La filosofía de Oliva Soto

Curro Romero dice que el toreo esta en la yema de los dedos. Otros matadores dicen que están en las piernas, o en los brazos. Oliva Soto dice que está en el corazón.

Hoy, 15 de febrero, en la Casa de la Cultura de Osuna, se han dado cita Víctor M. García Rayo y el matador de toros de Camas, Alfonso Oliva Soto. Una tarde fría en la que los asistentes empezaron a sentirse realmente cómodos y como si estuvieran delante de la chimenea en la misma Dehesa Valdivia a medida que el matador de toros iba abriendo en canal su corazón y mostrando sus sentimientos. Una oficiosa noticia ha sido la columna vertebral de la reunión: la Maestranza le ha dado la espalda al camero.

Pese a ello, el diestro, orgulloso de su concepto y de la temporada pasada, ha dejado que una de las voces más reconocidas de Sevilla ahondara en su razón de ser.

A medida que avanzaba la conversación recordaba uno de los textos del filósofo Ortega y Gasset, quien antes de dedicarse a la filosofía, quiso ser torero. Muy bien no le debió de ir eso de ponerse delante de lo que el denominaba la fiera cuando acabó lidiando con las letras. Ahí sí que nos dejó un gran legado. Una herencia que he podido comprobar esta misma tarde al escuchar a Oliva Soto.

“Torero duro y sabio como ninguno de esta época. Cuyo arte se aprecia sobre todo en ese momento dramático en que, a solas con la cabeza de la fiera, parece como si formara un burujo inextricable y creara el lío informe que luego, pausadamente, va desenredando con gracia, extrayendo, a fuerza de valor, la obra de arte sereno que había encerrado dentro del ovillo”.

Ese momento dramático al que acude Ortega es la vida, la cual es un drama porque, viviendo, el hombre se juega la misma, a una carta. Las astas del toro son los problemas de la vida, ese burujo inextricable, ese lío informe al que nos enfrentamos cada día. El trabajo, los intereses, los pucherazos, la hipoteca, los estudios… cada cual, como Oliva Soto en el ruedo o ante los plantones de empresarios, se enfrenta a un sinfín de rompecabezas para sacar su familia adelante.

“La vida no es dada, mejor dicho, no es arrojada o somos arrojados a ella, pero eso que nos ha dado, la vida, es a la vez un problema que necesitamos resolver nosotros”. Así es como, al igual que el proceso de la lidia, en la que el torero la va desmenuzando hasta sobreponerse al toro, nos enfrentamos cada día a una batalla con nuestros propios dilemas.

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Los toros son una metáfora de la razón vital. Y es que la filosofía taurina, significa la filosofía española. Y es que la filosofía española, significa la filosofía de Oliva Soto, porque con ella, este matador de toros, al igual que los demás padres de familia, el mayor premio posible, no es la Puerta del Príncipe de Sevilla, sino llegar del trabajo, en este caso de la lidia, y saltar sobre la cama con su hijo al son de “campeones”.

Más pronto que tarde, la tauromaquia y Sevilla harán justicia contigo, Alfonso. Hoy tú has demostrado la humildad y valentía que se le exige a un torero.

Diego Berraquero.

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