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Jubilado, ¿jubilado?, ¡jubilado!

Jubilado, ¿jubilado?, ¡jubilado!

A partir del 1 de septiembre toda la semana es fin de semana y todos los días son domingo. Vamos, que me he jubilado. Ahora, la gente -los conocidos-, me paran por la calle, extrañados de verme parriba y pabajo o en una cafetería y, cuando les digo que me he jubilado me dicen cosas como: “¡Enhorabuena!”, “¡Ahora, a vivir la vida!”, “¡Me alegro. Que disfrutes!” Y también me dicen: “¡Ahora te vas a aburrir!” Y yo les digo: “No creo, pero si me aburro, lo llevaré con paciencia.” O me dicen algo muy parecido: “¡Ahora, ¿qué vas a hacer?!”

Pues lo primero que voy a hacer es darle vacaciones indefinidas al reloj-despertador, que tan buenos servicios me ha prestado. Después, quiero respetar las tradiciones, que dicen que son nuestras raíces, esto es: hacer el Cursillo de Petanca Nivel I: Iniciación, y después, el Cursillo de Petanca Nivel II: Profundización; otra cosa: ver obras –no, de teatro no, de las otras-; en las obras también hay dos niveles: las de más actividad son las privadas, y también están las callejeras –como las chirigotas de Cádiz-, muy interesantes de observar; otra cosa: salir a andar todos los días, con mi chándal y mis zapatillas –excepto cuando haga calor, frío, aire fuerte o llueva-, con recorrido oficial que pase por la puerta de la confitería y/o de la churrería, con parada obligatoria en la que toque; otra cosa típica tradicional: partidita diaria mañanera de cartas o dominó en el Hogar del Pensionista, con epílogo cervecero allí mismo; otra cosa: los viajes de las mantas –no sé si se llaman así, yo así los llamo-, esos de ida y vuelta en el mismo día, baratitos pero que incluyen autobús, comida y bebida, excursión, charla comercial,… y no sé si algo más. ¡Pues anda que no hay cosas que hacer!

¿Qué más cosas puedo hacer y quiero hacer? Leer, leer y releer mucho. Poesía, teatro, ensayo, relatos, novela. Por ejemplo, el Lazarillo de Tormes, el Quijote, La conjura de los necios, la obra completa de Valle-Inclán, los Episodios Nacionales de Galdós, la poesía completa de Pedro Salinas –un libro gordo que me regaló una novia que tuve cuando estábamos estudiando y todavía no lo he leído-, la casi completa de Octavio Paz –otro libro gordo que me han regalado con motivo de mi jubilación-, los pocos que me quedan por leer de Emilio Mansera, las memorias del gran Fernando Fernán Gómez, etc, etc, y mil etcéteras más.

¿Y qué más? Pues, habrá que hacer las comprillas, prepararme las comiditas, fregar los platos, poner la lavadora, planchar –si no queda más remedio-, que los pobres, aunque estemos jubiletas, no podemos permitirnos criadas diarias.

¿Y qué más? Pues habrá que ir al médico –que ya hay “goteras”-, habrá que llamar al fontanero, llamar al pintor, llamar al escayolista, al albañil, al carpintero,… que en las casas no se acaba nunca, siempre hay algo que hacer, y hay que estar ahí penene. ¡Anda que me voy a aburrir!

¿Y qué más voy a hacer? Pues, acordarme de “mis niños y niñas”, esto es, de mis alumnos y alumnas, que me cargaban las pilas a diario, y acordarme de esos momentos mágicos en los que recitábamos, cantábamos, actuábamos, bailábamos, trabajábamos, aprendíamos,… vivíamos.

¿Y qué más? Pues, si las musas son benevolentes y me visitan, escribir mis cositas, aunque sean cositas modestas.

¿Y qué más voy a hacer? Pues, sacarme la Tarjeta Oro de la Junta, ponerme el Teleasistencia en casa, y renovarme el Pasaporte –que le pienso decir al señor guardia que me lo haga pa to el mundo, porque el último que tuve ponía “Comunidad Europea”. Yo soy poco viajero, pero quién sabe, igual surge algo. A lo mejor voy a Turquía –ya saben pa qué-. O a lo mejor hago realidad un viejo deseo: acercarme a Colliure, a visitar la tumba de Don Antonio Machado, y emocionarme allí, ante los restos de un gran poeta y republicano.  Y, ya que estoy en Francia, a lo mejor me acerco a Montauban, a visitar la tumba de Don Manuel Azaña.

¡Pues anda que no hay cosas que hacer!

 

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Antonio G. Ojeda

antoniogojeda.blogspot.com

www.antoniogojeda.com

 

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