Juan Antonio Aguilar y su amistad con Antonio Núñez “Chocolate”

Juan1Nuestro paisano Juan A. Aguilar Gómez, Presidente de la Peña Cultural Flamenca “La Siguiriya” de Osuna y actual vicepresidente segundo de la Federación de Peñas Flamencas de Sevilla, hombre de confianza de José María Segovia, el Presidente de dicha federación es, eminentemente, un hombre de flamenco.

A lo largo de su ya dilatada vida dedicada al flamenco, ha tenido muchas vivencias con profesionales de este arte y es un hombre querido y respetado tanto por aficionados como por profesionales.

Pero si ha habido un cantaor que desde muy joven le haya llegado y “pellizcado” , como se suele decir en el argot de los flamencos, sin duda ninguna, que ése ha sido el cantaor nacido en Jerez de la Frontera y criado en el barrio sevillano del Porvenir, Antonio Núñez Montoya, Chocolate, uno de los cantaores que mejor se ha “quejao” por siguiriyas de toda la historia del flamenco.

Con el maestro Chocolate, Juan A. Aguilar tuvo mucha amistad y muchas vivencias, así como anécdotas que nos va a contar a lo largo de esta entrevista.

Juan, ¿cómo conociste a Chocolate? De eso hace ya muchos años. La primera vez que tuve ocasión de estar junto a él tendría yo unos 15 ó 16 años. Ya por aquel entonces era yo aficionado. Resulta que se iba a celebrar el festival de la Puebla de Cazalla, lo que se llama la Reunión de Cante Jondo, que por aquellos tiempos era de las primeras y se hacía en los Arquillos. Yo fui al festival con un amigo de mi padre, que también era aficionado. Cuando terminó el festival, que ya era casi de día, tú sabes que ese festival cuando termina, empiezan con la ronda de tonás y amanece allí. Una vez acabado lo que era el festival, los artistas tenían por costumbre irse al Bar Central y seguir allí cantando, ya tranquilos de la responsabilidad que siempre da ponerse delante de un público, y en estos cuartitos es donde verdaderamente los artistas cantan bien. Este amigo de mi padre le pidió permiso a Fernando, el dueño de dicho bar para que yo pudiese escuchar a los artistas y allí pude escuchar a Juan Talega, A. Mairena, José Menese, Fernando Terremoto y Chocolate. ¡Qué cartel ¡ ¿Cúanto valdría hoy este cartel? Cuando yo escuché cantar a Chocolate por siguiriyas me impresionó tanto que , desde entonces, cada vez que tenía ocasión iba a escucharlo. Por cierto que Chocolate , en aquellos tiempos, se desplazaba en una moto Bultaco. Posteriormente, coincidí en Sevilla en una fiesta con él y ya entablé conversación con el maestro y a raíz de ahí nos vimos muchas veces y yo le acompañaba a muchas actuaciones suyas. Yo lo llevaba en mi coche o él me recogía y le acompañaba a las Peñas o a los festivales.

 

A Antonio le gustaba de vez en cuando darse una vueltecita por Triana y tú le acompañabas ¿no? Yo, por aquellos tiempos, trabajaba con el taxi llevando pasajeros a Sevilla. Cuando él tenía ganas de fiesta, nos veíamos por la mañana cuando yo soltaba a los viajeros, tomábamos café y me decía: “Antonio, (porque él me llamaba a mí Antonio) ¿tienes algo que hacer?” Entonces yo sabía que el maestro tenía ganas de echar un rato y le acompañaba a Triana. Cuando entrábamos en cualquier bar, Chocolate preguntaba por los cantaores trianeros como Tragapanes, el Teta o por Oliver. Entonces el camarero se lo decía a cualquier chaval que estuviese por allí y se encargaba de buscarlos y a algún guitarrista. A Chocolate le gustaba escuchar primero y cuando habían cantado estos cantaores que te he nombrado pues arrancaba y ya no había quien cantara más que él. Ahora, que a nadie se le ocurriera decirle al maestro que cantara, que no lo hacía. Tenía que salir de su voluntad. Así era Chocolate. También he estado con él en fiestas en Jerez. A él le gustaba ir a fiestas a Jerez. Allí he escuchado yo a tío Borrico, a Fernando Terremoto, a Antonio Mairena y a Chocolate. ¡Esas vivencias son inolvidables! Ya después le acompañaba un ahijado suyo, que trabajaba en una carnicería en Sevilla, porque Chocolate no tuvo hijos.

 

¿Aquí en Osuna estuvo Chocolate a finales de los años 60? Sí, en un espectáculo que se montó en la Piscina de Cuevas que se llamó, creo recordar, La Pipirrana Flamenca. Hubo un cartel de antología. Haciendo un poco de memoria cantaron entre otros los tres hermanos Mairena, Antonio, Curro y Manuel, José Menese, Fosforito, Juan Lebrijano y Chocolate. Como guitarristas, yo recuerdo a Juan Habichuela y a Pedro Peña.

 

¿Qué anécdota te ocurrió con él en Puente Genil? Pues fue durante la inauguración por tercera vez de la peña Fosforito. Allí tenían siempre por costumbre hacer sus actos los sábados a mediodía. Se hacía la primera parte, nos comíamos un potaje y después se hacía la segunda parte. Yo me presenté el sábado a mediodía y cuando me vio el Presidente de la Peña me dijo que el acto no se iba a celebrar hasta la noche y que no le había dado tiempo de avisarme ya que había tenido que avisar a los socios casa por casa que el acto se iba a celebrar por la noche, ya que al ponerse en contacto con Chocolate y decirle que la hora del acto era a la una del mediodía éste le dijo que esa hora la tenía él para comer churros. Ya quedé yo con él y fuimos juntos a la Peña. Cuando hizo la primera parte me dice: “Antonio, tú que conoces a estos gachés, ¿por qué no le dices al Presidente que me traiga una cajita de carne de membrillo?” Era ya muy tarde y estaban las tiendas y las fábricas cerradas. Se lo dije al Presidente y mandó a uno de la Peña a buscar dos cajas de membrillos, una para él y otra para su guitarrista, que era aquella noche Antonio Carrión. Cuando se la trajeron, el Presidente va y le pregunta: “Antonio, ¿a usted le gusta mucho la carne de membrillo, no?” A lo que le responde Chocolate: “No, pero la caja es mu’ apañá pa’ la costura de mi gitana”. Esa eran las cosas de Chocolate.

 

En Herrera también tuvo otra anécdota contigo, ¿no? Sí. Resulta que estaba cantando por tarantos. Hizo dos cuerpos de taranto y al hacer el tercero en vez de hacer taranto hizo la cartagenera y el guitarrista le apuntó el toque por taranto y no el toque por cartagenera. Ya ahí empezó a no estar a gusto encima del escenario y el resto de la noche no fue muy buena. Cuando terminó de cantar, me acerqué a saludarlo y a concretar los últimos detalles del homenaje que le íbamos a hacer en nuestro Ciclo Flamenco que queríamos dedicárselo a su persona, como así fue. Yo, cuando no estaba bien, y te hablo de que tuvo una temporada que le dio por beber y yo cuando iba a escucharlo le reñía, cariñosamente, claro está, y le decía que no se podía hacer tantos kilómetros para escucharlo cantar bien sólo fandangos. Pues como te digo, cuando él me vio venir, no hacia nada más que mirar de reojo y cuando llegué hasta su altura le digo: “Antonio, ¿qué pasa?”, y sin mediar palabra me contesta: “¿Qué pasa de qué? Y esa, ¿está bailando bien? Se refería a la bailaora que estaba en el escenario en ese momento.

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La última anécdota, ¿qué le ocurrió en el Colegio de Fátima? Eso fue en agosto de 1995. Aquello se llamó la I NOCHE FLAMENCA DE OSUNA y fue en el patio del colegio de Fátima. Aquella noche el cartel lo formaban Antonio Núñez, Chocolate, Frasquito de Puente Genil y Jehová Sierra. Como guitarrista iba un hijo del cantaor Romerito de Jerez. Este guitarrista era un chaval joven, o sea, que no era un profesional ya hecho. Cuando se bajó del escenario y le pregunté cómo se había encontrado acompañando a Chocolate, porque yo sabía que no era fácil para ningún guitarrista tocar al maestro, me comentó que había estado todo el tiempo temblando y que todavía le duraba el nerviosismo. Se acordaba de los consejos que le había dado su padre: “No se te ocurra mirarle a la cara porque como te mire Chocolate te descompone.”

El joven guitarrista me dice: “Yo lo tengo comparao con su cuñao Farruco (Chocolate estaba casado con una hermana del genial bailaor) que cuando abría los brazos dejaba al público impresionado.

Por cierto aquella noche me dedicó un cante por soleá, cosa que era muy raro en él que le dedicara cantes a nadie.

 

Agradecemos a Juan A. Aguilar que nos haya dedicado unos minutos de su tiempo en recordar retazos de su vida junto a un genio del flamenco como lo fue Antonio Núñez Montoya, el maestro Chocolate, que Dios lo tenga en su gloria y el flamenco en su memoria.

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