La prenavidad

Cuando hay elecciones, ¿cuánto dura la campaña electoral? Dos semanas. Otra cosa distinta es la precampaña. La precampaña electoral no se nombra para nada en la Ley Electoral ni está definida en ninguna ley. Es decir, no existe, es un espectro político-social, un poltergeist (del alemán, poltern, hacer ruido, y geist, fantasma), esto es, que etimológicamente, es un fantasma que hace ruido. Pero, normalmente, los políticos hacen que la precampaña electoral dure dos o tres meses antes de la campaña e, incluso, hay políticos –por no generalizar- que están de precampaña todo el año, cada vez que abren la boca o hacen algo o van o vienen están de precampaña electoral.

Y, ¿cuánto dura la Navidad? Dos semanas. Las fiestas navideñas se abren con el runrún ludópata de varias horas de la lotería de Navidad el día 22 de diciembre y se cierran con otro sorteo, el de la lotería del Niño del 6 de enero. Dos semanas. Sin embargo, en julio ya está en las administraciones la lotería de Navidad –antes de que se juegue el Sorteo Especial de Vacaciones (de verano)-. Los anuncios de la lotería de Navidad aparecen después, en noviembre, esos anuncios que, de unos años a esta parte, son insufribles por lacrimógenos, con tipos que dan grima, es decir, son anuncios que te producen una sensación desagradable, incómoda, porque están concebidos para chantajearnos emocionalmente. Entonces, ¿no podrían darle otro tono a los anuncios de la lotería de Navidad, algo más alegre, más desenfadado, más optimista…? ¿No podrían, por ejemplo, encargárselos a humoristas o a los que hacen los anuncios de la coca-cola, que les saldrían con más chispa?

Y en agosto ya están en las tiendas de ultramarinos los roscos de vino gordos, estos que vienen de Málaga y Antequera, los de El Cautivo y El Cid. Y aunque la Navidad esté situada ya claramente en invierno, en otoño ya están los surtidos de dulces navideños y los turrones en los supermercados y demás tiendas, puenteando y haciéndoles la competencia a los tradicionales dulces otoñales: el pan de higo, los higos secos, las batatas asadas, la carne de membrillo,…

Antiguamente, la caja de mantecados de cinco kilos no se abría hasta Nochebuena; y, después de la cena, estaba la familia alrededor de la mesa, que es decir alrededor de la caja de mantecados, “babeando” por ver lo que traía la caja y comerse el primer mantecado, polvorón, rosco o alfajor de la Navidad.

Y en noviembre ya están las tiendas de comestibles rifando el jamón que ha sustituido en muchos casos a la cesta de Navidad y, claro, cuando llega la Navidad, el jamón ya no existe, ha sido devorado en la Prenavidad. Y en noviembre ya han colocado algunas tiendas en el mostrador la botellita o botellitas de anís y licor, unos vasitos de plástico y unos dulces navideños para invitar a la clientela –y cuando llega Navidad ya las han quitado-. Y en noviembre casi conviven ya las flores de Pascua con las de los Santos y Difuntos. Y en noviembre ya están los Papás Noel trepando por los balcones. Y en noviembre –faltando todavía un mes para Nochebuena- me ha felicitado las Pascuas el concesionario donde compré el coche hace diez o doce años -cariño que me tienen, aunque yo sospecho que, en vista de las declaraciones de Feijóo, lo que quieren es venderme otro-. Y en noviembre se encienden millones de luces en cientos de calles y plazas de miles de localidades –este año en Huelva el día 25 y en Málaga el día 26-, y al planeta Tierra “que le den”, que no nos cuenten milongas sobre el ahorro de energía ni el calentamiento global.

Y uno se pregunta: Esto, ¿por qué es, por qué es así? ¿Por impaciencia y ganas de que lleguen estas fiestas, por devoción y celebración religiosa, por animar la economía animando el consumo, por aburrimiento? ¿No estaría mejor y sería más razonable y más adecuado colocar todo en su sitio, en sus fechas en el calendario y en su contexto, es decir, del 22-D al 6-E?

Lee también

Porque habrá personas a quienes les guste este adelantamiento, esta prenavidad, habrá a quienes les resulte indiferente, y habrá a quienes les fastidie y les parezca fuera de lugar. Porque “escrito está”, este empacho de tanta alegría dilatada y forzada, de tanto brillo falso, de tanta felicidad basada en el consumo, el gasto,… lleva a algunas personas –no sé si muchas- al sinsentido, a la tristeza, incluso a la depresión.

Antonio G. Ojeda

View Comments (0)

Leave a Reply

Your email address will not be published.

Clic hacia arriba