La plaza Mayor de Osuna (X)
Esta fotografía es muy válida para comprender hasta qué punto ha cambiado la zona que hoy conocemos como Cuesta del Mesón. El restaurante fue construido alrededor de 1964 tras la apertura de una nueva calle para unir el centro con el barrio de la Rehoya, entonces recién edificado. La imagen parece tomada un mediodía de primavera. Transmite tranquilidad, incluso paz. Dos perros —su presencia en las calles sin ningún tipo de control ha sido una constante durante décadas— sestean sin pensar en el mañana. A mitad de la cuesta, en obras de forma evidente, grupos de niños socializan a la antigua usanza, al aire libre y midiendo fuerzas y habilidades físicas. La fachada del Ayuntamiento aparece cruzada por incontables cables eléctricos guiados por aislantes de loza, elemento imprescindible en los tendidos eléctricos durante décadas. Uno de los vehículos estacionados junto a la acera del Ayuntamiento, la Vespa, resulta fundamental para la datación de la fotografía. Según testimonios de personas mayores, la primera Vespa que hubo en Osuna llegó a principios de los años cincuenta, por lo que podemos asegurar que la fotografía es posterior a esa fecha y anterior a la construcción del Mesón del Duque. La matrícula del coche —SE 17168— data de 1935, demasiado antigua para servirnos de orientación. Como curiosidad, al inicio de la posguerra apenas se matriculaban cien vehículos al año en la provincia de Sevilla. La debilidad de la economía, y la durabilidad de los vehículos —bien robustos—, obligó a alargar durante décadas su vida útil; aún quedaba lejos la actual obsolescencia programada.
El elemento más llamativo de la imagen, no obstante, es la Cruz de los Caídos. El conjunto fue construido como homenaje a los ursaonenses fallecidos mientras luchaban en el bando vencedor de la desgraciada guerra. Era muy similar a los millares de ellos levantados por toda la geografía española. Según puede leerse en las Actas Capitulares del Ayuntamiento de Osuna, fue diseñado por técnicos de Falange especializados en cuestiones artísticas y ya estaba en construcción a mediados de marzo de 1939, con la guerra aún no acabada oficialmente pero a punto de hacerlo. En la sesión del 18 de marzo de ese año se aprueba el pago del viaje desde Sevilla y regreso del «Jefe de Propaganda y del Delegado de Plástica de F.E.T. y de las J.O.N.S. en visita de inspección a la Cruz de los Caídos», que en ese momento se estaba construyendo.
El conjunto puede contemplarse con más detalle en esta otra imagen. La construcción era muy simple. Se accedía por una escalera de nueve escalones flanqueada por dos muretes, cada uno de los cuales soportaba un pequeño pilar cúbico coronado por una farola. El mal estado de una de ellas, la de la izquierda, un poco inclinada, parece indicarnos que esta fotografía es posterior a la anterior, con el suelo de la calle ya reparado. Tras subir la escalera, se accedía a un terreno alisado desde el que podía contemplarse un muro de considerable altura rematado por almenas diminutas, todo ello construido en sillares. Según parece, la cruz, casi tan alta como el muro, estaba empotrada o sujeta en él, y a los dos lados de ella figuraban los nombres y los apellidos de los fallecidos. Años después, ya en los sesenta, el Monumento a los Caídos que contemplamos desaparecería y sería reemplazado por una sencilla cruz de madera colocada a los pies de la Torre del Agua. Según personas que lo vivieron, durante los años cuarenta, sobre todo en la primera mitad —cuando se aplicaban unas normas de comportamiento en la vía pública muy estrictas—, todas las personas que pasasen ante la cruz debían saludarla brazo en alto.
De esta fotografía llaman también la atención las palabras que pueden leerse en la fachada principal de la Colegiata, «José Antonio Primo de Rivera, Presente», perfectamente visibles desde la plaza Mayor. José Antonio fue uno de los creadores de Falange, organización política inspirada en modelos fascistas italianos y alemanes. Fue detenido el 5 de junio de 1936 y, tras haber sido juzgado, fusilado el 20 de noviembre del mismo año. Su muerte, unida a las de Mola y Sanjurjo, facilitó el liderazgo absoluto de Franco en los cuarenta años siguientes. Con la frase que podía leerse en la fachada de la Colegiata —y en lugares bien visibles de todas las localidades españolas—, el gobierno de Franco homenajeaba su memoria y conseguía el apoyo de sus numerosos seguidores. Durante los años treinta, época de fuerte crisis económica y falta de seguridad ciudadana, José Antonio, una persona de discurso populista y palabra fácil y apasionada, consiguió ganar para su partido a multitud de personas, sobre todo a los más jóvenes y manejables. El poder de Falange durante la posguerra fue inmenso. Incluso de manera simbólica, siempre estaba presente, allí, en las alturas.
Falange poseía una rama juvenil, la OJE (Organización Juvenil Española) —hoy día miembro del movimiento Scout europeo—, que en Osuna tenía su sede en un inmueble de la calle Alpechín, llamada entonces «General Moscardó». El mayor aporte de la OJE a la localidad, al menos el más patente, consistía en la organización de una banda de cornetas y tambores que acompañaba los desfiles procesionales de la Semana Santa. En ella se formaron músicos que continúan en activo. En el mismo inmueble tenía su sede Radio Juventud, emisora de larga vida donde trabajó, entre otros profesionales, el ursaonense Juan María Mansera Conde, contratado después por Radio Nacional de España. Juan María era hermano del novelista Emilio Mansera, y también él novelista. Ambos recibieron importantes premios literarios y vieron sus carreras truncadas por una muerte prematura. El lector curioso cuenta con un breve artículo sobre Emilio Mansera (1929-1980), y su novela El hacha y la estopa, publicado en El Pespunte el 6 de octubre de 2019. Su obra, en gran parte inédita, fue custodiada tras su muerte por el escritor ursaonense Enrique Soria Medina, también fallecido, y hoy descansa en los anaqueles del Archivo Municipal de Osuna a la espera de alguien capaz de estudiarla en profundidad.
Esta fotografía aérea, con la que terminamos por hoy, muestra el aspecto que presentaba la zona de la futura calle de la Torre alrededor de 1961, cuando las obras del barrio de la Rehoya estaban a punto de finalizar: las viviendas serían bendecidas el 19 de marzo de 1962. Como decíamos al principio, y puede comprobarse aquí, la calle en cuestión se abrió para comunicar el nuevo barrio con la plaza Mayor, a la que volveremos el próximo domingo.
(Continuará)
Fotografías provenientes del Casino de Osuna, la Fototeca Municipal e instalaciones del Ilustrísimo Ayuntamiento de Osuna (área de urbanismo); agradezco la colaboración de los empleados municipales para la reproducción de la fotografía área.
Víctor Espuny
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CUADERNO DEL SUR
(Madrid, 1961). Novelista y narrador en general, ha visto publicados también ensayos históricos y artículos periodísticos y de investigación. Poco amante de academias y universidades, se licenció en Filología Hispánica y se dedica a escribir. Cree con firmeza en los beneficios del conocimiento libre de imposiciones y en el poder de la lectura.