La plaza de Santo Domingo (III)

La fotografía de hoy es de interés para los amantes de la historia, esa dama que alumbra gentilmente la vida de nuestros antepasados. A mitad de su parte derecha tal como la contemplamos, sobre el muro blanqueado, se lee «23  de octubre de 1903»; la imagen, por tanto, es anterior, aunque resulta muy difícil saber cuánto. He descifrado el texto que alguien escribió encima respetando edificios y personas pero no lo transcribo porque carece de sentido: se leen muy pocas palabras completas y están demasiado separadas.

Una semana antes de ese 23 de octubre, el 16 de agosto de 1903, y en Sevilla, don Francisco Rodríguez Marín firmaba una de sus Cartas Literarias e Históricas, la titulada Las aguas potables de Osuna. Su destinatario, José Cruz Cordero —amigo personal del polígrafo ursaonense—, era en ese momento alcalde de la villa ducal. La carta es un ensayo repleto de datos curiosos sobre la creación de la Fuente Nueva, fijada en la plaza de Santo Domingo gracias a la colaboración de zahoríes ecijanos. El texto de Rodríguez Marín fue resultado de una petición de Cruz Cordero, muy preocupado por la disminución progresiva del caudal que llegaba a la fuente e interesado en conocer la historia de la mina abierta para conducir el agua; la intención última del alcalde era ilustrar a los ingenieros que pudieran trabajar en las reparaciones necesarias.

Realmente es una fotografía muy valiosa por la información que puede aportarnos sobre la vida en la Osuna de principios del siglo XX y, bajo otro punto de vista, por la belleza del encuadre y lo agradable del tema. Mujeres y hombres en aparente armonía llenan de agua de una fuente sus recipientes. A la izquierda, una bestia de carga que parece una jaca noble y ya vieja; a la derecha, un cántaro que brilla herido por el sol, quizá colocado allí a caso hecho por el fotógrafo para redondear el encuadre, compensar volúmenes y ayudar a delimitar el apacible cuadro. Sin embargo, si observamos con más detenimiento, la escena no es idílica: de la fuente apenas mana un hilo de agua.

En las Actas Capitulares del Ayuntamiento de Osuna pertenecientes al 14 de junio de 1901, leemos: «Por el Señor Presidente se manifestó que durante todo el año se nota en la población escasez de agua potable, que aumenta en la temporada de verano, al extremo de hacerse temer un conflicto; que con el fin de averiguar si esta escasez era debida al mal estado de las tuberías, o a que el manantial se iba acortando, estimaba conveniente que se abriera una información a fin de averiguar dichos extremos; y que también se hiciera saber a los particulares que tienen en sus casa fuentes o depósitos de dichas aguas, que en el término del tercero día presenten en la Secretaría de este Ayuntamiento títulos o documentos que les dieran derecho a disfrutar de tales beneficios». La propuesta del alcalde se aprueba por unanimidad, aunque este tipo de acuerdos, contrarios a los intereses de los miembros de la corporación, no solían cumplirse, solo se tomaban cara a la galería. Es un hecho que las casas principales tenían buenos pozos.

Esta escasez de algo tan vital como el agua potable venía siendo motivo de disputas en los alrededores de las fuentes desde mucho tiempo atrás. La noticia de una discusión por el agua más antigua que he encontrado la da Rodríguez Marín. Nuestro insigne folklorista menciona un pregón sobre el particular dado en julio de 1529, muy poco tiempo antes de empezar a brotar agua de la Fuente Nueva, pregón dictado para intentar cortar las disputas habidas en torno a la fuente situada al pie de la Torre del Agua, cuyo sobrante se empleaba para regar las huertas que existían en las proximidades y hoy dan nombre a una calle. De hecho, la creación de la Fuente Nueva fue motivada por la bajada de caudal de esta fuente más antigua y por el rápido crecimiento de la población en esa época. El pregón fue redactado y hecho público para que ningún hombre se acercara armado después de las diez de la noche a dicha fuente. Ya avanzada la segunda mitad del siglo XIX —esta vez son noticias recogidas por el profesor Ramírez Olid— los periódicos locales reflejan varios casos de peleas por el agua, esta vez en la Fuente Nueva, sucesos a los que el Ayuntamiento responde colocando un servidor del orden junto a la fuente para que no hubiera riñas entre los que hacían cola: la espera superaba, a veces, las doce horas. De hecho, tanto en las fotos antiguas como en las modernas se ven servidores del orden junto a las fuentes. Pero esto lo comprobaremos en el capítulo siguiente, último de la serie.

(Continuará).

 

Imagen: Fototeca municipal.

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Víctor Espuny

 

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