Joselu Sánchez, un joven artista ursaonés que ha recuperado el ‘arte povera’ como forma de expresión en Osuna
Si Julio Verne nos llevó hasta el centro de la Tierra, José Luis Sánchez García (Osuna, 1998) llegó hasta las antípodas para intentar conocerse y expresar lo que su complejo cerebro va creando sin detenerse ni un solo instante.
Agarrado a la introspección, se aleja de los jóvenes de su quinta porque vive en una abstracción que le aleja de convencionalismos, lo que no es comprensible por una mentalidad mundana.
Ha amoldado una añeja dependencia andaluza e inspiradora en un taller peleado con el moderno parqué en el que todo sirve para encontrar su lugar exacto en el mundo.
Citas en la pared o en el banco de trabajo se entremezclan con brochazos o instalaciones en suelo, en el techo o en el cielo.
Hoy conversamos con Joselu. Actualmente se encuentra finalizando el grado en Artes. Posee las titulaciones de Técnico Superior en Proyecto y Dirección de obras y decoración, así como el de Artes Plásticas y Arquitectura efímera. Ha vivido en Osuna, Sevilla, Amsterdam (Países Bajos) y Melbourne (Australia).
¿Tus obras abstractas son para minorías?
Sí. Después de varias exposiciones, la mayoría en bares de Osuna, la respuesta más habitual al enfrentar mi obra es la indiferencia. No saber qué hacer o decir más allá de preguntar “¿qué es?”, “¿me lo explicas?” Y lo entiendo, la creación artística produce un efecto emocional solo cuando artista y público comparten el conocimiento y la experiencia de las convenciones invocadas en la obra. Bien porque mi pintura es inteligible a todos los niveles o porque culturalmente no estamos acostumbrados a observar la abstracción atendiendo a la infinidad de posibilidades que tiene, esa conexión obra-público ha tenido lugar pocas veces. Aun así, entre una imagen realista y otra abstracta, como productor o público, prefiero la segunda: lo que es real no es la forma externa, sino la idea, la esencia de las cosas. No podemos olvidar que cualquier obra abstracta es nosotros de otra forma, aunque, como decía antes, a veces la obra nos corresponde y otras no.
¿Qué es el ‘arte povera’ y qué influencia tiene en tu obra?
El arte povera es un movimiento artístico que surgió en Italia en la década de 1960. Defendía desmantelar la jerarquía de los materiales manteniendo una estética y valores que huyen de los iconos mass media, las imágenes reductivistas, la industria y el minimalismo. El hecho de retomar esta corriente en mi práctica es por puro activismo; utilizar materiales usados, rotos y viejos, así como crear composiciones “sucias” y brutas juega en contra de la lógica neoliberal que está conquistando cada rincón de nuestra vida. El arte povera supone, a día de hoy, remar hacia una economía no especulativa en el arte, forzar una interacción compartida y horizontal independiente de los lugares que como sociedad hemos erigido para “el arte”. Lo contrario, usar materiales clásicos de academia así como seguir una estética cuidada es jugar a favor del museo: al ser el lugar que enmarca los trabajos, crea un punto de vista que valida una estética determinada. Atribuye, además, un valor de venta a aquellos objetos que de entre todos los comunes ha seleccionado como arte, preservándolos y privilegiándolos. El museo como institución ejerce una labor de aplanamiento que tiene una intencionalidad tanto cultural como comercial, siempre mediadas por intereses económicos e ideológicos que inevitablemente reestructuran y redefinen la producción, la lectura y la experiencia relativa al objeto artístico. Imaginemos por un momento a políticos abriendo una exposición con propaganda de su partido afirmando que se apoya la cultura sin siquiera proponer una compensación para el artista o debatir qué sería lo mejor para fomentar la producción. Si lo importante de la exposición es el discurso y la práctica artística es la excusa para dar un mitin propagandístico, ¿en qué lugar queda la obra expuesta?
Ante esta situación, uso el arte povera como herramienta para -intentar- hacer visibles las limitaciones de algunas propuestas que, al concentrarse exclusivamente en lo fenomenológico y lo “bonito que quedaría este cuadro en el salón” dejan de lado otras funciones del arte que para mí son mucho más interesantes. Para generar una narrativa que trate la vida y las inquietudes de la gente, lejos de un objeto que sea, como mucho, bonito.
¿Qué ha significado para ti que tu obra haya deambulado por diversas partes del mundo?
Pintar en otras ciudades sometiendo la obra a las posibilidades de mis circunstancias en esos lugares nuevos ha sido una experiencia muy real y directa. Primero para valorar más -si cabe- lo que tengo aquí en Osuna: un estudio que comparto con mis abuelos. También, para apreciar en primera persona la realidad de lugares donde querer dedicarse profesionalmente al arte no es un disparate. Aunque también es cierto que la decisión de salir fue en cierto modo forzosa: pintar se puede entender como hablar y, estando en el pueblo, me suelo quedar sin discurso. La pintura se convierte en hablar de nada y, hasta hace no mucho, también en hablar solo. Hasta que no conocí a Fernando Boccio la experiencia de producir en el pueblo era triste porque conllevaba la imposición de sentirse incomprendido, y era muy frustrante. Con el tiempo he conocido a más personas como él y he tenido la oportunidad de exponer la obra que hago en bares a los que estoy muy agradecido, pero es indudable que la realidad de ciudades grandes en cuanto a mercado y oportunidades es mucho más provechosa para cualquier artista emergente.
Todo ello obviando que la experiencia que supone viajar a mí me funciona muy bien como contenido sobre el que trabajar; cada cultura nueva que conozco es otra perspectiva desde la que mirar y entender, y sin duda eso condiciona mi trabajo.
¿Viajas solo por tu universo creativo o te gusta ir acompañado?
Solo. A día de hoy no conozco otro modo de trabajo que no sea la introspección. La soledad (escogida) y poder hacer y deshacer sin tener en cuenta otra voluntad que no sea la mía son aspectos que me gusta mantener a la hora de trabajar, entre otras cosas porque ese ejercicio introspectivo es una especie de chamanismo en el que, la mayoría de veces, ni yo me soporto. Es por eso que me cuesta estar cómodo y dejarme llevar sabiendo de antemano que no es un momento “agradable” para quien lo comparte conmigo. Cierto es que no he tenido ninguna propuesta colaborativa ni tampoco pertenezco a un círculo de estudiantes o personas que comparten afición, la universidad online y el mover de residencia cada vez que tengo oportunidad son también condicionantes en este aspecto que favorecen el trabajar solo.
Hasta el momento me sacio trabajando de este modo pero, sin conocer otros métodos, afirmar que quiero esto para siempre sería aventurarse demasiado.
¿Qué aspiraciones creativas tienes actualmente? ¿En qué momento exacto te encuentras?
Producir una obra que permita diferentes interpretaciones por parte del público. Trabajar, como decía antes, desde la protesta: manteniendo una estética alejada de las imágenes posmodernas que entiendo como simulaciones de vida que rara vez representan nada en absoluto real, pero que sí reflejan “la lógica cultural” de una economía impulsada por el deseo consumista. Estoy convencido de que en una sociedad descrita por ese deseo, el arte nos puede servir para experimentar más intensamente nuestras emociones, lejos de las intromisiones que la red de fachadas tecnológicas, sociales, culturales y políticas ejerce sobre nuestro modo de ver y entender, con la única finalidad de homogeneizar el pensamiento, la representación y la experiencia.
Ante este contexto, me encuentro buscando un término medio entre la abstracción y la figuración que me permita objetivar y hacer manifiestos los sentimientos que todos tenemos, o al menos manifestar sensaciones que para mí son comunes y esperar a que alguien coincida y se sienta comprendido en lo que hago.
¿El color de tus obras o el material que usas va acorde con tu personalidad o con un determinado momento?
Sin duda todos los aspectos formales de la obra son fruto de una circunstancia concreta, no del azar. Tanto la selección de materiales como la paleta de colores están pensadas a nivel compositivo, ahora mismo siguiendo el objetivo que comentaba en la pregunta anterior. Sobre ese objetivo concreto, aunque parezca contradictorio, la abstracción es el único camino que entiendo viable: la forma desconocida, al no estar mediatizada ni incluida en “la cultura racionalista”, es lo que nos permite acceder a nuestras sensaciones. Las de cada uno, no la que yo trabaje en concreto.
Los colores, así como el soporte de la obra o su formato (pintura, instalación, landart…) están muy condicionados por la narrativa de la obra y las posibilidades (tiempo y recursos) que tenga en el momento de producción.
¿Qué artistas te llaman la atención?
Por no extenderme demasiado, Francis Bacon y Ana Mendieta. Sobre el primero, Francis Bacon (1909-1992), considero que sus pinturas tratan la vida de una manera muy humana y dentro de una imagen que no deja indiferente. Se mueve, creo, entre lo repulsivo y lo real sobre todo en autorretratos en los que es fácil verse a uno mismo, imágenes intensas y directas que, al menos en mí, profundizan muy rápido y encarnan sensaciones que he vivido. Es salvaje y efectivo. Sobre Ana Mendieta, fue una artista nacida en Cuba en 1948 y asesinada a los 37 años por su marido. De su obra me atrae mucho la mezcla entre lo conceptual y reivindicativo, trabajando el video arte, la performance y el landart siempre desde una perspectiva comprometida y útil para la sociedad.
Trató los problemas de su tiempo de una manera novedosa y rompiendo con lo establecido, me gusta especialmente su serie Siluetas (1973-78): más de 200 obras que tratan de, haciendo uso solo de materiales del entorno, marcar su silueta en la naturaleza para manifestar la creencia de Mendieta sobre la tierra como diosa. Independiente a su intención, veo muy fácil una comparativa entre la acción humana y su presencia en la tierra. La serie presenta cómo lentamente la tierra engulle y transforma la silueta hasta volver a un estado previo a su marca. Mi interpretación va en torno a lo que alteramos el planeta, que con el paso del tiempo seguirá aquí, quizás de otra forma, pero sin la posibilidad de albergar vida humana como consecuencia de nuestra acción.
¿Qué titular te gustaría llegar a ver publicado sobre ti o tu obra?
Cualquier afirmación que trate mi obra como un testimonio de las sensaciones de mi generación; no su forma, sino lo que inspira y significa. Como una imagen a la que acudir para verse representado y comprendido.
Álvaro Reina
Periódico joven, libre e independiente.
Fundado el 24 de noviembre de 2006 en Osuna (Sevilla).