La plaza Mayor de Osuna (XI)

La primera fotografía de hoy ofrece una perspectiva poco habitual de la plaza: la abarca casi por completo. Fue tomada durante la tarde —las sombras así lo indican— de un día de primavera o verano: las personas fotografiadas, casi todas niños, parecen llevar ropa ligera. En la acera del Ayuntamiento hay aparcados automóviles, alguno de apariencia antigua, quizá de los años treinta. En la esquina más septentrional de la plaza se observa el escenario, hecho de forja y con suelo de tablas —en otras épocas situado en el parque de San Arcadio—, donde la banda municipal amenizaba el paseo de los ursaonenses cuando el clima lo permitía, costumbre de pueblo civilizado y filarmónico, pues nunca será suficiente la educación musical que reciban los ciudadanos, ese arte basado en la escucha y el respeto.

En el centro, lugar ocupado actualmente por una fuente cuyas piezas son de distintas épocas —la superior conserva bien visible la fecha de 1809, las otras parecen posteriores—, contemplamos, en su emplazamiento original, el busto que dedicó el Ayuntamiento a la memoria de Francisco Rodríguez Marín. El monumento fue inaugurado el 4 octubre de 1943, festividad de San Francisco de Asís. El fallecimiento del estudioso ursaonense, ocurrido el 9 de junio de ese mismo año, convirtió el homenaje en póstumo pero acabó celebrándose. 1943, pues, nos indica el margen inferior para la datación de la fotografía. En cuanto a la datación por arriba, es anterior al traslado de la estatua a su emplazamiento actual, hecho que tuvo lugar el 29 de mayo de 1968, justo después de la feria. Según la Revista de Feria de ese año, gracias al interés del Gobernador Civil, José Utrera Molina, y del alcalde ursaonense, Manuel Mazuelos Vela —que ocupó el puesto entre 1966 y 1972—, en ese momento se inicia la última reforma importante de la plaza, que le dará un aspecto muy parecido al que tiene hoy día. Como vemos en la fotografía, el número de bancos era entonces mayor: en total, y suponiendo que la distribución fuera simétrica, cuarenta y ocho, exactamente el doble del actual. Puede observarse, además, que los bancos situados en el perímetro de la plaza no eran dobles, esto es, solo se podía tomar asiento en ellos mirando hacia dentro, circunstancia que ayudaría a una configuración un tanto peculiar, autónoma, de la vida de la plaza. Su última reforma importante, la que le diera el aspecto que vemos en la imagen, había sido realizada a lo largo de 1937.

Según se lee en las Actas Capitulares del Ayuntamiento Osuna, en la sesión de la Comisión Gestora celebrada 26 de mayo de 1937, presidida por Rafael Biedma Sedano, se habla de la instalación subterránea del tendido eléctrico destinado a las nuevas farolas de la plaza, y en la celebrada el 11 de junio del mismo año se aprueban facturas relativas a la reforma de la misma por un importe de 2.464 pesetas. Para hacernos una idea de la importancia de esta cantidad, podemos considerar algunos precios y sueldos de la época, aunque siempre debemos tener en cuenta las especiales circunstancias, también en lo económico, en las que vivía el país en un año como 1937. En mayo de 1931 —véase al respecto El Paleto (nº 1290)— ningún trabajador agrícola, según lo estipulado en la negociación entre la patronal y los sindicatos, cobraba más de diez pesetas diarias. El aparato de radio que acuerda adquirir el Ayuntamiento en febrero de 1933 —cuyo altavoz sería colocado en la plaza Mayor para «entretener e instruir a los ursaonenses»—tiene un precio de 2.345 pesetas. En 1934, una cama en la fonda La Andaluza —citada en las Actas Capitulares sin mencionar su dirección— costaba dos pesetas y media por noche. En la feria de ganado de ese último año, cuando la tracción animal aún era imprescindible en las labores agrícolas, llegan a pagarse 1.400 pesetas por mulos de tres o cuatro años con buena alzada, un precio, desde luego, excepcional. Los cines de verano que durante la Segunda República se montaban en la plaza de Santo Domingo, llamada entonces del Capitán Galán, o en la misma plaza de la República, la actual plaza Mayor, pagaban cien pesetas mensuales por ocupación de la vía pública, y el de esta plaza se extendía por todo el espacio comprendido entre la acera de la plaza y la Iglesia de la Concepción. Imagino que la pantalla de este último se colocaba en la fachada trasera de la casa de los Cepeda. (Está por hacer, como tantas cosas, un estudio, puede ser un pequeño trabajo de investigación —creo que algunos particulares poseen material suficiente dormido en cajas—, de la historia de los cines de Osuna, pues en los años pre-televisivos ocuparon un lugar fundamental en el esparcimiento de la población, fueron escenarios de romances y emociones que ayudaban a vivir, importantes espacios de socialización hoy perdidos. Igualmente es necesaria una historia de la arriería en el término de Osuna, practicada por sagas familiares cuyos descendientes deben poseer valiosa información que, si nadie lo remedia, desaparecerá con ellos. También serán bienvenidas descripciones pormenorizadas de las labores agrícolas de la época: en las páginas del número de El Paleto mencionado más arriba se enumeran treinta y tres especializaciones distintas, y eso solo para las labores de verano, conocimientos que se pueden perder con las últimas personas que los poseen, hoy de edad avanzada).

Volvamos a la imagen principal de este artículo. El dato de la ausencia del seto que rodeaba el busto de Rodríguez Marín, que en fotos de mediados de los sesenta, como la siguiente,

vemos bien crecido, indica que la primera imagen fue tomada en los años cincuenta, ya que en la Revista de Feria de Osuna de 1953 aparece una fotografía, en teoría de ese año, en la que puede contemplarse la estatua aún sin verja ni, por supuesto, seto. No la incluimos aquí por la baja calidad de su reproducción. El aspecto de los elementos que rodean la estatua de Francisco Rodríguez Marín, pues, se convierte en un dato muy valioso para datar cualquier fotografía de la plaza en el periodo comprendido entre octubre de 1943 y mayo de 1968. Ya hemos deducido, pues, que la primera fotografía debe ser, al menos, del verano de 1953, con la reja ya puesta. En cuanto a la fijación del marco cronológico superior, podemos observar aún en pie las edificaciones situadas al este de la Torre del Agua, que desaparecerán con la apertura de la calle de la Torre, reforma urbanística llevada a cabo a principios de los años 60. En conclusión, la fotografía que abre el artículo debe datarse aproximadamente entre 1953 y 1963.

Gracias a las fotografías antiguas, auténticos almacenes de datos, podemos intentar reconstruir épocas pasadas. Deben conservarse. Su existencia resulta crucial para completar los apuntes comprendidos en los archivos históricos.

 (Continuará)

 

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Fotografías pertenecientes a la Fototeca Municipal.

 

Víctor Espuny

 

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