La Crisis

Las enfermedades, para ser tratadas convenientemente, requieren, en primer lugar, de un análisis profundo de las mismas y escuchar al enfermo, con objeto de establecer un diagnóstico correcto y adecuado.

En función de lo anterior, procede aplicar una terapia y tratamiento concretos y nunca de amplio espectro, ya que, en este caso, sería peor el remedio que la enfermedad.

Requiere, seguidamente, realizar un seguimiento periódico, más intenso al comienzo, para certificar la bondad de la medida aplicada.

La evolución de este seguimiento nos indica si se ha de continuar con el tratamiento o, por el contrario, se ha de replantear el mismo y modificarlo, si procede.

Si la enfermedad es puntual, se cerraría el ciclo con lo anterior. Por el contrario, si se determina que es crónica, requiere una acción preventiva, seguimiento regular y una de choque que se debe aplicar a demanda.

Este es un proceso resumido de un ciclo de análisis y resolución de un problema cualquiera.

Todos estamos sufriendo, en mayor o menor medida, la crisis que atraviesa el mundo en estos momentos y que, según los analistas, es la más profunda de los últimos 70/80 años.

En España, ésta es, también según los analistas, aún peor y nos costará salir de la misma más tiempo que a los demás países, tanto europeos como de Estados Unidos.

Asistimos a una serie de medidas “anti crisis” aplicadas en EEUU, en la UE y, también, en España.

Centrando el tema en España, y considerando el proceso anterior, la pregunta es inmediata: ¿Han hecho nuestros gobernantes un análisis profundo de la situación? ¿Han escuchado al paciente? La respuesta, definitivamente, es NO.

Para comenzar, cometieron un craso error y fue no reconocer que teníamos un problema. Bajo esta premisa, obviamente, no se necesitaba de ningún tratamiento puesto que nuestra salud era de hierro, éramos la envidia de nuestros vecinos y un modelo a seguir. Nos estaban engañando.

Cuando ya no hubo más remedio que reconocer que la enfermedad era importante y el enfermo presentaba un mal aspecto, acuciados por los medios y, sobre todo, por la realidad, es decir, los datos puros y duros, aplicaron parches. Como no había problema, no se analizó y, por tanto, el recurso fácil fue aplicar un tratamiento de amplio espectro, eso sí, con todas las alharacas y a bombo y platillo.

De esta manera, hemos visto cómo, deprisa y corriendo, se han aplicado 2 medidas parche, con prisas, sin análisis y sin rigor, pero eso sí, como siempre, a bombo y platillo.

La primera fue, siguiendo la estela de EEUU, es decir, de nuestro ídolo (¿?), Barack Obama, dar una ingente cantidad de millones a las entidades financieras, principalmente Cajas de Ahorros. Se ha visto que, en gran parte, ha servido para que éstas tapen sus propios agujeros, originados por sus deficiencias de Dirección, Gestión y su falta de buen gobierno. La consecuencia de esta medida, es que hemos endeudado a nuestros hijos, nietos y biznietos, aunque no nos hemos de preocupar porque como dijo una ilustrada “miembra” del Gobierno: “el dinero público no es de nadie”, por tanto, ancha es Castilla.

Si asumimos que el motor económico es el empleo, mi reflexión es la siguiente: ¿No hubiera sido más efectivo y directo facilitar crédito, de la manera más adecuada, con parte de ese dinero a las Pymes y autónomos que son los que generan el 85% del empleo de este país?

La segunda fue la del Plan E (de Esperpento), que es otro parche y de cara a la galería. Consiste en ofrecer 8000 millones de Euros a los Ayuntamientos para que, a través de obra pública, creen empleo. Teniendo en cuenta la temporalidad de la misma es, evidentemente, pan para hoy y hambre para mañana, llueve sobre mojado y es más Sres., ¡no estamos cojiendo al toro por los cuernos!

La precipitación se tradujo en que los Ayuntamientos tuvieron que someter en tiempo récord, proyectos que ni tenían planificados ni que, en muchos casos, eran necesarios o abordables localmente. En total, 31000. Esta precipitación se traduce en proyectos “pintorescos” por llamarlos de alguna manera.

Algunos de ellos son de risa y originan el chiste y, en algunos casos, dado que se exige la colocación de un cartel publicitario indicando la magnanimidad de nuestros Gobernantes, y para su mayor gloria, el cartel cuesta más que la obra en sí.

En este sentido, se puedem ver en Osuna algunos de estos carteles, como en el cementerio, por ejemplo, además de naves industriales, conservatorio, calles y algún edificio. En total, en 11 proyectos aprobados.

Considerando la deuda que mantienen nuestros Ayuntamientos con Pymes y autónomos, mi reflexión es la siguiente: ¿No hubiera sido más efectivo y directo que este dinero sirviera para que los Ayuntamientos saldaran sus deudas con estos colectivos que les permitiera seguir creando empleo no coyuntural?

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Por cierto, en este caso recuerdo que hablamos de 8000 millones de Euros, sumado a lo que van a costar la multitud de vallas alabando a nuestros gobernantes y que se estima en 50 millones de Euros. No hemos de olvidar que también nuestros descendientes tendrán que hacerse cargo de esta herencia que les dejamos y, además, pagarla. Nos lo agradecerán por mucho tiempo y, también, estaremos en su memoria permanentemente.

¿Se imaginan lo que haría Cáritas, por ejemplo, con el gasto sólo de las vallas?

Todo nos indica que no se han elegido las medidas más efectivas y sí las más mediáticas, publicitarias y que, a priori, mejor imagen les podía ofrecer. No han tenido en cuenta que nuestra enfermedad es crónica y, por consiguiente, se necesita un tratamiento preventivo y de choque, en forma de reformas estructurales, de cierto calado.

Queda puesto de manifiesto, una vez más, que el objetivo prioritario de nuestros políticos es el de mantener la poltrona, caiga quien caiga y cueste lo que cueste.

Señores políticos de cualquier signo:

– ¿Quién de Vds. le pondrá los cascabeles al gato?

Hasta ahora nadie y… me temo lo peor.

José López Guerrero

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