La empresa de Torredonjimeno que pone a punto relojes y campanas de Andalucía
Es época de poner a punto los relojes de iglesias y ayuntamientos porque se acerca fin de año y hay que empezarlo puntualmente. Por eso los técnicos de la empresa Campanas y Relojes Rosas andan de un pueblo a otro de Andalucía. La empresa ubicada en Torredonjimeno (Jaén) se dedica desde hace más de 150 años a la fundición de campanas y mantenimiento de relojes que, generalmente, habitan una torre y marcan el devenir de ciudades y pueblos de todos los tamaños. Sevilla y su provincia es uno de los destinos de este equipo. Esta semana han estado en Arahal arreglando el reloj del edificio consistorial para que el pueblo entrara en el nuevo año.
Sí, el reloj del Ayuntamiento de Arahal comenzó a retrasarse durante los primeros días de diciembre por lo que los responsables municipales tuvieron que llamar a la empresa que desde hace años lo mantiene en hora, Campanas y Relojes Rosas.
Historia de amor
Fundada en Torredonjimeno hace más de siglo y medio gracias a una historia de amor, la empresa se ocupa del mantenimiento de los relojes de muchos pueblos de la provincia. Por citar algunos, una de sus propietarias, María del Mar Rosas, se refiere a El Viso del Alcor, Guillena, Pajanosas y Torre de la Reina, Rocina, Castilleja de la Cuesta, Bormujos, Tocina, Carmona, San Juan de Aznalfarache, San José de la Rinconada, entre otros.
Y este número de lugares se multiplica cuando el producto que los hace únicos en la región: la fundición de campanas. La mayor parte de las catedrales de Andalucía tienen campanas fabricadas por esta empresa, entre ellas la catedral de Sevilla, o cuidadas por este equipo de trabajo que apunta siempre alto a monumentos como la Mezquita de Córdoba, la catedral de la Encarnación de Guadíx (Granada), la Ermita de El Rocío (Huelva), esto sólo en los últimos meses.
“Mi bisabuelo era Valenciano, donde hay mucha tradición de campaneros. Vino a Torredonjimeno donde conoció a mi bisabuela y se quedó por amor”, cuenta María del Mar. La empresa la fundó su bisabuelo, que procedía de una saga de fundidores de Valencia donde hay mucha tradición y cultura en la fundición de campanas. “Empezó a trabajar a finales del siglo XIX, pero antes se hacía el trabajo a pie de la iglesia porque era muy costoso y complicado el transporte de una campana que puede llegar a pesar 300 kilos, o más si se cuenta todo el mecanismo”, explica la propietaria.
El toque de la muerte de un Papa
Después del bisabuelo, continuó como fundidor de campanas el abuelo, Manuel Rosas Serrano, al que siguió el padre de María del Mar, Vicente Rosas Jiménez, denominándose en estos años Fundación de Campanas Hijos de Manuel Rosas. Y pueden vanagloriarse de que esta tradición los ha llevado nada menos que hasta Japón donde
En la actualidad, es la única empresa de Andalucía de este sector. Trabaja principalmente en la mayoría de pueblos y ciudades de la región, aunque sale también fuera, por ejemplo, se ocupan del mantenimiento de la campanas de la catedral de Toledo, hasta donde tuvieron que desplazarse cuando murió al Papa, Juan Pablo II en 2005. “Hubo que programar las campanas con el toque que corresponde a la muerte de un Papa”, concreta María del Mar. Y, en la empresa, dispone de una fotografía de una campana instalada en Japón fechada en 1947 y con la marca de la empresa.
Uno de los últimos trabajos realizados ha sido a las campanas de la iglesia de Albolote, municipio situado en la Vega de Granada, donde se han sustituido las cabezas.
A pesar de que la fabricación de una campana es un trabajo artesanal en el que conviven materiales de calidad y diseños exclusivos, el mecanismo que incluye -también el reloj- ha evolucionado con el tiempo. Ahora se les instala un componente digital con el que se puede programar “a la carta” y el cura puede hacerlo desde el teléfono móvil.
El toque peculiar de cada pueblo
Dependerá de que se instale en una iglesia o ayuntamiento, pero también según sea la idiosincrasia y costumbre de cada lugar. “Lo único que no se puede programar, lógicamente es el toque de difuntos, pero sí se diferencia entre la muerte de una mujer, un hombre y un niño. Y hay veces que los pueblos tienen un toque peculiar al que están acostumbrados sus vecinos por lo que nos adaptamos a lo que cada parroquia necesita”, explica María del Mar Rosas.
En este sentido, cuentan desde la empresa un dato curioso. El 95 por ciento de las campanas que se instalan en Andalucía “se voltean”, es decir, cuando tocan dan la vuelta entera, en las ciudades del norte de España, el toque es sólo un balanceo. Por lo que las instaladas en esta tierra necesitan más mantenimiento. “El mecanismo de las de volteo entero sufre más, hay que tener en cuenta también que están a la intemperie por lo que sufren las inclemencias del tiempo”, apunta la empresaria.
Otro de los componentes que ha evolucionado en el mecanismo que acompaña una campana, según explica María del Mar Rosas, es el motor que, antes, era de arranque directo y ahora va por impulso. “Antes arrancaba desde el minuto uno con volteo directo, ahora se va impulsando poco a poco hasta que acaba dando la vuelta entera por lo que se daña menos la estructura del campanario”.
Para estos artesanos de un oficio tan peculiar cada pieza es el reflejo de la fusión perfecta entre elegancia, artesanía y precisión. Las campanas tienen siempre su marca y un mensaje que la sitúa en el espacio y en el tiempo, incluso con nombre propio de la persona que la ha encargado. Porque para el equipo de esta empresa de Torredonjimeno, las campanas todavía guardan parte del objetivo para la que fueron pensadas, como medio de comunicar a pueblos y ciudades en un evento, un suceso, una emergencia.
Redactora de El Pespunte.
Periodista sevillana con más de 30 años de experiencia. Fundadora y CEO de AionSur durante 10 años. Especializada en reportajes agrícolas y sociales en la provincia de Sevilla.