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A Dios rogando

La izquierda ante el espejo roto

29 junio 2025
La izquierda ante el espejo roto
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Luis Rebolo

A DIOS ROGANDO

Teólogo, terapeuta y Director General de Grupo Guadalsalus, Medical Saniger y Life Ayuda y Formación.

Durante décadas, la izquierda “oficial” española ha enarbolado el feminismo como si fuera de su exclusiva propiedad, dictando qué es o no feminista desde una moral de púlpito y señalando con dedo inquisidor a quien se atreviera a discrepar. Y —todo es cuestión de tiempo— ese supuesto patrimonio ha sido gestionado con una mezcla de arrogancia e hipocresía. El feminismo no puede ser convertido en escudo partidista ni en coartada ideológica. Y como en toda puesta en escena, el destino acaba revelando la falsedad de sus falsos profetas.

Las acusaciones de la actriz Elisa Mouliáa contra Íñigo Errejón por presunto acoso sexual pusieron hace meses a la izquierda ante su espejo más incómodo: el de la incoherencia. La falta de seguimiento interno de las denuncias y el silencio del bloque de sus compañeros —tan rápidos en condenar al adversario y tan cautos cuando la sospecha cae dentro de casa— ha sido profundamente decepcionante, pero lo que me resultó realmente sorprendente fue la línea de defensa del propio Errejón. Éste ha optado por desmarcarse públicamente de la ley del “solo sí es sí”, esa misma que su partido promovió como un avance histórico del feminismo.

Así, el político que antaño tuiteaba consignas contra la “cultura de la violación” y a favor del “hermana, yo sí te creo”, ahora reclama las garantías procesales, criterios interpretativos y matices jurídicos por los que la Santa Inqueersición envía día tras día a la hoguera al aquelarre de feministas canceladas, como Paula Fraga, Amelia Varcárcel, Lidia Falcón, Laura Freixas, Ana de Miguel, Carolina Elías, Silvia Carrasco…. Lo que antes era dogma, ahora es discutible. La izquierda no puede reclamar el monopolio del feminismo mientras convierte sus principios en plastilina ideológica en vez de lavar sus vergüenzas.

Y no, esto no es una anécdota aislada. No hace falta remontarse a la coca y los prostíbulos pagados con el dinero de los ERE andaluces o al Tito Berni, o quizás a Pablo Iglesias, por entonces líder de Podemos, cuando confesaba que fantaseaba con “azotar hasta que sangrase” a la periodista Mariló Montero. Una declaración profundamente misógina. En un no parar, también hoy cada día nos levantamos con nuevos audios del exministro José Luis Ábalos y Koldo, “feministas porque son socialistas”, escogiendo prostitutas por catálogo.

El feminismo no puede ser una coartada estética tras la que ocultar la podredumbre que se esconde en las propias filas. No es ético y, además, es un insulto a las mujeres que sí sufren violencia, abusos o discriminación todos los días. El silencio cómplice ante los errores propios convierte al discurso feminista en una herramienta sofisticada de poder machista, no en una causa justa.

La izquierda “oficial” española se enfrenta hoy a su propio espejo roto. Un espejo que devuelve la imagen de un movimiento distorsionado desde que tocó poder. No voy a ser yo quien niegue los logros históricos de la izquierda en materia de feminismo e igualdad, ni quien preste mis palabras para tratar de blanquear a los muchos adversarios encubiertos de esta noble causa: se trata de recordar que la coherencia es la única brújula legítima en política. Y ahora mismo, esa brújula apunta a una profunda crisis de credibilidad.

Porque el problema no es el Tito Berni, Errejón o Ábalos, ni pueden pretender reducirlo a unas cuantas manzanas podridas para minimizar el impacto mediático. El problema real es que se ha creado un ecosistema artificial donde el feminismo se reduce a propaganda y se confunde militancia con impunidad. En definitiva, donde la propuesta feminista termina por no representar “la vida real”, como sostenía el ex portavoz de Más Madrid.

El movimiento feminista no merece terminar siendo instrumentalizado por la izquierda que lo impulsó y lideró, solo porque tema confrontar sus propias miserias y contradicciones. Una izquierda que silencia y persigue a mujeres feministas de las otras izquierdas, las que no son oficiales.

Ha llegado la hora de mirarse al espejo. Aunque esté roto. Aunque duela. Porque el feminismo es el único camino hacia un futuro más justo e igualitario.

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Luis Rebolo 29 junio 2025

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