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JOSE DIAZ SARRIA “CHATO DE OSUNA”

JOSE DIAZ SARRIA “CHATO DE OSUNA”

Autores del libro: Manuel Zamora Reyes y Juan A. Aguilar Gómez. ( La vida de un “ hombre de plata” del cante y del compàs).   SU PASO POR LA ALAMEDA DE HERCULES El Chato con muy pocos años. 15 o 16 , decide ir a la Alameda para ampliar horizontes con el fin de ganar algo y a la vez aprender de los artistas ya consagrados que se daban cita a diario en aquel lugar. Le acompaña su fiel amigo Paquillo el de la Lobita. La Alameda, junto con Triana, era el centro de reunión de artistas en aquella época en Sevilla capital. La segunda ópera flamenca estaba en pleno apogeo y su máximo representante era José Tejada Martín , Pepe Marchena. Hay que señalar que la llamaban ópera flamenca porque a Miguel Primo de Rivera, que era un buen aficionado al cante, en una ocasión fueron unos empresarios a quejarse de que dichos espectáculos flamencos estaban soportando muchos impuestos y cada vez ganaban menos dinero. Estos tenían que pagar un 10% de impuestos , mientras que la ópera sólo pagaba el 3%.. Entonces el dictador les aconsejó que la llamase ópera y así se evitaría tener que pagar el 10%. La ópera flamenca tuvo muchos detractores porque, al parecer, se preocupó más de recrear el estereotipado ambiente flamenco que de cuidar la manifestación artística. No sólo se llevó a cabo en teatros , sino en plazas de toros y espacios abiertos con el fin de que la afluencia de público fuese masiva. Y, salvo su primera época, ofreció un cante un poco adulterado, ya que al ir dirigido a un público popular, se intentaba ofrecer unos estilos menos complicados para el espectador. Incluso se crearon otros estilos como el cuplé aflamencado. Su repertorio básico eran los fandangos, los fandanguillos, los cantes de levante y los ya nombrados cuplés. Los artistas más famosos de la época participaron porque el arte es una cosa muy seria, pero el comer todos los días es más serio todavía. Así nombraremos a M. Torre, M. Caracol, la Niña de los Peines, M. Vallejo o Pepe Marchena, entre otros. Pero poco a poco el ambiente flamenco va desapareciendo de los cafés cantantes que eran donde se buscaban la vida principalmente los artistas durante este tiempo de la ópera flamenca. Sólo los artistas muy cotizados se podían permitir el lujo de hacer giras o dar recitales puesto que la demanda de cante era muy limitada. Así que lo que quedó para muchos flamencos fue dedicarse de lleno a las juergas privadas, donde quedaban a merced de aquellos que podían permitirse pagar el trabajo de estos artistas como un gasto más de su diversión. Y la Alameda era zona de diversión nocturna. En las tabernas de dicha zona de Sevilla como La Sacristía, las Siete Puertas , los Majarones etc. los artistas consagrados se mezclaban con otros que no habían llegado a adquirir su categoría profesional, con el fin de aprender de los mayores. Porque hay que decir que hoy todo es muy diferente a esos años a los que nos estamos refiriendo. Hoy el chaval que siente inclinación por el flamenco en cualquiera de sus tres modalidades como son el cante, el toque o el baile, dispone de academias o fundaciones que se dedican a enseñarlos. Lo mismo ocurre con el toreo. Había cierto tipo de romanticismo en este tipo de aprendizaje. Y en el caso que nos ocupa el Chato y su amigo Paquillo el de la Lobita, su único recurso era ir allí a aprender al lado de artistas ya consagrados. “ Y por allí y en el mismo plan que yo andaban artistas que con el tiempo han sido básicos para este arte, como Antonio Núñez “ Chocolate”, o el bailaor “Farruco”. Por allí andaban también El Chaqueta, Pepe El Culata, El Bizco de Alcalá como cantaores; Pedrito Sevilla, Paquito España o Pepe Martínez como guitarristas o El Tuma y El Pati como bailaores. Y no me quiero olvidar de un gran artista como fue El Güiza de Jerez, que era un fenómeno. Este fue el inventor del contratiempo en el baile y el que mejor ha hecho el compás de todas las épocas. Hacía compás con las dos manos. Lo mismo con la izquierda que con la derecha. Y cantaba más bien que la madre que lo parió. Lo que pasa es que lo arruinó la droga. Se fue a Barcelona y cogió una tuberculosis muy grande. Era bailaor, pero hacía con el cante lo que quería. Hacía los cantes de la Piquer, de Caracol o de Vallejo”. De este tiempo y de las duquelas que pasaron se acuerda Chocolate: “ Muchas veces se tiraba uno cantándole al señorito toda la noche y a la hora de irte, cuando le pedías que te pagara, te decía: ¿ Y qué quieres, pues no te has jartao de comer  y de beber, ¿qué más quieres? “ Naranjito de Triana se acuerda de aquellos años así: “A los señoritos, a la mayoría, no les importaba el flamenco. Lo único que querían era tenr las prostitutas y a los artistas a su servicio para sentirse ellos importantes.” También se recuerda esta época con cierta nostalgia, eran otros tiempos. Chocolate nos lo cuenta así: “ Había mucha relación entre los artistas y se escuchaban los unos a los otros. Hoy en día, en cambio, parece como si los artistas no quisieran escuchar para no adulterar lo que ya saben. Antes se vivía el crear. Crear los tercios, los cantes. Había artistas que te decían : Mira, ¿ a ti te gusta esto? Porque yo esto lo voy a hacer de esta manera.”   5


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