La empobrecida Biblioteca Nacional de España
Llevamos muchos años leyendo noticias negativas sobre la Biblioteca Nacional. En los últimos tiempos venían siendo sobre robos de algunas de sus obras más valiosas, en especial una de Galileo Galilei —Sidereus Nuncius (Venecia, 1610)— sustraída y recuperada en distintas ocasiones, aunque la última vez que se supo de ella nos enteramos de que la recuperación había sido fallida porque en realidad lo recobrado era una falsificación; («El Ministerio de Cultura investiga el robo de una obra de Galileo Galilei de la Biblioteca Nacional», El Mundo, 16 de marzo de 2021). Ya en nuestros días inmediatos, el pasado día 17, los diarios recogieron la noticia de otra desgracia, en este caso una inundación. Debido a un aguacero caído sobre Madrid el día anterior, habían resultado afectados por el agua un centenar de ejemplares del fondo moderno, exactamente de los años ochenta del siglo pasado, guardados en el piso más alto —el doce— del depósito de libro de la Biblioteca Nacional en su sede de Recoletos, dependencia situada justo bajo el tejado; («Inundación en la última planta de la Biblioteca Nacional tras las lluvias caídas en Madrid», El País, 17 de octubre de 2024). Una semana después, aparecía en los periódicos la noticia de que los sindicatos CC.OO., UGT y CSIF denunciaban la ausencia, dentro de la Biblioteca Nacional, «de un plan de protección del patrimonio bibliográfico en caso de emergencias» (ABC, 24 de octubre de 2024). Y la Biblioteca Nacional misma, después de esa última denuncia, en la que se pedía la cabeza del director de la institución y su equipo, se apresuraba a publicar una nota de prensa en la que se aseguraba que la institución cultural «cuenta con planes internos de actuación frente a distintos tipos de emergencia y distintos grados de gravedad que implican cómo actuar para proteger las colecciones. Dichas medidas», continúa la nota, «fueron activadas el pasado 16 de octubre por parte del personal de la BNE bajo la supervisión y coordinación del Departamento de Preservación y Conservación dependiente [de] la Dirección Técnica de la BNE. Gracias a esta actuación planificada y coordinada, son 31 los ejemplares finalmente afectados. En estos casos, sus daños por agua son mínimos y todos se reintegrarán a las colecciones»; («Nota informativa sobre los efectos de las lluvias del pasado 16 de octubre y las actuaciones que se están llevando a cabo», bne.es, 26 de octubre de 2024).
¿A quién creo? ¿Cuántos fueron los ejemplares afectados por la anegación, un centenar o treinta y uno? ¿Existe un protocolo para actuar en estos casos, o es falso que exista y el equipo del actual director de la Biblioteca Nacional intenta salvar la cabeza como sea?
Afortunadamente, sobre todas estas voces se alza una que proviene de una fuente fiable, honesta, valiente y justa, un testimonio muy autorizado y al que se ha dado poca difusión. Pertenece a Arsenio Sánchez Hernampérez (Madrid, 1966), Premio Nacional de Conservación y Restauración de Bienes Culturales en el año 2013 y poseedor de un extenso currículum. El señor Sánchez Hernampérez ha escrito un artículo, publicado por ABC —«Un premio Nacional de Conservación denuncia el abandono de la Biblioteca Nacional: “Las inundaciones no fueron mala suerte”» (22 de octubre de 2024)— gracias al cual podemos empezar a entender lo que está pasando en esa institución cultural, tan importante para todos nosotros, y no solo para los españoles, sino también para cualquier ciudadano del mundo, pues nuestra biblioteca es tan valiosa para investigadores franceses, británicos o estadounidenses como la Biblioteca Nacional de Francia, la Biblioteca Británica y la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos lo son para los investigadores y lectores españoles en general. A riesgo de hacer este artículo demasiado largo, voy a copiar aquí los párrafos del artículo que considero más iluminadores. Les recuerdo que su texto va dirigido al actual señor Ministro de Cultura. Inspirándose en el eminente Émile Zola, don Arsenio Sánchez Hernampérez acusa a quien haga falta para remediar una situación de fragrante injusticia. Como verán, no se detiene ante los colores políticos, pues el mal de la ignorancia está instalado en todas las formaciones. Esta son sus valiosas palabras (he resaltado en negrilla algunas frases):
«Acuso a los ministros de Hacienda que han maltratado a la institución con presupuestos ridículos que apenas cubren sus necesidades más básicas. A pesar de ser una de las diez bibliotecas más importantes del mundo, su presupuesto representa el 5% del que dispone la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, el 12% del de la Biblioteca Nacional de Francia o el 19% del de la Biblioteca Británica. Esta falta de solidez económica ha degradado sus instalaciones hasta el extremo de comprometer la integridad de los 34 millones de libros y documentos que alberga e impide el desarrollo de las políticas bibliotecarias de las que es responsable, condenándola a una dolorosa irrelevancia en el escenario bibliotecario internacional. Este abandono, que también afecta a otras instituciones excelsas de la cultura española como el Archivo Histórico Nacional, explica que, a pesar de su potencial cultural y económico, nuestro país ocupa posiciones alarmantemente retrasadas en los indicadores de ciencia y tecnología.
Acuso al Ministerio de Cultura de España, que en los últimos 30 años ha obviado a la Biblioteca Nacional como una de las joyas más preciadas del patrimonio cultural de nuestro país, ha relegado su función a la de generadora de exposiciones y la ha reducido a ser el espejismo digital de un fondo que se deteriora lenta y silenciosamente.
Acuso a los ministros que han nombrado direcciones generales ajenas a los problemas del centro, sus trabajadores y sus fondos. Direcciones que han pasado por alto el estado de los edificios y que han mirado hacia otro lado sin querer ver su progresivo deterioro. Directores que han transmitido una imagen de modernidad cuando, en realidad, las instalaciones han superado con creces su vida operativa y se mantienen a duras penas porque su sustitución parece inviable por su alto coste.
Acuso a las direcciones técnicas que no han sabido estar a la altura de las necesidades de una biblioteca nacional y han impuesto decisiones que escamotean los problemas de difícil solución. Que han fingido escuchar el criterio de los profesionales de la institución, pero no han sabido o no han querido defenderlo ante quien hiciera falta. Que, a pesar de saber que es una necesidad inaplazable, han huido de la confrontación y han optado por soluciones parciales e insuficientes en lugar de luchar por una reforma integral de los edificios de la Biblioteca Nacional.
Acuso a los gestores de la institución que no han escuchado a quienes clamaban por la falta de medios, la obsolescencia de las instalaciones y la escasez de recursos. Gestores que no han sabido o no han querido luchar contra una administración que ignora a uno de los principales activos del Estado. Gestores que no se han interesado lo más mínimo en crear una estructura de mantenimiento dotándola de los arquitectos e ingenieros necesarios y de los recursos económicos y materiales que permitan hacer frente a las ingentes necesidades para alcanzar los estándares de conservación exigibles a una institución que, por ley, debe garantizar la preservación de la cultura escrita de nuestro país.
Acuso a un director que no entiende su misión al frente de la biblioteca más importante del Estado. Un director que, en lugar de presentar su dimisión con la dignidad de Milagros del Corral ante el atropello de una decisión injusta, da explicaciones que avergüenzan a todos los trabajadores e investigadores de la BNE e indignan a los ciudadanos de este país.
Y le acusaré a usted, sr. Ministro, de omisión dolosa si sigue ignorando las necesidades de la Biblioteca Nacional y se alivia pensando que las goteras solo han dañado una pequeña parte del fondo moderno o que se solucionará reparando una cañería. Porque si esta situación de abandono no se revierte, algún día afectarán de forma irreversible a muchos otros documentos de los que usted es actualmente su primer custodio».
A todo lo dicho por el señor Sánchez Hernampérez añado, humildemente, la desproporción del número de empleados que existe entre las principales bibliotecas, carencia producida por la falta de recursos que redunda negativamente en la atención que reciben los usuarios y los materiales conservados. Son datos de los últimos años. La estadounidense posee 3242 empleados, la francesa 2239, la británica 1450 y la española 364.
No puedo dejar de aplaudir e intentar dar difusión a las palabras de don Arsenio Sánchez Hernampérez. Una parte fundamental de nuestra herencia cultural corre peligro cierto.
CUADERNO DEL SUR
(Madrid, 1961). Novelista y narrador en general, ha visto publicados también ensayos históricos y artículos periodísticos y de investigación. Poco amante de academias y universidades, se licenció en Filología Hispánica y se dedica a escribir. Cree con firmeza en los beneficios del conocimiento libre de imposiciones y en el poder de la lectura.