.
El Miércoles Santo la Hermandad celebra su misa previa a la salida procesional en la capilla de la Plaza de Toros y los nazarenos son formados en el albero maestrante. Antonio Burgos en su pregón de Semana Santa decía.
“Vente niña al Arenal
pa saber como en Sevilla
se forma una cofradía
en el patio de cuadrillas
y es la cosa más normal”
Hasta el llamador de la Virgen de la Caridad es taurino. Obra de Fernando Marmolejo dos angelitos sujetan un capote donde está grabado el escudo de la Hermandad.
Una de las paradas más emotivas de la procesión de ayer tras la Coronación fue la que tuvo lugar en la sede de la Real Maestranza.
Finalizaremos este artículo reproduciendo el azulejo que existe entre la capilla de la Plaza y el patio de cuadrillas, que fue impulsado en 1986 por los toreros Curro Puya y Andrés Luque Gago y que reproduce la oración del torero escrita por Manuel Lozano Hernández:
Dame gracia y alegría
Virgen María.
Caridad del Baratillo
protégeme en el anillo
de oro de mi ilusión,
para que ponga
sentimiento y afición
en cada lance,
inspiración en cada pase.
La Gracia de Dios,
citar, templar y mandar
en cada natural.
Que el toro sea belleza
y no mala intención.
Que el arte de mis entrañas
Sea valentía y gloria
en la historia
de mi vida y de mi alma.
Dame calma en la suerte
para la muerte del toro.
Para que sea arte
lo que salga de mi pulso
Y corazón…
En el redondel
Caridad de los toreros,
Virgen del Baratillo
y del maestrante albero
Madre de Dios.
Amén.
MANOLETINAS
Manuel Fernández Leal es licenciado en Derecho, máster en asesoría jurídica de empresa, docente en diversos cursos de postgrado. Aficionado práctico taurino. Conferenciante en temas de la historia de la tauromaquia. Autor del blog “Leales del toreo”. Coordinador del Aula Taurina de Antiguos Alumnos del Colegio Tabladilla. Colaborador en tertulias taurinas en Radio Ya, Radio Decisión y Onda Capital y en la revista francesa “Toros”, decana de la prensa taurina en Europa.
manolofdezleal@gmail.com