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Columnistas

La Alameda de Hércules | 2ª parte

1 julio 2024
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Antonio Palop Serrano

(Recuerde el lector que en la 1ª parte ya anunciaba el uso de la imaginación y la especulación en el texto) 

Un hecho significativo fue la construcción en 1864 de la llamada «Casa de las Sirenas», a cargo del marqués de Esquivel. El marqués la vendió en 1869 y después fue propiedad de la familia Portilla.

Este palacete estuvo rodeado de un aura de misterio que aún perdura en el recuerdo. Supuestamente se oían ruidos extraños, que eran atribuidos a seres traumatúrgicos, a trasgos que andaban incordiando a los moradores con sus diabluras. 

En «Leyendas de Sevilla» he leído que «Otros decían» que el causante de los hechos era un miembro pariente de la familia, de condición sexual «Non grata» en la época, condición considerada entonces un oprobio para la familia, por cuyo motivo lo mantenían oculto, apartado del contacto social. 

Lo más creíble es que se tratase sólo de una superchería popular, de historias inventadas por personas proclives a la morbosidad. 

Relatos semejantes a éste, como audición de voces, pisadas, arrastre de cadenas, lamentos… achacados a seres sobrenaturales, se han oído con frecuencia referidos a cualquier mansión o vivienda común. Por consiguiente, el caso de La Casa de las Sirenas no conlleva singularidad.

La Alameda, muy independiente ya y engalanada con fuentes, columnas, estatuas, árboles e incluso casas en sus flancos, quioscos… suscitaba la ira del río que, molesto por la pérdida de su antiguo cauce, caía sobre ella furioso inundándola con sus aguas y embarrándola con sus lodos. Estos hechos eran frecuentes y causaban a la ciudad cuantiosos destrozos.

Quizá la inundación más significativa haya sido la que tuvo lugar en noviembre de 1961, durante la cual, el río vomitó agua sobre La Alameda hasta cubrir los pedestales de las columnas.

Seguro que no es conocida por las generaciones más recientes, pero yo, aunque no vivía en Sevilla, la seguí con emoción pegado a la radio informándome de lo que estaba ocurriendo y, más tarde, de los daños causados. 

Con el fin de paliar las pérdidas sufridas por la población se puso en marcha la «Operación clavel», una campaña de recogida de alimentos y enseres promovida por Manuel Zuasti y Boby Deglané, de Radio España. Días después, el género obtenido era transportado en una caravana de camiones desde Madrid hacia Sevilla, donde se congregó un importante número de personas para darle la bienvenida. Una avioneta se unió a la celebración, pero con tan mala fortuna que se precipitó sobre la multitud matando e hiriendo a numerosas personas. 

Quizás en ese momento, las imágenes del agua, o sea, El Río, vertiéndose sobre La Alameda, calles y hogares, arrastrando mobiliario, ajuares y toda pertenencia, ofuscaran las mentes de los presentes y las aturdieses con la idea de una maldición, la de El Río, que con su avidez de venganza y su iracundia hubiese determinado convertir la celebración festiva en una horrible tragedia.

Tiempo atrás se hablaba ya de que había que poner coto a los desenfrenos veleidosos del río y, para ello, realizar obras que se lo impidiesen, obras siempre pospuestas. Pero la gravedad de este último acontecimiento fue con seguridad la gota que colmó el vaso, y determinante para que las autoridades se tomaron en serio la cuestión del río. Todo acordado, le impusieron una orden de alejamiento que lo mantiene bien sujeto en su cauce de La Cartuja. 

Cuando conocí La Alameda, allá por los años 50, junto con las calles Feria y San Luis, era una zona urbanística, económica y socialmente deprimida, empobrecida. Y más recientemente un lugar ruinoso dominado por la prostitución y la droga. Un ejemplo de ello lo encontramos en la Casa de las sirenas, cuyo abandono propició su conversión en prostíbulo y cuya degradación fue tal que estuvo a punto de desaparecer. No obstante, la suerte estuvo de su lado y las autoridades municipales decidieron ejecutar su reconstrucción, asignándole la misión de Centro cívico y cultural.              

Otras actuaciones han permitido la rehabilitación o nueva construcción de viviendas y el levantamiento de edificaciones destinadas a usos diversos, privados o públicos. 

La Alameda es hoy un lugar saneado, bien acondicionado que lo han convertido en un espacio adecuado al ocio. Lo mismo puede Vd. alojarse en un hotel, que tomar un aperitivo en un bar sentado el sol en invierno, cobijarse a la sombre en verano, pedir un almuerzo o cena en un restaurante si se siente apetente, bailotear toda la noche, presenciar una obra de teatro, asistir a un concierto popular, etc.   

Si viene a La Alameda de Hércules va a encontrar calma, placidez relajación, cultura y diversión.

Feliz estancia

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Antonio Palop Serrano 1 julio 2024

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