La procesión de los grillos: el sonido que estremece a Mairena del Alcor cada marzo


Hay dos maneras de reconocer a un mairenero en cualquier parte del mundo. Un “mamia” en los labios o una medalla del Cristo de la Cárcel al cuello. Cualquiera que haya nacido en la capital de los Alcores sabe que el 18 de marzo es un día único. La procesión de los grillos, un sonido que marca la historia de ese pueblo desde 1849.
Un icono de devoción y leyenda
La imagen del Cristo de la Cárcel ha reunido una de las mayores devociones de la provincia. No es una talla de bulto redondo, sino un icono pictórico. El actual es obra del pintor valenciano Félix Lacárcel, quien lo reprodujo tras la destrucción del original durante la Guerra Civil.
El primer Cristo de la Cárcel, fechado entre finales del siglo XV y principios del XVI, llegó a Mairena del Alcor en circunstancias envueltas en leyenda. Según la tradición oral, un matrimonio nobiliario lo trajo de América junto con tres esclavas. Una de ellas, acusada injustamente, se encomendó a la imagen. Milagrosamente, se demostró su inocencia y la devoción creció entre los habitantes del pueblo. Con el tiempo, el Cristo fue trasladado a la cárcel del municipio, donde los presos comenzaron a venerarlo.
La procesión de los grillos: una tradición única
Desde 1849, cada 18 de marzo, Mairena del Alcor vive un momento especial. Ese año, una prolongada sequía amenazaba las cosechas. Como medida desesperada, se sacó en procesión al Cristo de la Cárcel. Justo al llegar a la parroquia de Santa María de la Asunción, la lluvia comenzó a caer. En agradecimiento, se estableció un quinario de acción de gracias, origen de la actual hermandad.
Cada año, la imagen recorre las calles en dos procesiones. La primera, el 11 de marzo, traslada al Cristo a la parroquia. La segunda, el día 18, lo devuelve a su capilla. Ambas se celebran a las diez de la noche y son acompañadas por los famosos grillos, penitentes con túnica y antifaz morado que caminan descalzos, con grilletes en los tobillos. El sonido de los hierros arrastrándose sobre el suelo estremece a los presentes y se ha convertido en símbolo de esta manifestación religiosa.
Un cortejo de solemnidad y fervor
El Cristo de la Cárcel es portado sobre un paso con ráfaga de plata, solo visible desde la parte trasera. Su imagen está rodeada por un manto morado y rematada con una gran corona imperial dorada. Delante de él, figura una escultura de la Virgen del Amparo, titular gloriosa de la hermandad.
La procesión de los grillos trasciende lo religioso. Es un rito que une a generaciones, que despierta emoción en quienes han crecido escuchando el eco de los grilletes en las calles. Cada marzo, Mairena del Alcor recuerda su historia con devoción, manteniendo viva una tradición que ha perdurado más de un siglo.